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por qué el Gobierno no interviene y espera que toque el piso de la banda cambiaria



El dólar minorista se vende este lunes en las pantallas del Banco Nación, a $1.150. En el mercado informal, el dólar blue se negocia a $1.175. En el segmento financiero, el dólar contado con liquidación (CCL) registra una caída de 1% y opera en $1.148, mientras que el dólar MEP cede 0,5%, para ubicarse en $1.138. En el segmento mayorista, el dólar cotiza en $1.109.

En un contexto de mayor flexibilidad cambiaria, el Gobierno avanza con una estrategia económica que pone como prioridad la desinflación, incluso si eso implica postergar temporalmente la acumulación de reservas. Los expertos comentaron que el Banco Central y el Tesoro no planean intervenir en el mercado cambiario mientras el tipo de cambio oficial se mantenga dentro de las bandas establecidas, apostando a que el dólar mayorista converja al piso del corredor cambiario. Esta postura se apoya en una mayor liquidación del agro y en el ingreso de divisas de inversores no residentes, factores que, según señalaron, han mostrado señales positivas en los últimos meses.

Los analistas destacaron que esta decisión marca un cambio en el rol del tipo de cambio como ancla del programa económico. Mientras en un principio se utilizó el “crawling peg” como herramienta para contener precios, ahora la estrategia pasa por permitir que el peso se fortalezca, apuntalando la desaceleración inflacionaria. Esta evolución ocurre sin que se abandone el objetivo central del plan: mantener el sendero de baja de la inflación, aunque a costa de resignar, al menos en el corto plazo, un ritmo sostenido de compra de divisas.

Asimismo, indicaron que esta dinámica podría tener implicancias sobre el riesgo país. Advirtieron que existe una correlación entre la acumulación de reservas y la compresión del spread soberano, una variable clave si se pretende recuperar el acceso a los mercados internacionales de deuda a partir del próximo año. Con las reservas netas en niveles aún por debajo de las metas acordadas con el FMI —y sin nuevas compras por parte del BCRA— la mejora del perfil financiero de Argentina podría verse limitada, aún cuando las reservas brutas muestren cierta recomposición.

Para los especialistas, una posible vía alternativa de fortalecimiento del balance del Banco Central podría surgir de medidas que estimulen la circulación de dólares “del colchón”, aunque advirtieron que esto tendría impacto únicamente sobre las reservas brutas, sin contribuir directamente al cumplimiento de las metas del acuerdo con el Fondo. En este marco, el camino elegido por el Gobierno implica confiar en la estabilización del tipo de cambio y el orden fiscal como motores de confianza, en lugar de intervenir de forma directa, reafirmando que la prioridad de corto plazo continúa siendo sostener el proceso de desinflación.

El Banco Central y un compromiso inquebrantable

Desde la consultora económica Invecq explicaron que, aunque el tipo de cambio oficial se mantiene dentro de la banda de flotación acordada con el FMI, y el acuerdo permite al organismo comprar divisas cuando el tipo de cambio se ubica dentro del rango establecido, el Gobierno ha reiterado su decisión de no hacerlo salvo que el valor toque el piso de dicha banda, que actualmente se encuentra por debajo de los $1.000 debido a un ajuste descendente diario equivalente al 1% mensual.

Los analistas de Invecq destacaron que, por ahora, el Gobierno se muestra firme en su postura de no intervenir, lo que evidencia que considera ese compromiso como innegociable. Esta decisión deja en claro que, mientras el tipo de cambio no llegue a ese umbral, el Banco Central se mantendrá al margen del mercado, sin utilizar su capacidad de compra para reforzar reservas.

La postura adoptada por el equipo económico responde a una estrategia deliberada en la que se prioriza la credibilidad del programa macroeconómico y la previsibilidad en la política cambiaria. Sus expertos señalaron que este enfoque podría ser revisado en el futuro, aunque por el momento se mantiene con fuerza.

Esta actitud refleja la confianza oficial en que el tipo de cambio mayorista eventualmente convergerá hacia el piso de la banda. Para lograrlo, el Gobierno ha adoptado una serie de medidas destinadas a facilitar ese proceso, dentro de los márgenes del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional.

Incentivos a la liquidación y flexibilización del mercado de cambios

Para Invecq, el Gobierno está tomando medidas específicas para acelerar la llegada del tipo de cambio al piso de la banda. Entre ellas, se destaca la confirmación del presidente Javier Milei de que la baja transitoria en las retenciones a las exportaciones de los principales cultivos finalizará el 30 de junio. Esta decisión busca incentivar a los productores agropecuarios a liquidar sus divisas antes de esa fecha.

Además, se introdujeron cambios regulatorios que permiten a los inversores no residentes acceder con mayor facilidad al mercado libre de cambios. Esta flexibilización apunta a atraer dólares desde el exterior y así reforzar la oferta de divisas, contribuyendo indirectamente al objetivo de acercar el tipo de cambio al límite inferior.

Los expertos de la consultora señalan que estas medidas reflejan un enfoque pragmático que busca acelerar el ingreso de divisas sin modificar la política cambiaria establecida. Al mismo tiempo, dejan en evidencia que el objetivo prioritario del Gobierno no parece ser la acumulación inmediata de reservas, sino sostener el proceso de desinflación iniciado en los últimos meses.

El análisis de Invecq sugiere que, aunque el tipo de cambio llegue al piso de la banda, el Ejecutivo estaría dispuesto a esperar ese momento para recién entonces comenzar a recomprar dólares. La estrategia busca evitar señales que puedan interpretarse como una modificación en el rumbo acordado con el FMI.

Desinflación como ancla principal del plan económico

En la misma línea, desde Grupo IEB analizaron que la reciente modificación del esquema cambiario, orientado hacia una mayor flexibilidad mediante el uso de bandas, generó en un primer momento la percepción de que el Gobierno podría estar dispuesto a resignar parcialmente su objetivo central de bajar la inflación. Esto se debía al movimiento anticipado del tipo de cambio oficial, que fue acompañado por una suba en los índices de precios de marzo, donde la inflación pasó del 2,4% al 3,7%.

Sin embargo, los especialistas del bróker señalaron que, pese a una mayor volatilidad cambiaria durante abril, los relevamientos privados de precios mostraron una estabilidad relativa, lo cual sugiere que la inflación podría ubicarse por debajo del registro de marzo. Este dato aporta cierto alivio y sostiene la confianza en la dirección actual del programa económico.

A pesar de este contexto, desde Grupo IEB remarcaron que los funcionarios del equipo económico, y en particular el director del Banco Central, han dejado en claro que el objetivo primordial continúa siendo la desinflación. Esto implica que, aunque se flexibilizó el régimen cambiario, no se han abandonado los lineamientos centrales del plan.

El cambio en la estrategia también implica que el tipo de cambio ha dejado de ser una ancla directa, como lo fue durante los meses de “crawling peg” al 2% y luego al 1% mensual. Actualmente, la política se orienta a permitir que el dólar oficial se dirija hacia el piso de la banda cambiaria, lo que busca consolidar el fortalecimiento del peso como herramienta para controlar los precios.

El tipo de cambio, sin intervención hasta alcanzar el piso

Los expertos de Grupo IEB detallaron que ni el Banco Central ni el Tesoro tienen previsto intervenir en el mercado cambiario mientras el dólar oficial se mantenga dentro de las bandas preestablecidas. La expectativa es que factores como una mayor liquidación del agro y la llegada de inversiones extranjeras actúen como fuerzas que empujen el tipo de cambio hacia abajo, hasta alcanzar el piso de la banda.

En ese sentido, resaltaron que la liquidación de divisas del sector agroexportador mostró un fuerte crecimiento en abril, con un aumento del 34% respecto a marzo, según datos de CIARA. Además, el acumulado del año 2025 supera en un 40% al promedio del período 2020-2024, lo que refuerza la idea de que hay un flujo de dólares que podría sostener la actual política cambiaria.

Para Grupo IEB, este comportamiento marca una diferencia importante frente a momentos anteriores, donde la intervención oficial era una herramienta frecuente. La actual estrategia implica una apuesta más decidida por la transparencia del mercado y el ajuste vía precios, sin recurrir al uso de reservas hasta que el tipo de cambio toque el mínimo permitido.

Sin embargo, esta postura también despierta cuestionamientos sobre su impacto en otro frente clave: la acumulación de reservas. Al priorizar la apreciación del peso como herramienta antiinflacionaria, el equipo económico estaría relegando —al menos temporalmente— el objetivo de engrosar las arcas del Banco Central, una meta que sigue bajo la lupa del mercado y del acuerdo con el FMI.

Reservas, deuda y riesgo país: un equilibrio delicado

Actualmente, las reservas internacionales netas se ubican en torno a los u$s5.800 millones, mientras que las brutas superan los u$s39.000 millones. Sin embargo, Invecq advierte que aún restan unos u$s5.000 millones para alcanzar la meta comprometida con el FMI para el 13 de junio, considerando el flujo esperado de ingresos y egresos y sin computar los desembolsos del propio organismo.

En ese sentido, los analistas de la consultora remarcan que, más allá del cumplimiento formal de la meta, el Banco Central podría aprovechar la coyuntura para seguir recomponiendo su balance. Si bien las reservas actuales representan una mejora notable respecto a meses y años anteriores, buena parte de ese incremento responde directamente al desembolso del Fondo Monetario Internacional.

Invecq recuerda que el país enfrenta un perfil de vencimientos en moneda extranjera muy exigente en los próximos años. Además, en un contexto en el que los mercados financieros internacionales continúan cerrados para la Argentina, resulta prudente seguir acumulando reservas, incluso dentro de la zona de flotación cambiaria.

Pese a esto, el equipo económico sigue confiando en que el tipo de cambio tocará el piso, lo que habilitaría nuevas compras de divisas. Paralelamente, apuestan a que el Tesoro logre retomar pronto la colocación de deuda en los mercados internacionales. Sobre este punto, Invecq subraya que si bien el riesgo país respondió recientemente más a factores internos, desde fines de 2024 su comportamiento se alineó con el EMBI, reflejando una sensibilidad creciente frente a la volatilidad financiera global.

Hacia un régimen de flotación pura: un objetivo con riesgos

Los expertos de Invecq también repasaron el objetivo compartido por el Gobierno y el FMI de transitar, en el mediano plazo, hacia un esquema de flotación pura del tipo de cambio. En ese modelo, el nivel de reservas internacionales perdería relevancia, dado que el ajuste del mercado cambiario se produciría exclusivamente a través del precio y no de las cantidades.

En un contexto de flotación total, un exceso de demanda de divisas no requeriría la venta de dólares por parte del Banco Central, sino que se resolvería mediante un incremento en el tipo de cambio. Para Invecq, este razonamiento técnico tiene fundamentos sólidos, pero plantea interrogantes sobre su viabilidad en un país con la historia cambiaria de la Argentina.

Incluso en economías con mayor estabilidad institucional y financiera, como Brasil, los bancos centrales intervienen ocasionalmente en el mercado cambiario cuando se producen episodios de alta volatilidad. Por eso, desde la consultora ponen en duda que una flotación 100% libre sea una opción realista o deseable en el corto plazo.

Los analistas remarcan que la transición hacia un régimen más flexible debe considerar las características estructurales y la experiencia reciente de la economía local. En ese sentido, cualquier cambio hacia un modelo de libre flotación debería ser implementado con cautela, acompañando el proceso con políticas macroeconómicas sólidas y una mejora sostenida en la credibilidad.

Finalmente, Invecq concluye que, más allá de los planes de largo plazo, la política cambiaria actual está claramente enfocada en sostener el equilibrio interno, reducir la inflación y cumplir con los compromisos internacionales, sin apresurar los tiempos de una liberalización total.



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