River, eliminado: esfuerzo, decepción y un golpe inesperado en Seattle

River deberá barajar y dar de nuevo, con autocrítica, refuerzos y objetivos claros. Porque si sueña con conquistar América, necesita mucho más que amor propio.
River Plate se despidió prematuramente del Mundial de Clubes 2025, dejando una sensación amarga entre los más de 40 mil hinchas que colmaron el Lumen Field de Seattle. Lejos de Miami y más cerca de Alaska, el aliento no alcanzó para evitar una eliminación en fase de grupos que duele más por el contexto que por los resultados.
El equipo de Marcelo Gallardo mostró su peor versión en el debut ante el flojo Urawa Red Diamonds, pese al 3-1 final. Luego, mereció vencer a Rayados de Monterrey y jugó de igual a igual ante el Inter de Milán, actual subcampeón de Europa. Sin embargo, la jerarquía del equipo italiano, el desgaste físico y la expulsión de Martínez Quarta inclinaron la balanza.
River necesitaba ganar o convertir para pasar, sabiendo que el Urawa no ofrecía resistencia en el otro partido del grupo. Lo intentó, presionó, tuvo buenos momentos y hasta arrinconó al Neroazzurro por tramos. Sin embargo, volvió a fallar en los últimos metros. Inter, con menos esfuerzo, generó más peligro y terminó sellando el 2-0 con justicia.
Armani fue figura, como tantas veces, y el Huevo Acuña se destacó por entrega y temple. El resto del equipo mostró altibajos, especialmente Franco Mastantuono: con solo 17 años, el juvenil no logró demostrar por qué el Real Madrid lo eligió como futuro crack.
La conformación del plantel también quedó en el centro de la crítica. Con una inversión superior a los 50 millones de dólares, River terminó jugando un partido decisivo con Kranevitter sin ritmo, un Aliendro lejos de su mejor nivel y un Borja que volvió a ausentarse en un momento clave. Gallardo tuvo que recurrir a un juvenil sin experiencia profesional para cubrir el mediocampo ante un rival top.
El equipo solo perdió dos partidos en todo 2025 (Estudiantes e Inter), pero la sensación general es que quedó en deuda. El golpe no solo es futbolístico: es emocional, porque su gente hizo un esfuerzo enorme para acompañarlo, generando la mayor convocatoria del torneo en un punto remoto del planeta. Se fueron cantando “Quiero la Libertadores”, pero este presente deja más dudas que certezas.