“No hay más lugar”, le dijo San Lorenzo a Argentinos | Sobrevivió a los penales en La Paternal y es semifinalista
“Tierra de dios” dicen las paredes de La Paternal. Las pintadas son la cartografía de este barrio porteño que se identifica y enorgullece de encontrar en Diego Maradona el guía, la protección y la identidad que define el ADN de Argentinos Juniors.
Sus calles son un agitado tránsito de hinchas que llegan al estadio que lleva el nombre del eterno 10. Traen el deseo a cuestas de continuar la marcha que rompa el letargo de los 15 años sin títulos. “Para ser campeón, hoy hay que ganar…”, es el coro enardecido baja de las tribunas.
El ingreso colma la capacidad, la reja de la puerta por la que hay que subir a la tribuna se cierra y los que llegan apurados, pese a las súplicas y entrada en mano, se quedan boquiabiertos por la noticia: “No hay más lugar”.
A este cronista también le cae el peso de la decisión y no hay acreditación que valga. “No puedo hacer nada, entendeme ”, dice alguien de la organización que ensaya un tímido intento para lograr un ingreso por otra puerta.
El plan B es el bodegón (Bicho) que está a la vuelta del estadio, repleto de parroquianos que gritan a la tele ante cada avance de Argentinos y los intentos fallidos de San Lorenzo. Banderas, camisetas y gorritos de lana, además de decretar que el frío le hizo deponer las armas a la última avanzada de calor, son el cotillón de la noche.
Los primeros 45 el partido se concentró en el mediocampo. El conjunto de Nicolás Diez ensayó algunas jugadas asociadas pero sin mucha injerencia de Alan Lescano ni las intervenciones necesarias de Tomás Molina y Nicolás Oroz para romper el cero.
El equipo de Miguel Ángel Russo, recluido y con un contexto institucional que revela un escenario de crisis, en el que los jugadores decidieron no entrenarse el jueves pasado y comunicar, a través de su referente español Iker Muniain, el descontento de promesas incumplidas y meses sin cobrar, sostuvo el pulso del planteo sanguíneo que supo mostrar a lo largo del torneo.
En la segunda parte, el juego pasó por los nervios de los dueños de casa que veían pasarlos minutos sin llegar al gol y los de Boedo, con la experiencia de su entrenador que siempre transmitió tranquilidad, supieron esperar hasta dar con la jugada que expuso la calidad de Muniain. El español habilitó a Herrera, quien apuntó un centro desde el lateral derecho y Andrés Vombergar abrió el marcador con un cabezazo que el Ruso Rodríguez, volada mediante, no llegó a tapar.
El partido entró en tensión y los de La Paternal asumieron que había que quemar todas las naves para llegar al empate y los posibles penales. En tiempo de descuento, cuando todo parecía definido, llegó la igualdad por intermedio de Molina.
El aullido de las tribunas se trasladó hasta el bodegón, quienes también replicaron el aliento de la esperanza de los penales y pidieron el milagro a una gigantografía de Maradona que ocupaba uno de los rincones del lugar. La definición desde los 12 pasos los tuvo a todos atentos, nadie se atrevió a mirar a su celular. Los goles, el estribillo de una ilusión, pero terminó 8 a 7 en favor del conjunto de Boedo, tras la atajada de Orlando Gill –una de las figuras– a Maximiliano Romero.
Triunfazo de San Lorenzo para aminorar las llamas de los conflictos institucionales. Ahora a esperar por el rival que salga del encuentro entre River y Platense. Los de Argentinos, más allá de la derrota, aplaudieron al equipo y confían en que el camino es por acá. “Más allá del resultado, nosotros somos seis los que vamos a la cancha y siempre nos venimos contentos por el nivel de juego. Es un equipo que propone”, concluye Jorge “Polo” Quinteros, director de los centros de entrenamiento y captación de Argentinos Juniors, que renueva los votos en Nicolás Diez. “Es nuestro, es del club”.