Se agrava la salida de dólares, pero Javier Milei dice que no le preocupa

El dato confirmó lo que todo el mercado ya suponía: el déficit de la cuenta corriente -que mide los dólares que salen del país en comparación con los que entran- continúa gozando de buena salud, y en abril acumuló 11 meses consecutivos.
Si bien la cifra fue menos abultada que en los últimos meses –u$s636 millones tras un cuatrimestre con números encima de u$s1.000 millones-, la preocupación no se disipa del mercado. Porque, lejos de considerarse esta reducción del déficit como un cambio en la tendencia, se lo interpreta como el resultado natural para esta época del año, en que se empieza a acelerar la entrada de dólares por la exportación agrícola y disminuye la salida de turistas.
Además, lo que se está previendo es que en los próximos meses haya un aumento de las importaciones, y no sólo las “buenas” -la de insumos de la industria por el crecimiento de la economía- sino también las vinculadas al consumo, luego de los anuncios de reducción de aranceles en varios rubros.
Los números son bien elocuentes: las importaciones crecen a un impactante ritmo de 35% interanual, mientras las exportaciones apenas lo hacen al 5,8%. Y, si no hubiera sido por el aporte del petróleo, la balanza comercial ya habría acumulado un déficit de u$s1.419 millones. Como para tener una referencia de lo que implican estas cifras, el gobierno acaba de celebrar como un hito histórico el retorno al mercado internacional de crédito con la emisión de un bono por u$s1.000 millones.
El talón de Aquiles del modelo económico de Luis Caputo
Lo cierto es que el rojo de la cuenta corriente, que a principios de año era visto como un fenómeno poco preocupante, hoy está transformándose en el “talón de Aquiles” del modelo económico de Milei. De hecho, las consultoras que pronosticaban que ese “rojo” se ubicaría en 0,5% del PBI hoy ya están asumiendo que será no menos de 1,5%.
Las principales expresiones de alarma apuntan a cómo se financiará esa avalancha importadora destinada al consumo. En principio, lo que resulta claro es que los dólares del FMI están vedados para ese propósito, ya que su sentido principal no es el saneamiento del balance del Banco Central y no la compra de celulares importados.
En teoría, si se cumplieran las proyecciones realizadas por Toto Caputo y su equipo, no debería haber inconveniente en que con los propios recursos de la economía argentina se pueda financiar estas compras, dado que la balanza de bienes más la de servicios debería dejar un robusto superávit de u$s20.000 millones.
Sin embargo, en el mercado hay un escepticismo cada vez mayor sobre esos pronósticos oficiales. Más bien, las proyecciones apuntan a que la cuenta corriente deje un déficit de u$s8.000 millones, sobre todo por el rojo en el rubro servicios.
Turismo y compras, a full
Una vez más, entre los rubros que generan mayor salida de divisas se encuentra “Viajes, pasajes y otros pagos con tarjeta”, que dejó un déficit de u$s765 millones. No todo ese monto corresponde a turismo, sino que buena parte se explica por las compras online hechas por particulares, cuya operatoria se ha flexibilizado.
Todo apunta a que ese rubro irá en ascenso: en mayo, por lo pronto, el evento Hot Sale tuvo ventas por el equivalente a u$s497 millones, y varios de los rubros más vendidos son típicamente pagados en dólares.
Como siempre, el BCRA trata de relativizar la gravedad del tema, al afirmar que aproximadamente la mitad de los dólares que salen por turismo y por gastos con tarjeta en el exterior son hechos con los propios “dólares del colchón”, por lo que no implican un sacrificio de reservas.
Sin embargo, ya resulta inocultable cierta ansiedad en el mercado, que se refleja en mayor volatilidad cambiaria y en búsquedas de cobertura de los inversores. Sin ir más lejos, en el reciente bono en pesos para los fondos extranjeros, la elevada tasa de 29,5% que tuvo que pagar Caputo fue atribuida a la incertidumbre sobre la sostenibilidad a largo plazo del nuevo esquema cambiario.
Y un día volvió la fuga de capitales
Para empeorar la situación, en abril, coincidiendo con el levantamiento del cepo, volvió a sentirse con fuerza la compra de dólares por parte de los pequeños ahorristas. Eso llevó a que, después de un año con superávit financiero, otra vez se registró un déficit.
Hablando en plata, los ahorristas compraron u$s1.938 millones solo en las dos semanas de abril en las que ya no rigió el cepo. Lo cual predispone a suponer una suba en los próximos meses.
De esta manera, volvió a registrar déficit el rubro “formación de activos externos del sector privado no financiero”, lo que en la jerga popular se conoce como “fuga de capitales”, que llegó a un monto de u$s2.010 millones en abril.
En definitiva, ahora ya no solamente hay déficit en la cuenta corriente -que mide el intercambio de bienes y servicios del país con el exterior- sino que, por primera vez en nueve meses, también volvió el déficit de la cuenta financiera.
Para Javier Milei no es un problema
Pero lo que echó nafta a la polémica fue que, el mismo día en que se iban a conocer estos datos, Javier Milei publicó una columna de opinión en la que explica los fundamentos de su modelo económico para consolidar el crecimiento económico.
Y así como antes había criticado al “disco rayado” del atraso cambiario, ahora tuvo un párrafo especial para quienes advierten por el rojo en la cuenta corriente.
Afirmó el presidente: “Debería quedar claro que pensar una estrategia liderada por las exportaciones tampoco tiene sentido, ya que implica exportar ahorro y por ende menos inversión (a pesar de los llorones del déficit de cuenta corriente, el cual solo es malo si es fruto del desequilibrio fiscal y no de la decisión privada”.
Es un párrafo que ya está generando polémica, porque el déficit de la cuenta corriente ha sido, históricamente, el preludio de crisis que terminaron en devaluaciones traumáticas.
Es, además, algo que ha ocurrido en gobiernos de todos los signos ideológicos: desde comienzos de los años 80, cuando se rompió la “tablita cambiaria” tras un déficit récord de 6% del PBI, pasando por la crisis del plan Austral que derivó en la hiperinflación de 1989 -con un previo déficit de cuenta corriente de 4%- y por el colapso de la convertibilidad -anticipado por el déficit de 4,8% en 1998.
Ya en este siglo, la llegada del cepo de Cristina Kirchner coincidió con la pérdida del superávit en 2010, y luego el daño del déficit de cuenta corriente se evidenció en toda su intensidad en 2018, cuando un rojo de 5,2% del PBI llevó a Mauricio Macri a la devaluación y al salvataje del FMI. Y, finalmente, cuando asumió Javier Milei se encontró con un déficit de u$s21.000 millones, equivalente a un 3,3% del PBI.
Apuesta al carry trade y ¿un mensaje al FMI?
Sin embargo, Milei no parece preocupado por estos antecedentes, porque desde su punto de vista, esos déficits en la cuenta corriente eran, sobre todo, una expresión del déficit fiscal. Y no por casualidad, en los últimos días los funcionarios se dedicaron a marcar las diferencias entre el modelo actual y el que rigió durante la gestión de Mauricio Macri, que al llegar a su crisis cambiaria tenía -además de un abultado rojo en cuenta corriente- un déficit fiscal primario de 4% del PBI.
Según el punto de vista oficial, el déficit de la cuenta corriente no debería, entonces, ser visto como un síntoma de que el país gasta más dólares de los que puede generar, sino de que la economía está en crecimiento. Y, desde esa óptica, la forma de equilibrar es con la entrada de capitales externos.
Es un tema que genera dudas entre los economistas. “El gobierno apuesta a acumular reservas no con la cuenta corriente sino por la cuenta capital; y ahí está su desafío, ver si consigue dólares y qué dólares. Porque no es lo mismo los que entren por seis meses para hacer carry trade que los que vengan a ser hundidos en inversiones”, afirma uno de los consultores más escuchados por las empresas.
Pero hay, además, otro problema que no queda muy claro a primera vista y, sin embargo, podría traer conflictos a futuro: entre “los que lloran déficit de la cuenta corriente” no sólo se ubican los economistas críticos de Milei sino también, y en lugar destacado, el Fondo Monetario Internacional.
De hecho, una constante en todos los programas del FMI ha sido buscar el equilibrio de esa cuenta, que es la que asegura la recomposición de reservas y la capacidad de repago de las deudas.
¿Estará el presidente enviando un mensaje también a los técnicos del Fondo, como ya lo había hecho cuando se discutió el esquema cambiario del crawling peg?