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Qué es el Acuerdo de París y qué implica para la acción climática que EEUU se vaya | Portazo presidencial a la lucha contra el calentamiento global



El Acuerdo de París, del que el presidente Donald Trump ha firmado la salida de Estados Unidos, es un tratado internacional sobre cambio climático, jurídicamente vinculante, adoptado en diciembre de 2015 por casi 200 países para limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2 ºC, en comparación con los niveles preindustriales.

El decisión de abandonar dicho acuerdo del nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que materializó su compromiso en una orden ejecutiva a las pocas horas de su investidura, no ha sorprendido en general, porque la medida había sido anunciada previamente.

Pero la premura del mandatario para ratificarla al poco de tomar posesión hace pensar que será ágil en la revisión de la política energética y climática del país desde su nuevo cargo al frente del país.

De hecho, Donald Trump ya ha anunciado medidas que se alejan de la lucha climática global y ensombrecen el panorama ambiental con sus mensajes en los que apuesta por los combustibles fósiles y la retirada de su apoyo a acciones verdes emprendidas por la anterior administración de Biden.

El abandono del Acuerdo de París no es algo que se implementará de forma automática, ya que técnicamente lleva un año desde el anuncio oficial de Estados Unidos a la ONU hasta la ejecución real de la salida.

No es la primera vez que Estados Unidos sale del Acuerdo de París; ya lo hizo anteriormente durante el anterior mandato de Trump al frente de Estados Unidos.

¿Cuál es el objetivo del Acuerdo de París?

Desde la entrada en vigor del Protocolo de Kioto en febrero de 2005, se puso de manifiesto que era necesario trabajar para desarrollar un régimen climático global de lucha contra el cambio climático que incluyera a todos los países en los esfuerzos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

El Acuerdo de París marcó un hito en el compromiso de los países en la acción global de mitigación del calentamiento global por parte de los países, al pactar reducir las emisiones de gases de efecto invernadero hasta lograr un planeta con clima neutro para mediados de siglo.

Implica por primera vez un acuerdo vinculante para que todos los países se unan en una causa común para emprender esfuerzos ambiciosos para combatir el cambio climático y adaptarse a sus efectos. Su objetivo es limitar el calentamiento mundial a muy por debajo de 2, preferiblemente a 1,5 grados Celsius, en comparación con los niveles preindustriales.

Desde julio de 2023 hasta diciembre de 2024, todos los meses menos julio del año pasado superaron el umbral de 1,5 ºC, aunque eso no significa que se haya incumplido ya con el objetivo de París, porque tiene que sobrepasarse la temperatura de 1850-1900 al menos durante una década.

¿Qué supone la salida de EEUU del Acuerdo de París?

Estados Unidos se destaca entre los principales emisores de gases de efecto invernadero detrás de China, que es el principal contaminador, por lo que la decisión de Trump de dar marcha atrás al Acuerdo de París reaviva interrogantes sobre lucha climática mundial y el papel de las cumbres climática a nivel mundial.

En las conferencias climáticas mundiales que se celebran cada año en distintos países del mundo, las COP, se reúnen los máximos responsables políticos y mandatarios de casi 200 países del mundo para establecer compromisos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.

Las negociaciones se realizan a múltiples bandas teniendo en cuenta las necesidades globales del mundo y los esfuerzos particulares de los países para lograr los objetivos climáticos, que exigen criterios que causan fricciones entre los países más o menos contaminantes y con más o menos recursos a la hora de llegar a acuerdos.

Este modelo de negociaciones a nivel mundial del que la UE suele ser locomotora, tiende a enfrentar a países del norte global y sur en los compromisos para reducir emisiones.

Tres décadas de cumbres climáticas llamadas COP

En la última COP, la número 29, en Bakú (Azerbaiyán) previa a la de Brasil, que marcará tres décadas de historia de estas citas mundiales por el clima se avanzó en temas de financiación con el compromiso de aprobar un fondo de 300.000 millones de dólares para financiar la acción climática en el sur global.

La próxima Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) se llevará a cabo en Brasil, lo que plantea una nueva oportunidad para fortalecer los compromisos adquiridos y garantizar que la acción climática se mantenga en el centro de las políticas globales, en la senda hacia un futuro verde y sostenible.

Cada cinco años, por lo que será el turno en 2025, todos los países deben comunicar y mantener Contribuciones Nacionalmente Determinadas (Nationally Determined Contributions o NDC, por sus siglas en inglés) o planes de lucha contra el cambio climático que deben incluir objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. Además, todos los países deben poner en marcha políticas y medidas nacionales para alcanzar dichos objetivos.

El Acuerdo de París reconoce la importancia de ir incrementando la ambición de los compromisos con objetivos cada vez más ambiciosos.

Asimismo, destaca la relevancia de los ecosistemas como sumideros de carbono, en particular, los bosques, que se incluyen explícitamente en el Acuerdo, y reconoce la posibilidad de utilizar mecanismos de mercado para cumplir con los objetivos que se marquen los países. 

Por una de esas casualidades que parecen una ironía del universo, este martes fue designado el presidente de la COP30, que se desarrollará en Brasil. El nombrado es el diplomático brasileño André Corrêa do Lago.

Tras su nombramiento, Corrêa do Lago afirmó que la salida de EEUU tendrá un impacto “significativo” sobre la preparación de la cumbre climática que se celebrará en noviembre. Explicó que todavía están “analizando” la decisión de Trump de retirar a EE.UU. del principal acuerdo global de combate al cambio climático, pero que no tiene “la menor duda” de que afectará la negociación para el encuentro en la ciudad amazónica de Belém.

“Vamos a tener que lidiar con el hecho de que un país tan importante se está desconectando de este proceso”, declaró, antes de señalar que se trata de una decisión “soberana” de EE.UU., segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero en el mundo, solo por detrás de China.

Pese a la retirada del tratado, Corrêa do Lago, encargado de guiar las negociaciones de la cumbre, destacó que todavía hay “canales abiertos” para dialogar con Estados Unidos, ya que el país sigue siendo miembro de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

“Vamos a ver con ellos de qué manera ese proceso puede ocurrir de la forma más constructiva”, apuntó este diplomático de carrera que hasta ahora dirigía el departamento de Clima, Energía y Medio Ambiente de la Cancillería brasileña.

Por otro lado, Corrêa do Lago se mostró optimista en cuanto a la permanencia del resto de países en el Acuerdo de París porque, según él, entienden que es “extremadamente importante” mantenerse en el proceso.

La organización de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP30) es una de las prioridades del presidente Lula, quien quiere reivindicar el papel de Brasil como líder en la agenda climática tras lograr una importante disminución de la deforestación en la Amazonía desde el inicio de su mandato, en enero de 2023.

La cumbre deberá resolver cuestiones espinosas como las ayudas a los países en vías de desarrollo para combatir el cambio climático, así como cristalizar un aumento de los compromisos para reducir las emisiones.



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