El país que supo ser el más rico del mundo y hoy vende su ciudadanía: cuál es

En medio del Pacífico Sur, a unos 4.000 kilómetros de Australia, existe un país diminuto que alguna vez ostentó el título de ser el más rico del planeta y por ende, el turismo abundaba en aquellas épocas. Hoy, sumido en una profunda crisis económica, ecológica y hasta territorial, intenta sobrevivir recurriendo a una medida drástica, vender su ciudadanía por u$s105.000.
Se trata de Nauru, un pequeño microestado insular que, aunque no figura en los titulares de los grandes medios con frecuencia, tiene una historia tan insólita como trágica. Su auge económico de décadas pasadas contrasta brutalmente con la situación actual, sin capital oficial, sin recursos naturales y al borde de desaparecer por el aumento del nivel del mar, Nauru parece haber agotado todas las cartas y ahora apuesta por una estrategia desesperada.
Cuáles son los orígenes de Nauru y a qué se debía su riqueza
Nauru no tiene capital oficial, un detalle poco habitual entre las naciones del mundo. Su gobierno y Parlamento funcionan en el distrito de Yaren, que opera como centro administrativo, aunque no esté formalmente designado como capital. El país ocupa apenas 21 kilómetros cuadrados y es el tercer país más pequeño del mundo, superado solo por el Vaticano y Mónaco.
Sus orígenes se remontan a los pueblos micronesios y polinesios que habitaron la isla durante siglos. A lo largo del tiempo, fue colonizado por diferentes potencias, como Alemania y luego Australia. Tras la Segunda Guerra Mundial, Nauru fue administrado bajo un fideicomiso de las Naciones Unidas hasta alcanzar su independencia en 1968.
A principios del siglo XX, se descubrieron extensos depósitos de fosfato en Nauru, un recurso natural utilizado principalmente para fertilizantes agrícolas. Esto marcó el inicio de una época dorada para el país. Durante las décadas de 1960 a 1980, la explotación intensiva de fosfato convirtió a sus 10.000 habitantes en los ciudadanos con mayor ingreso per cápita del planeta.
El boom económico trajo consigo un estilo de vida impensado para un país tan pequeño, automóviles de lujo, viajes internacionales, mansiones y una modernización acelerada. Nauru invirtió parte de su fortuna en bienes raíces alrededor del mundo, incluso compró un teatro en Melbourne y financió emprendimientos inmobiliarios en diversos países.
Sin embargo, esta bonanza no duró. A medida que las reservas de fosfato comenzaron a agotarse a inicios de los años 90, la economía nacional se desplomó. La falta de diversificación productiva, la mala gestión de fondos y la corrupción agravaron el declive. El país, literalmente, cavó su propia tumba, casi el 80% de su superficie quedó devastada por la minería intensiva.
Por qué Nauru pasó de ser un país rico a un país pobre
Hoy, Nauru es un país en bancarrota, con su economía intervenida por organismos como el Fondo Monetario Internacional. Su infraestructura es mínima, el desempleo es elevado y gran parte de la población depende de la ayuda exterior para subsistir. Las secuelas ambientales de la explotación del fosfato son tan graves que vastas zonas del país son inhabitables.
Como si esto fuera poco, Nauru también enfrenta una amenaza climática existencial. El aumento del nivel del mar, la erosión costera y las mareas de tormenta ponen en riesgo la continuidad geográfica del país. Según datos del propio gobierno, un 90% de la población deberá ser reubicada si el mar continúa avanzando.
Por qué Nauru vende su ciudadanía
Frente a este panorama sombrío, el gobierno de Nauru adoptó una medida tan inusual como polémica, vender la ciudadanía a extranjeros. Por 105.000 dólares, una persona puede acceder a la nacionalidad nauruana. El objetivo es recaudar los fondos necesarios para financiar el ambicioso plan de reubicación de la población y garantizar la continuidad del país, aunque sea fuera de su territorio original.
El programa ha generado inquietud en la comunidad internacional. Algunos analistas ven en esta práctica una forma encubierta de “pasaporte dorado”, que podría ser aprovechada por personas con intenciones poco claras. Otros lo interpretan como el último recurso legítimo de una nación desesperada por sobrevivir.
Además, esta iniciativa se suma a otras polémicas decisiones adoptadas en el pasado reciente. Por ejemplo, Nauru alquila parte de su territorio a Australia para instalar campos de refugiados, a cambio de importantes sumas de dinero. Este acuerdo ha sido duramente criticado por organizaciones de derechos humanos, debido a las condiciones en las que viven los migrantes en esos centros.