León XIV pidió a los diplomáticos paz, justicia y verdad | Primer encuentro con embajadores del nuevo pontífice de la Iglesia Católica

Desde Ciudad del Vaticano
El Papa León XIV recibió este viernes por primera vez, a todos los embajadores acreditados ante la Santa Sede a los que llamó a ser siempre “una familia”, la “entera familia de los pueblos que comparten las alegrías y dolores de la vida”, y les pidió, como lo hizo “incansablemente” su predecesor Francisco, a estar “siempre atentos al clamor de los pobres, los necesitados y los marginados, como también a los desafíos que caracterizan nuestro tiempo, desde la protección de la creación hasta la inteligencia artificial”.
El Papa habló también de su aspiración “a abrazar a cada pueblo y a cada persona de esta tierra, deseosa y necesitada de verdad, de justicia y de paz.(…) En cierto sentido, mi propia experiencia de vida, desplegada entre América del Norte, América del Sur y Europa, pone de manifiesto esta aspiración de traspasar los confines para encontrarse con personas y culturas diferentes”, subrayó.
Como Francisco repitió muchas veces, el Papa León indicó que es importante “construir nuevos puentes con todas las personas de buena voluntad” y subrayó la importancia de tres palabras que “constituyen pilares de la acción misionera de la Iglesia y de la labor diplomática de la Santa Sede”: paz, justicia y verdad.
Según León XIV, la paz “se construye en el corazón y a partir del corazón” (…) arrancando el orgullo y las reivindicaciones, y midiendo el lenguaje, porque también se puede herir y matar con las palabras, no sólo con las armas”. Y en este sentido dijo considerar fundamental “el aporte que las religiones y el diálogo interreligioso puede aportar para favorecer contextos de paz” y esto “naturalmente exige el pleno respeto de la libertad religiosa en cada país”. Este trabajo, “que todos estamos llamados a hacer” permitiría extirpar las premisas de cualquier conflicto y de cualquier destructiva voluntad de conquista” para lo cual se requiere más diálogo.
“En esta perspectiva es necesario revitalizar la diplomacia multilateral y esas instituciones internacionales que han sido queridas y pensadas en primer lugar para poner remedio a los conflictos que pudiesen surgir en el seno de la comunidad internacional”, añadió el papa León haciendo tácita referencia a organizaciones como las Naciones Unidas que no se han mostrado muy eficaces en los últimos años, permitiendo que conflictos y otros problemas fueran adelante. Y agregó que “Ciertamente es necesaria también la voluntad de dejar de producir instrumentos de destrucción y de muerte, porque, como recordaba el Papa Francisco en su último Mensaje Urbi et Orbi, «la paz tampoco es posible sin un verdadero desarme”. Habrá que ver cómo reaccionan, si es que reaccionan al llamado del Papa, los principales países productores de armas del mundo, Estados Unidos, Francia, Rusia, China y Alemania, entre otros.
Justicia y verdad
En cuanto a la justicia León XIV destacó que “procurar la paz exige practicar la justicia” (…) En el cambio de época que estamos viviendo, la Santa Sede no puede eximirse de hacer sentir su propia voz ante los numerosos desequilibrios y las injusticias que conducen, entre otras cosas, a condiciones indignas de trabajo y a sociedades cada vez más fragmentadas y conflictivas. Es necesario, además, esforzarse por remediar las desigualdades globales, que trazan surcos profundos de opulencia e indigencia entre continentes, países e, incluso, dentro de las mismas sociedades. Es tarea de quien tiene responsabilidad de gobierno aplicarse para construir sociedades civiles armónicas y pacíficas (…) Además nadie puede eximirse de favorecer contextos en los que se tutele la dignidad de cada persona, especialmente de aquellas más frágiles e indefensas, desde el niño por nacer hasta el anciano, desde el enfermo al desocupado, sean estos ciudadanos o inmigrantes”. Y en este contexto el Papa recordó que él mismo es un” descendiente de inmigrantes que a su vez ha emigrado”, haciendo alusión a su padre, mitad francés mitad italiano, y a su madre de origen español, que emigraron a Estados Unidos donde él nació, y de joven, siendo miembro de la Orden de San Agustín, fue a trabajar a Perú y luego a Roma.
Sobre la verdad destacó que “No se pueden construir relaciones verdaderamente pacíficas, incluso dentro de la comunidad internacional, sin verdad. Donde las palabras asumen connotaciones ambiguas y ambivalentes, y el mundo virtual, con su percepción distorsionada de la realidad, prevalece sin control, es difícil construir relaciones auténticas”(…) La verdad no nos aleja, por el contrario, nos permite afrontar con mayor vigor los desafíos de nuestro tiempo, como las migraciones, el uso ético de la inteligencia artificial y la protección de nuestra amada tierra. Son desafíos que requieren el compromiso y la colaboración de todos, porque nadie puede pensar en afrontarlos solo”. El Pontífice subrayó además que “la Iglesia no puede nunca eximirse de decir la verdad sobre el hombre y sobre el mundo, recurriendo a lo que sea necesario, incluso a un lenguaje franco, que inicialmente puede suscitar alguna incomprensión”.
Mientras tanto trascendió que el Vaticano está negociando para confirmar el encuentro entre el Papa y el vicepresidente de Estados Unidos, JD Vance, este fin de semana, donde seguramente saldrán a relucir los conflictos actuales en el mundo.
El cuerpo diplomático
En nombre de todos los embajadores habló en la audiencia el decano del cuerpo diplomático, George Poulides, embajador de Chipre ante la Santa Sede, deseándole a León XIV que su “Pontificado esté marcado por la paz, el amor y la fraternidad”.
“Santo Padre, vivimos en tiempos siempre más complejos donde la humanidad es frágil y aparece desorientada y en la búsqueda de un muelle seguro -dijo el embajador-. El futuro aparece incierto y el optimismo de un tiempo ha desaparecido. Por un lado nuestro conocimiento ha aumentado, gracias a la ciencia” pero del otro lado “se agrandan las sombras de conflictos que aparecen insanables, se extienden las desigualdades sociales, se pierden las conexiones comunitarias dando ventaja al individualismo y a los egoísmos”. Pero el cuerpo diplomático ante la Santa Sede está determinado a “emprender con usted un camino de paz, la construcción de puentes para aliviar los sufrimientos del mundo, para reducir las consecuencias del cambio climático, para combatir las desigualdades, para ayudar a los últimos, los indefensos y los olvidados”, concluyó.
Superar la polarización
Paralelamente al encuentro del Papa con el cuerpo diplomático, en el Pontificio Instituto Agustiniano del Vaticano, se realizó un encuentro multinacional organizado por la Fundación Centesimus Annus Pro-Pontifice, para discutir sobre cómo superar la polarización que está azotando al mundo y reconstruir las bases éticas de la gobernabilidad global.
El comunicado que informó sobre el encuentro destacó que el mundo contemporáneo ha provocado una erosión del orden internacional creado después de la Segunda Guerra Mundial. “Las instituciones, los tratados y las normas que han garantizado un relativo equilibro global, hoy están en dificultad, amenazadas por las tensiones económicas, ambientales, geopolíticas y sociales. Algunos analistas sostienen además que ese orden se ha venido abajo”, subrayó. “La desviación del orden multilateral hacia el unilateralismo, de la cooperación hacia la competición desencadenada, de la diplomacia al enfrentamiento armado, ha provocado inseguridad, inestabilidad y pérdida de confianza. Se trata de un proceso que alimenta el miedo y destruye las bases de la convivencia”, indicó el texto. Y refiriéndose a Europa y su papel en el mundo, subrayó que “se requiere un cambio de mentalidad, superando el nacionalismo y abrazando una dimensión multinacional como vía para una verdadera cooperación”.
Según el secretario de estado vaticano, el cardenal Pietro Parolin, que fue el primero en intervenir en la conferencia, es importante buscar una gobernabilidad que lleve adelante la justicia social, que proteja a los más débiles y respete la dignidad humana. “Ninguna nación es una isla”, subrayó, añadiendo que las políticas migratorias deberían integrar a la gente y evitar las guerras y la pobreza. “La polarización no es insuperable, puede ser superada con la solidaridad”, dijo, destacando que creando “puentes a través del diálogo”, se podrá construir un mundo mejor.
Según Matteo Bugamelli, director ejecutivo para varios países europeos del Banco Mundial, es necesario estimular la cooperación con los países en desarrollo, financiando proyectos para el mejoramiento climático, desarrollando el sector privado y no sólo el público, ayudando a los países a afrontar la deuda pública, estimulando la transparencia y aumentando su capacidad de gestión de la deuda.
Entre los varios participantes, Rebeca Grynspan, secretaria general de la Conferencia de Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (UNCTAD), que se comunicó por video desde Ginebra (Suiza), destacó los numerosos países que gastan más en pagar las propias deudas públicas que en asistencia a sus poblaciones, porque tienen que hacer “elecciones difíciles para evitar el default”. Es necesario elaborar “mecanismos adecuados para reestructurar las deudas. Son demasiado lentos los mecanismos existentes”, dijo. Y en cuanto a las organizaciones internacionales subrayó que reforzar la gobernabilidad global requiere que “las instituciones internacionales creen un nuevo equilibrio”.
También intervino Rutendo Lerato Ngara, una joven africana considerada la guardiana de la cultura indígena de África, quien destacó las importancia de los conocimientos indígenas a nivel de la protección del ambiente y de la salud, completamente desprestigiados por las culturas occidentales. Según Ngara, los actuales problemas del mundo, los conflictos, desigualdades, crisis climática, fronteras, entre otros, “no son sólo problemas políticos sino éticos” y los indígenas “podrían ayudar a afrontar estos problemas”. “La crisis mundial debe poner la voz de los indígenas al centro” y escucharlos, permitiendo su “participación también para tomar decisiones”, dijo. “Debemos pasar de la gobernabilidad del mundo a su custodia y pensar en nuevos fundamentos donde la historia no se haga de conquistas sino de colaboración”, concluyó.