Tras racha de subas, Luis Caputo volvió con la motosierra y cayó el gasto público

Uno de los mayores temores de quienes analizan con lupa los números de las finanzas nacionales era el lento, pero continuo, deterioro del logro del que más se enorgullece el gobierno: el superávit fiscal, una de las tres anclas -junto con la monetaria y la cambiaria- del plan de Luis Caputo.
En el arranque del año, los números se mantenían en positivo, pero no por el recorte del gasto sino por la recuperación en la recaudación impositiva. Puesto en números, el primer trimestre los ingresos crecieron un 0,6% real interanual mientras el gasto primario -es decir, sin contar el pago de intereses de la deuda- lo hacía al 11,1% interanual.
Se trata de una situación que contradecía el discurso oficial de la “motosierra” y que llevaba a algunos economistas a poner en duda la continuidad del equilibrio fiscal. Siendo un año electoral, varios expresaron dudas respecto de que el recorte en rubros sensibles, como los subsidios a la energía, los salarios del sector público y la inversión en obra pública, se pudieran sostener.
Esta situación hacía recaer todo el peso del superávit fiscal en un crecimiento potente de la recaudación tributaria. De momento, con la actividad económica recuperándose, ese efecto se cumple, pero en la medida en que la comparación deje de hacerse contra el momento más recesivo de 2024, podrían darse tasas de crecimiento menores.
Según el Instituto Argentino de Análisis Fiscal, se necesitaría que la tasa de crecimiento real en el ingreso tributario prácticamente se triplicara respecto del nivel actual para que se alcance la proyección acordada con el Fondo Monetario Internacional -un 1,3% del PBI-.
Abril, un punto de inflexión para el Gobierno
Pero, cuando el tema ya empezaba a generar preocupación, los primeros números de abril trajeron una sorpresa: por primera vez en el año, se registró una disminución real en el gasto público. El informe de la Oficina de Presupuesto del Congreso marca que en abril hubo un recorte de 5% en comparación con el año pasado, lo cual marca un punto de inflexión después de tres meses consecutivos de incremento real del gasto.
Estos números suelen ser considerados un predictor de las cifras oficiales, que se darán a conocer dentro de pocos días por la secretaría de Hacienda. El reporte cubre la administración central -no todo el sector público- y se trata de cifras “base devengado” y no “base caja” -es decir, sobre los gastos hechos, pero no necesariamente ya pagados-, lo que implica que en la versión final podría haber cambios.
Pero más que los números, lo que preocupa es “la historia” que cuentan las cuentas fiscales: que, pese a las presiones típicas del año electoral, el equipo de Toto Caputo se las sigue ingeniando -al menos, por ahora- para recortar el gasto. Y esto ocurre en un contexto en el que las jubilaciones -por lejos el rubro de mayor incidencia del presupuesto- están creciendo por efecto de la nueva fórmula de indexación que toma como referencia la inflación pasada.
Los rubros donde se aplicó la “motosierra” fueron los subsidios -energía y transporte, sobre todo- que en abril tuvieron una disminución real de 73%. Este rubro representa aproximadamente un 4% del presupuesto nacional.
En la categoría de retribuciones al personal la disminución fue de 12,7%, pero se trata de un rubro con mucho mayor incidencia en el total del gasto corriente: representa un 11% del total.
Presiones en un año electoral
La duda que se plantea ahora es si, en pleno año electoral, y con el tema salarial instalado en el centro del debate, el gobierno podrá seguir centrando su política fiscal sobre la base de mantener las paritarias del sector público por debajo de la inflación y continuar su política de recortes de cargos en la planta de personal así como en la cantidad de personal contratado.
De hecho, el empeoramiento que se está viendo en la relación del gobierno con los sindicatos está centrado, precisamente, en la vocación del ministro Caputo por intervenir en las paritarias y no homologar los acuerdos que se alejan de la pauta inflacionaria.
El sector de los empleados públicos es uno de los más activos en la protesta por la dificultad para recuperar el poder adquisitivo perdido por la inflación de los últimos años. Y la previsión es que, ya con el clima de campaña electoral por las legislativas de octubre, al gobierno le resulte difícil sostener la dureza de su política en este rubro.
Mientras tanto, las jubilaciones, el rubro que el año pasado había sido el gran protagonista del recorte -hubo meses en que la masa destinada al pago de haberes jubilatorios registró una impactante caída de 38% real interanual- ahora va en el camino inverso.
Así, en el primer cuatrimestre de este año, el gasto jubilatorio creció un 23,3% respecto de hace un año, aun cuando el bono extra para los jubilados de la mínima quedó congelado y provocó las protestas para un incremento de la franja con los haberes más bajos, que todavía no logró una recuperación total por la erosión inflacionaria.
¿Se sostiene la recaudación de impuestos?
Del otro lado del mostrador, el de los ingresos fiscales, también hay dudas. Si bien la recaudación continúa creciendo en términos reales -un 7% sobre la inflación-, lo hace a menor velocidad, y hay algunas señales preocupantes.
Por ejemplo, la floja performance del IVA, el termómetro por excelencia para medir la salud del comercio y los servicios en el mercado interno. Si bien continuó a la suba, su variación fue de 3,5%, un guarismo bajo en relación con el que se había visto en los últimos meses, y que es compatible con una ralentización del consumo masivo.
El IVA representa un 24% en el total de lo recaudado, por lo que, además, de su recaudación depende la salud de la política fiscal del gobierno.
El otro gran rubro que aporta a la caja del ARCA es el impuesto a las Ganancias, que previsiblemente muestra una gran suba en la comparación interanual, producto de la ley que reintrodujo el tributo para los asalariados de la cuarta categoría. El incremento real de Ganancias ha sido de 33%.
Dentro de la “torta” impositiva, Ganancias aporta un 16%, lo que indica que tiene margen para seguir creciendo a buen ritmo en el resto del año, dado que su promedio histórico se ubica en torno al 22%.