Cocinaba mientras sus hijos dormían y hoy triunfa con su marca de alfajores

Celina Serrano (40) vive en Florencio Varela, tiene dos hijos y una historia de superación que decidió compartir para inspirar a otras mujeres. En plena pandemia y con solo $3.000—harina, dulce de leche, cacao y algo de materia prima que ya tenía en casa—empezó a fabricar alfajores artesanales. Hoy su emprendimiento, Alfajores Varelenses, produce más de 1.000 unidades por mes y ofrece más de 20 sabores. Todo lo hace sola, desde su casa, con trabajo constante y un fuerte propósito: dar trabajo a otras madres.
“Antes de ser mamá trabajaba en un estudio contable, pero cuando nacieron mis hijos decidimos que yo me iba a quedar en casa ocupándome de la crianza”, cuenta Celina, madre de Wendy (11) y de Mateo (8). Lejos del ritmo laboral, se enfocó en la vida familiar, aunque sin perder de vista una pasión heredada: la pastelería. “Había hecho unos cursos porque soñaba con hacerles las tortas de cumpleaños a mis hijos, como hacía mi mamá. Jamás lo pensé como una salida laboral”.
Durante la pandemia, empezó a cocinar para pasar el rato. Hacía alfajores para regalar a la familia y a sus amigos, una forma de compartir algo casero y hecho con amor en medio del confinamiento. Pero las reacciones fueron tan buenas que se animó a venderlos.
“Hacía una docena por día, o más si tenía pedidos. Me levantaba muy temprano, los chicos dormían, y yo arrancaba con los alfajores. Era una rutina muy intensa, llegué a producir hasta 100 alfajores en un solo día, trabajando desde la madrugada”, relata. Su entonces marido, policía en funciones, se encargaba de las entregas.
“El argentino es muy devoto de un alfajor. Siempre tengo el recuerdo de que en todos mis recreos había uno. Cuando salís a la calle y tenés hambre o querés comprarle algo a tus hijos, pensás en un alfajor, te vas de viaje y traes alfajores”. Con ese sentimiento y la convicción de que Florencio Varela merecía tener un alfajor propio, nació la idea de los Varelenses que por logo lleva un león en honor a Papelitos, la comparsa de Gualeguaychú donde desde hace 14 años Serrano baila.
Actualmente, produce más de 1.000 alfajores por mes y para asegurar la frescura del producto continúa trabajando a pedido. Por falta de tiempo y posibilidades de hacer entregas en zonas distantes, por ahora organiza envíos a particulares de la zona de Florencio Varela y alrededores y a algunas confiterías, kioscos, almacenes y dietéticas de la zona que le compran para revender. Además, cada viernes, Serrano despliega un puesto en la feria que se organiza en la plaza central de su barrio para productores.
Autodidacta, se formó en manipulación de alimentos, legislación sanitaria y habilitaciones. Obtuvo una habilitación provincial para producir desde un sector de su casa. “Todo tenía que ser legal. No solo rico, también tenía saludable y seguro.”
Aunque por ahora la distribución es limitada, su alcance va creciendo gracias al boca en boca y a las redes sociales donde comparte parte de su proceso, las ferias a las que asiste y las novedades del emprendimiento. Entre Instagram y Facebook, ya reúne más de 10.000 seguidores.
Todo a mano: Celina produce más de 1000 alfajores al mes desde su hogar
Serrano ofrece 20 sabores diferentes, entre clásicos y especiales: menta, frutilla, nuez, pistacho, dulce de leche, galletita de chocolate con bananita, y muchos más. “Los clientes ya están malcriados. Siempre vienen a las expos y me preguntan cuál es el sabor nuevo.”, cuenta. Los precios van de $2000 a $2500 por unidad, según el tipo de alfajor. Todos pesan unos 80 gramos y tienen como sello distintivo sus galletitas crocantes, que los diferencian del resto
La casa del león: el sueño de una fábrica que también abra puertas a otras mujeres
Aunque es ella quien amasa, hornea, baña y empaqueta cada alfajor, para Serrano, Alfajores Varelenses es un proyecto en plural: un trabajo que construye junto a sus hijos y por ellos. “Este es un emprendimiento familiar, es algo que hago para ellos, por ellos y pensando en su futuro”, afirma. Por eso, cada vez que cuenta su historia, lo hace con honestidad, mostrando tanto los logros como las dificultades.
Tras la pandemia, Celina tuvo un quiebre personal y decidió reinventarse: se dio cuenta de que hacía todo por su familia, pero nada por ella, y que necesitaba volver a apostar por sí misma y generar sus propios ingresos.

Celina siempre habla en plural: Varelenses es un proyecto familiar con sus hijos
Así, aferrada a sus alfajores, encontró una forma de ganar dinero sin resignar el cuidado de sus hijos ni el tiempo compartido con ellos. “Necesitaba tener mi trabajo, mi ingreso. Algo mío. Este emprendimiento me dio eso. Me permitió sobrevivir y hoy me permite proyectar.” La separación de su pareja, hace dos años, la llevó a redoblar esfuerzos. “No fue para nada fácil, he llorado, me ha agarrado mucha angustia pensando en qué iba a pasar si algún mes no vendía lo suficiente. Pero siempre dije: ‘Yo tengo que hacer todo para que funcione’. No tenía opción. Tenía que tirarme arriba de la parrilla y defenderla a muerte. Y me funcionó.”
Ahora cada peso que recauda en ferias y ventas, Celina lo reinvierte en lo que llama su mayor sueño: construir su propia fábrica de alfajores. Ya tiene el terreno, ubicado en una zona industrial de Florencio Varela, y está acopiando materiales. Junto a un arquitecto, trabaja actualmente en la gestión de los permisos de construcción. “Estoy muy entusiasmada. Es un sueño. Si todo sale bien, a mediados o fines del año que viene ya estará lista.”
La fábrica, a la que ella llama “la casa del león”, no solo le permitirá aumentar la producción, sino también cumplir otro gran objetivo: generar empleo para mujeres que, como ella, buscan conciliar la vida laboral con la maternidad.

La emprendedora comenzó en su casa, con una inversión de 3.000 pesos
La fábrica funcionará con una lógica de turnos: cinco mujeres por la mañana y cinco por la tarde. “Pienso en islas de trabajo: la que etiqueta, la que arma, la que baña. Todo muy organizado, pero respetando también las necesidades de quienes somos madres. Quiero que puedan trabajar tranquilas y maternar sin culpas, en un espacio que las entienda y las acompañe.”
Serrano define a su emprendimiento como una historia real para contar. Y quiere que esa historia abra caminos para otras. “Siempre les digo a las mujeres que para llevar adelante un emprendimiento hay que tener constancia. A veces las cosas no salen como uno las planea, pero hay que ir construyendo, acompañando el proceso, poniendo garra. Si yo pude, otras también pueden.”, concluye la creadora de los Alfajores Varelenses.