La final más sorpresiva | Opinión
Ya están los nombres de los dos finalistas (Huracán y Platense), ya hay una fecha y una hora (1° de junio, 17.00) y un escenario (el Madre de Ciudades de Santiago del Estero). Los dueños del negocio se relamían con una final entre Boca y River, pero los dos peso pesado se fueron a la lona antes de tiempo, y el fútbol sigue ofreciendo sorpresas que emergen aportando su cuota de transparencia.
Los dueños de la ilusión grande, los hinchas de Platense y Huracán, que en su gran mayoría viven en la Capital, hacen números: 1.049 kilómetros, 11 horas y media en auto, un poco más en micro, 1h45m en avión, 67 mil pesos en micro, unos 110 de nafta y peajes para ir en auto, y un poco menos de medio palo en un vuelo de Aerolíneas.
Pero seguramente habrá rebusques: colectivos particulares, micros fletados por los clubes. Después esta el gasto (o la inversión) de hotel y comida. Van a llegar como sea los hinchas, y el domingo llenarán el bonito estadio de la capital de Santiago.
Los de Platense dicen que si quieren lo juegan en el Ducó, porque en condición de visitantes superaron a Racing (1-0) a River (1-1 y penales ) y ahora a San Lorenzo (1-0). Los de Huracán dicen que están en condiciones de jugar donde sea: en octavos eliminaron a Riestra de locales 3-2, y de visitantes le ganaron a Central 1-0 y a Independiente, 0-0 y penales. Singular caso el de estos dos equipos en este sistema de torneos. En la zona de clasificación, Platense, con 23 puntos quedó debajo de Central, River, Independiente, San Lorenzo y Riestra. Y Huracán con 27 quedó debajo de Argentinos, Boca y Racing. Y ahora están arriba de todos, cara a cara, listos para jugar la Finalíssima en un terreno neutral.
Las razones por las que llegaron hasta acá se parecen bastante: buenos cuerpos técnicos (Kuldeka de un lado, Orsi-Gómez del otro), mucha personalidad, buen medio juego, convicción, solidez defensiva, arqueros confiables (Galíndez en Huracán, que entre otras cosas atajó un penal en la definición contra Independiente, y Cozzani en Platense, a quien sólo le metieron un gol en el último tramo). Los dos se cuidan y se protegen mucho y atacan poco, pero suelen ser profundos en las réplicas en velocidad, y muy bichos para aprovechar el mínimo error del adversario.
Si presionan en tres cuartos de cancha lo hacen coordinadamente, sabiendo que pueden sacar alguna ventaja, pero sin perder de vista que lo siguiente es retroceder rápido para instalarse detrás de la línea de la pelota. No hay distracciones, no se las pueden permitir en ningún momento del partido, y si las desatenciones son del rival (Gill y Báez en el Gasómetro, por ejemplo) están con el gatillo listo y disparan.
Huracán sabe que tiene que cuidarse mucho de las trepadas de Silva, de la inteligencia de Taborda para manejar tiempos y espacios, de los centros de Mainero y los cabezazos ofensivos. Platense ya tomó nota de la habilidad de Mazzantti para manejar la pelota en velocidad, de la prolijidad del pibe Pérez, de la pegada del “Colo” Gil y de su experiencia para mover los hilos.
En las casas de apuestas ya está el partido y hay una leve ventaja para Huracán (2.62 paga su triunfo, tres pesos el empate y 2.87 la victoria de Platense). Mejor dicen los “calamares”, a los que les gusta más ir de punto que de banca. Pero lo cierto es que las chances están repartidas y todo puede pasar. En el juego, eso sí, parece que sólo cabe esperar un partido trabado, tenso, friccionado, peleado con todo. Y si, es una final. Una que Boca, River y todos los demás verán por televisión.