“Pelotudo”, “bruto” y “zar de la miseria”: las descalificaciones públicas de Milei a Kicillof y un estilo que abre debate

Durante un acto en La Plata y luego en redes sociales tras el fallo que obliga a Argentina a entregar el 51% de YPF, el Presidente Javier Milei lanzó una serie de insultos y agravios personales contra Axel Kicillof. La virulencia de sus palabras reabre la discusión sobre los límites del discurso político en democracia y la imagen internacional del país.
El presidente Javier Milei volvió a protagonizar una fuerte escalada discursiva contra el gobernador bonaerense Axel Kicillof, a quien descalificó con términos como “pelotudo”, “pichón de Stalin”, “burro” y “zar de la miseria”, tanto en un acto público como en su cuenta oficial de X (ex Twitter).
Las expresiones se dieron en dos contextos distintos pero conectados por un mismo blanco: el congreso de La Libertad Avanza en La Plata, realizado el sábado 29 de junio, y el fallo judicial del 30 de junio en Estados Unidos que condena al Estado argentino a entregar el 51% de las acciones de YPF y podría costarle al país USD 16.000 millones.
Un discurso de campaña cargado de insultos
En el cierre del congreso partidario de LLA en la ciudad de La Plata, Milei se metió de lleno en la campaña electoral de la provincia de Buenos Aires, de cara a las legislativas del 7 de septiembre. Durante más de media hora, criticó duramente la gestión de Kicillof y lo responsabilizó por el deterioro económico y social del distrito.
Pero el tono fue mucho más allá de una confrontación política: lo llamó “pelotudo”, “soviético”, “burro eunuco”, “zar de la miseria”, “pichón de Stalin” y “monarca diminuto”, entre otras frases que sorprendieron incluso a simpatizantes libertarios.
Además, ironizó: “Si me corren un poco creo que hasta tiene dificultades para hacer un cero con un vaso” y dijo que debían explicar los conceptos económicos con ejemplos “APB: apto para boludos”, rematando: “Espero que lo entienda hasta Kicillof”.
El “fallo contra Kicillof” por YPF y una reacción furiosa en redes
Al día siguiente, el Presidente publicó un extenso mensaje en su cuenta oficial de X donde responsabilizó directamente a Kicillof por el fallo en el caso YPF. La jueza Loretta Preska resolvió que Argentina deberá entregar el control accionario de la petrolera estatal, en una causa originada por la estatización de 2012.
En su posteo, Milei escribió en mayúsculas “UN FALLO CONTRA KICILLOF” y calificó al gobernador como “el inútil soviético” y “pelotudo”, expresiones que cerraron un mensaje con fuertes acusaciones políticas, económicas e incluso personales.
“Pasaron más de 10 años y los argentinos seguimos sufriendo las consecuencias del peor gobierno de la historia. PD: YO AVISÉ QUE EL SOVIÉTICO ES UN PELOTUDO”, escribió el mandatario en un tono que generó un amplio revuelo.
¿Es apropiado este estilo para un Presidente?
El uso reiterado de insultos y descalificaciones personales desde la figura institucional del Presidente plantea un debate de fondo. ¿Es justo y constructivo este tipo de confrontación verbal? ¿Nos deja bien parados como país ante el mundo? ¿Se puede gobernar con este tipo de lenguaje?
La libertad de expresión no está en discusión, pero la investidura presidencial conlleva responsabilidades comunicacionales. Las palabras de Milei no solo repercuten a nivel interno, sino que también impactan en la percepción internacional de Argentina, especialmente en momentos de altísima sensibilidad jurídica y financiera, como lo es el caso YPF.
Un jefe de Estado que insulta a un gobernador usando términos como “burro eunuco” o “pelotudo” pone en riesgo la institucionalidad, el diálogo político y el prestigio diplomático del país. No se trata de censura, sino de responsabilidad discursiva y madurez democrática.
En democracias consolidadas, la crítica política suele sustentarse en argumentos, datos y contraste de ideas, no en descalificaciones personales. Y en contextos internacionales complejos como el que atraviesa Argentina, la imagen presidencial es parte del activo estratégico de la Nación.
¿Qué efecto tiene este estilo en la ciudadanía?
A nivel interno, el uso sistemático de insultos puede profundizar la grieta, naturalizar la violencia verbal y desincentivar el debate respetuoso. Para muchos sectores de la sociedad, este tipo de expresiones son incompatibles con el rol institucional que representa el Presidente.
Aun quienes coinciden con parte del diagnóstico económico de Milei, cuestionan su forma de comunicar y su tendencia al agravio directo como método de confrontación. Y no son pocos los analistas que ven en este estilo un intento de mantener centralidad mediática y fidelizar a su base de apoyo más radical.
¿Se puede gobernar un país con insultos? ¿O la tarea requiere templanza, liderazgo y respeto por el adversario político? Esas son algunas de las preguntas que hoy vuelven a estar sobre la mesa.