La grieta menos pensada | Sobre la sanción a los chicos que se fotografiaron con un ídolo del club rival

Hay noticias que son inexplicables, como la que se viralizó esta semana acerca del club Newell’s Old Boys. El episodio sucedió hace casi dos meses, pero se viralizó esta semana: sancionaron a seis nenes de 9 años solo por sacarse una foto con Ignacio Malcorra, jugador de Rosario Central. Repito, por si no queda claro: unos chiquitos fueron penados por fotografiarse con un jugador del club rival al que pertenecen. La medida disciplinaria consistió en separarlos durante tres meses de los entrenamientos en el club y además, retirarles una beca que tenían. Cuando leí esto, lo primero que pensé fue que era una falsa noticia: ¿cuál sería la conducta por sancionar? No podía ser cierto.
Carlos Panciroli, exarquero de Newell’s que está a cargo del predio Malvinas Argentinas, el lugar donde entrenan los nenes, dio una nota al diario La Capital, de Rosario, afirmando que a los chicos efectivamente se les había quitado la beca, previo consenso con los padres, que acordaban con la medida. En esas declaraciones, ubicó a los nenes como las víctimas, ya que la foto la generaron los padres y explicó que lo decidido había sido un “correctivo” interno, para que no se repitieran estos errores. Según el entrenador, cada uno puede hacer lo que quiera, pero no con la ropa del club, por lo que la medida se toma para sentar un precedente.
El descargo del exarquero generó mucha indignación: ¿acaso no deberíamos enseñar lo contrario? En un país futbolero como es Argentina, la intolerancia ya nos dejó sin hinchada visitante. Es un mensaje totalmente equivocado. Sabemos que en Rosario el clásico es algo que se toma en serio, pero esto es el colmo de la ridiculez. Como si fueran símbolos patrios mancillados, el escudo y la camiseta no pueden aparecer en fotos con rivales, vistos como enemigos.
La ridícula medida del club, de todos modos, refleja cómo estamos. Leía que Juan Álvarez, dirigente del club y encargado de este predio, justificaba la decisión explicando que habían sido amenazados por la barra, los propios hinchas. En su intento de argumentación quitaba la culpa de los chicos y luego decía que ellos representaban a un club grande y que Newell’s debía estar “por encima de todo”. También señalaba que cuando alguien recibe una beca “tiene que tomar cierta responsabilidad”. Uno de los padres afectados salió a desmentir todo en un programa de Telefé Rosario: según él, los citaron a una reunión y solo dijeron que los nenes por tres meses no podían jugar. Ni fue consensuado y ni se charló. Fue un aviso.
Para generar más confusión, el presidente del club, Ignacio Astore, habló con reinaldo Sietecase en La inmensa minoría y, entre otras cosas, dijo que algunos de los padres habían querido sacar a los nenes del club porque habían recibido amenazas telefónicas, que no existía sanción y que niños iban a volver a retomar su actividad deportiva de manera normal.
Que un hincha piense y actúe de manera irracional, quizás lo puedo comprender, pero un dirigente cumple un rol en la toma de decisiones. Que no dé el ejemplo es inaceptable. Las malas lenguas sostienen, además, que el presidente es muy cercano a la barra brava y a la banda de Los Monos.
En el comunicado oficial que Newell’s tuvo que publicar por el revuelo que se armó, se desmiente insistentemente la existencia de una sanción institucional, pero sí confirman que el club los apartó temporalmente de los entrenamientos. Pónganle el nombre que quieran, muchachos, pero es un modo de disciplinarlos para enseñarles lo que se puede y lo que no se puede hacer. Por otra parte, si alguna de las amenazas que mencionan ocurrió, también deberíamos estar hablando de ello. ¿Cómo puede haber adultos, incluso padres y madres de familias, que avalen una medida así? No me queda claro si la gente está anestesiada y no reacciona colectivamente ante semejante torpeza por parte del club o está de acuerdo.
¿Cuál sería el precedente que se sienta? Que la tolerancia y el espíritu sano de competencia se castigan. El reconocimiento del otro como un rival que no tiene nada en común con uno, del que debemos estar apartados, debe quedar claro. Se habla mucho de promover un fútbol sin violencia y después en los actos se reafirma la grieta. ¿Cómo se le explica a un nene de 9 años que por tres meses no puede ir a jugar al fútbol? Si yo tuviera esa edad, aprendería la enseñanza en seguida: la culpa la tiene mi enemigo, no debo acercarme a mi rival, no comparto nunca más nada con alguien que no sea de mi equipo. ¿Les suena esta situación en otros ámbitos?
Me parece increíble que el fanatismo lleve a tal punto de necedad a los adultos. El fútbol es un deporte y deberíamos celebrar que nuestras infancias estén practicando un deporte en un club y no en la calle o jugando a la play. Estamos hablando de nenes de 9 años, que se tomaron una foto con un ídolo del fútbol. ¿Vamos a darles ese mensaje? Si no podemos ver el lado bueno de esa acción, nuestra sociedad está destinada al fracaso.