Las Madres celebraron 48 años de lucha y siguen apostando al futuro: “Continúen con lo que hemos logrado” | Un encuentro para reafirmar la búsqueda de Memoria, Verdad y Justicia

Llegaron a la Plaza de Mayo cuando la dictadura les arrebató a sus hijos e hijas. Azucena Villaflor, su primera dirigente, les dijo que solas no iban a lograr nada. Se unieron, abrazaron y tomaron del brazo. Juntas buscaron saber qué había pasado con lo más preciado que tenían. Cumplieron 48 años de caminar juntas. Y ellas celebraron que se tienen, que siguen de pie, a pesar de los bastones y las sillas de ruedas. “Han pasado muchos años”, dijo Taty Almeida, presidenta de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora. “La posta ya la pasamos. Se la pasamos a ustedes, los jóvenes, que son los encargados de continuar cuando ya no estemos. A los jóvenes les digo que griten y continúen con lo que hemos logrado hasta ahora”, los urgió.
Desde temprano se abrieron las puertas de la Casa Nuestro Hijos, sede de las Madres Línea Fundadora en el Espacio Memoria y Derechos Humanos que funciona en lo que fue el campo de concentración de la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA). Pese al paro de colectivos y a que el predio estaba prácticamente vacío, en el edificio no cabía un alfiler. Todos se habían ingeniado para llegar a la cita.
Taty, radiante con su pañuelo en la cabeza y un sweater turquesa, llevó la voz cantante en el encuentro. “Estamos para recordar que pasaron 48 años desde que pisamos la Plaza. Muchos años han pasado y quedamos muy poquitas Madres”, arrancó.
Para recordar ese 30 de abril de 1977 apelaron al recuerdo de una de las fundadoras: Haydeé Gastelú de García Buela, que falleció en diciembre de 2022. Proyectaron su testimonio contando cómo llegó a la Plaza, con miedos, y solo un monedero, el documento y el cospel del subte. “Yo no sé qué vamos a hacer, pero nos vamos a encontrar”, le había dicho a su marido antes de partir a verse con las otras mujeres que también buscaban a sus hijos.
–¿Qué impacto tuvo encontrarse con otras Madres?–se escucha preguntar a la entrevistadora.
–Fue lo mejor que me pudo haber sucedido– contestó ella.
E hicieron mucho. Muchísimo. El ministro de Justicia de la provincia de Buenos Aires, Juan Martín Mena, y el subsecretario de Derechos Humanos bonaerense, Matías Moreno, se acercaron para entregarles una placa en reconocimiento por su labor de casi cinco décadas. “A mí me gusta decir que la democracia les debe mucho a las Madres”, dijo Moreno minutos después.
En la mesa se ubicó Taty en el centro. A su derecha estaba Estela de Carlotto, presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, y Buscarita Roa, su vicepresidenta. A la izquierda se encontraban Vera Jarach y Clara Weinstein.
“Yo tengo casi un siglo. Vieja y todo, casi ciega y un poco sorda –y aunque me vean sentada en esta silla–, yo ando con todo mi ser y mis energías –continuó Vera Jarach. Tengo un precepto más, que es la consigna de mirar hacia adelante y decir que el futuro es hoy”. Ese futuro, dijo, tiene que ver fundamentalmente con la búsqueda que hacen las Abuelas para recuperar a los bebés que fueron apropiados. “En la identidad de cada uno de nosotros están nuestros 30.000. Decimos que están presentes, y lo están”, concluyó.
Estela de Carlotto no estaba preparada para hablar, pero sus compañeras de lucha querían escucharla. “Somos Madres también, pero nos reconocemos Abuelas por esta doble actividad de búsqueda de dos generaciones”, arrancó.
–Ya tenemos mucha edad. Yo tengo 94–siguió.
–Yo cumplo 95–se apuró Taty.
–Somos mellizas –bromeó–, pero con la fuerza de los 20.
“Vamos a seguir porque falta castigar a los asesinos en su conjunto y a los que prepararon las matanzas”, prometió. Y contó lo que dice cuando viaja a otros países que también sufrieron la violencia estatal. “Yo les aconsejo: ‘Lloren en casa. Cuando vayan a hablar con el que tiene la responsabilidad de hacer, griten y exijan”. Los que gobiernan en democracia tienen la obligación de ayudarnos”. Concedió que el momento político en el país no es alentador. “Ya sabemos lo que hay que hacer, y como el pueblo nos apoya, no se van a animar a hacer nada de lo malo que quieren hacer. Tenemos que ayudarnos y defendernos para poder defender a todos”, terminó.
Después comenzó la música. Tocaron y cantaron Barbarita Palacios, Javier Casalla, Italo Barrio, Ernesto Bauer, Juan Carlos Vasallo, Tomás Ballicora, Sofía Balbiano, Ignacio Infantino Almeida y la Escuela Popular de Música. Uno de los temas que se escucharon fue La cigarra, que fue dedicado a Nora Cortiñas –fallecida hace casi un año y que solía practicar canto con esas estrofas.
Las Madres y las Abuelas cantaron también. Clara Weinstein, muy emocionada, tomaba la mano de Paula Maroni. Cuando terminó la ronda musical, Ana Bianco –hija de María Eugenia Ponce de Bianco, una de las tres Madres secuestradas en diciembre de 1977 tras la infiltración de Alfredo Astiz– se acercó a los músicos para agradecerles por traer el recuerdo de Norita.
Las Madres le agradecieron a la agrupación A tu lado soy feliz, que se acercó a través de la legisladora Victoria Montenegro y les regaló una camiseta de Boca para sortear y, de esa forma, recaudar fondos para continuar con las actividades. FOETRA mandó la torta para que se pudiera cantar el feliz cumpleaños. Y muchísimas personas se acercaron a abrazar a las Madres. Entre ellas, el exministro de Educación Jaime Perczyk y el juez de la Cámara Federal de Casación Penal Alejandro Slokar. Los nietos también se arrimaron a abrazarlas. Uno de los primeros en llegar fue el exsecretario de Derechos Humanos Horacio Pietragalla Corti. Estaban, entre otros, Claudia Poblete, Leonardo Fossati, Manuel Goncalves, Juan Pablo Moyano, Guillermo Amarilla Molfino y Paula Sansone.
Mientras iba cayendo el sol en la exESMA, llegaron también los militantes que siempre acompañan a las Madres como Alicia Furman, Gonzalo Conte, Fátima Cabrera, Gabriela Alegre, Adriana Taboada y María Elena Naddeo, entre muchos otros. Héctor Francisetti, de Familiares y Compañeros de los 12 de la Santa Cruz, se acomodó en la última hilera de sillas.
“Que esto nunca se olvide”, pidió Clara Weinstein en la despedida. “Y qué lindo es ver tanta gente”, se emocionó.
“Nosotras dejamos un buen ejemplo, creo”, siguió Vera Jarach. “Y dejamos un abrazo grande. En la Plaza de Mayo, nosotras nos dábamos el brazo y eso significa un sostén para enfrentar cualquier desastre. Es la unión, y eso tenemos que recordar todos los días porque el pueblo unido jamás será vencido”.
–Madres de la Plaza, el pueblo las abraza– corearon en respuesta.
–Pueblo de la Plaza, las Madres los abrazan– respondió Taty Almeida.
Y la música siguió sonando. Y ellas rodeadas de abrazos y de brazos para seguir caminando porque aún falta mucha memoria, verdad y justicia por perseguir. Porque, como dijo la presidenta de Madres-Línea Fundadora, “las locas”, a pesar de los bastones y las silla de ruedas, siguen de pie, y marcando el camino.