Cómo la migración más extensa de la prehistoria dio forma a la genética de los nativos americanos

Un amplio estudio genómico ha demostrado que los primeros pobladores de América realizaron la migración prehistórica más extensa de la humanidad, al recorrer a pie más de 20,000 kilómetros desde el norte de Asia hasta el extremo sur de Sudamérica, hace más de 100,000 años. Este hallazgo ofrece nuevas claves para comprender cómo las antiguas dinámicas poblacionales influyeron en la conformación genética de las poblaciones actuales del continente americano.
La investigación analizó secuencias de ADN de 1,537 individuos pertenecientes a 139 grupos étnicos minoritarios de Asia y América, con el objetivo de rastrear su origen, movimientos migratorios y el impacto de factores externos en su estructura genética y capacidad de adaptación.
Publicada en la revista Science, la investigación detalla que, durante el Pleistoceno tardío, los humanos se expandieron por Eurasia y eventualmente cruzaron hacia América. Los grupos asiáticos que alcanzaron la Patagonia completaron la migración más prolongada registrada desde la salida del ser humano moderno de África.
El ingreso a Sudamérica, una región hasta entonces despoblada, a través del istmo de Panamá, provocó un efecto fundador que derivó en una menor diversidad genética en comparación con Eurasia. Esta disminución se acentuó por el aislamiento geográfico que se mantuvo por más de 13,900 años, según el estudio.
Hasta ahora, los científicos no han logrado identificar con certeza al grupo asiático ancestral común de todos los pueblos originarios de América, debido a los múltiples intercambios migratorios a través del estrecho de Bering y a las mezclas genéticas con comunidades nativas locales. Estos procesos se prolongaron durante milenios, desde hace aproximadamente 5,000 años y hasta apenas siete siglos atrás.
El análisis sugiere que la separación entre las poblaciones de América del Norte y del Sur ocurrió entre 17,500 y 14,600 años atrás. En un periodo posterior, hace entre 14,000 y 10,000 años, surgieron los cuatro grandes linajes nativos de Sudamérica: amazónicos, andinos, chaqueños y patagónicos.
Falta de diversidad genética pone en riesgo a los pueblos nativos en riesgo
Durante los últimos 10,000 años, estas poblaciones han sufrido severas reducciones demográficas de entre 40 y 80%, lo que ha comprometido su supervivencia. El estudio señala que las características geográficas del istmo de Panamá dificultaron los intercambios migratorios, a diferencia de lo ocurrido en Eurasia. Este aislamiento favoreció una pérdida sostenida de diversidad genética, especialmente en genes clave para la defensa frente a enfermedades infecciosas.
“Esos migrantes portaron solo una fracción del acervo genético de sus ancestros a lo largo de su extenso recorrido. Por lo tanto, la reducida variabilidad genética también implicó una menor diversidad en los genes vinculados al sistema inmunitario, lo cual puede limitar la capacidad de una población para enfrentar distintos patógenos”, explicó Kim Hie Lim, coautora del estudio y profesora en la Escuela Asiática de Medio Ambiente de la Universidad Tecnológica de Nanyang (NTU, por sus siglas en inglés), en Singapur.
A pesar de ello, durante más de 13,000 años, estas comunidades lograron sobrevivir, incluso frente al impacto de la colonización europea y la llegada de nuevos agentes infecciosos. Sin embargo, los especialistas advierten que sus descendientes aún presentan una menor variabilidad genética, incluida la relacionada con la inmunidad.
Elena Gusareva, investigadora del Centro de Ingeniería de Ciencias Ambientales de la Vida de la NTU, explicó que los genomas de estos pueblos evolucionaron para adaptarse a entornos diversos y extremos. “Sin embargo, con el acelerado cambio climático actual, estas adaptaciones podrían volverse inadecuadas frente a las nuevas condiciones, lo que potencialmente generaría retos sanitarios para sus descendientes”, declaró al diario El País.
Los expertos concluyen que sus hallazgos subrayan la urgencia de que las autoridades de salud pública implementen medidas específicas para proteger e interactuar con las poblaciones indígenas, con el fin de mitigar la propagación de enfermedades y mejorar su acceso a servicios médicos. “Comprender cómo las dinámicas del pasado moldearon la estructura genética actual puede aportar un conocimiento más profundo sobre la resiliencia genética de la humanidad”, finalizó Kim Hie Lim.