por qué expertos anticipan un ajuste inevitable del tipo de cambio

Tras el fallo adverso contra YPF, el dólar minorista se vende este martes a $1.215 en las pantallas del Banco Nación. En el segmento informal, el dólar blue se negocia con un incremento de quince pesos, a $1.230. En el segmento financiero, el contado con liquidación (CCL) avanza 0,6% hasta $1.216, mientras que el dólar MEP gana 0,1% y se negocia en $1.211. Por su parte, el tipo de cambio mayorista se ubica en $1.202.
Durante los primeros meses del año, la economía argentina sorprendió con indicadores positivos. El rebote de la actividad, motorizado por el consumo privado, pareció consolidar una recuperación más sólida de lo previsto. Esta expansión fue impulsada por tasas reales negativas, el aumento del crédito y un fuerte dinamismo turístico. Sin embargo, analistas relevados por iProfesional advierten que estos motores se debilitan y dejan en evidencia desequilibrios crecientes, especialmente en el frente externo y laboral.
Los analistas subrayan que, si bien la baja de la inflación sigue siendo el mayor logro económico hasta el momento, surgen dudas sobre la sostenibilidad del actual modelo. La reaparición del déficit de cuenta corriente, el estancamiento del empleo formal y la fragilidad en la acumulación de reservas generan un entorno más incierto. En este contexto, el tipo de cambio permanece contenido cerca del centro de la banda, pero ya muestra señales de atraso respecto al nivel de equilibrio proyectado.
El crecimiento, advierten, comienza a mostrar signos de fatiga. Mientras algunos sectores aún mantienen cierta tracción, como el consumo durable y la energía, otros clave como la industria y la construcción continúan rezagados. El mercado observa con atención cómo el Gobierno podrá sostener esta estabilidad sin postergar por más tiempo medidas que fomenten la inversión y el empleo de calidad.
La credibilidad del programa económico, coinciden analistas, dependerá de su capacidad de combinar la estabilidad de precios con una recuperación más amplia y sostenida. De no lograrlo, el mercado comenzará a incorporar un escenario de corrección cambiaria más agresiva en el corto o mediano plazo.
De la recuperación al dilema: inflación baja vs. crecimiento débil
Econviews sostiene que la etapa expansiva inicial ya quedó atrás. El alivio del impuesto inflacionario, junto con la política de tasas negativas, facilitó un rebote importante en la actividad, generando una “V” que ya comienza a perder forma. Ahora, el programa económico atraviesa una transición que presenta resultados menos vistosos y nuevas tensiones estructurales.
Uno de los dilemas más visibles, según la consultora, es la clásica curva de Phillips, que refleja la dificultad de bajar la inflación sin afectar la actividad económica. Esta tensión entre estabilidad y crecimiento se vuelve más evidente a medida que el esquema de ancla cambiaria y altas tasas de interés empieza a mostrar sus límites. A diferencia de etapas previas, donde el cepo moderaba algunos efectos, hoy el desafío está más expuesto.
La postura oficial parece inclinarse a favor de sostener la baja de la inflación, incluso a costa de enfriar la actividad. Econviews remarca que en un esquema de tipo de cambio relativamente estable, el único ancla disponible es la tasa real de interés, que ya supera el 10% anual. Esto implica que el costo del crédito es cada vez mayor, limitando el consumo y la inversión privada.
El riesgo de esta estrategia, según los analistas, es que el crecimiento pierda fuerza antes de lograr un rebote sostenido del empleo y la inversión. En este punto, la política económica se encuentra ante una encrucijada que deberá resolver sin deteriorar la confianza que ha logrado construir hasta ahora.
Consumo agotado y crédito más caro: el freno llega a la calle
GMA Capital también advierte sobre un cambio en el ritmo de crecimiento. Tras un arranque de año sólido, el dinamismo se moderó. El crédito al sector privado, que venía creciendo con fuerza, empezó a desacelerarse. Aunque aún se expande, lo hace a un ritmo más lento, afectado por el endurecimiento de las condiciones financieras.
La morosidad se mantiene baja, pero comienza a repuntar. Lo mismo ocurre con los cheques rechazados, lo que sugiere que la solvencia de hogares y empresas se está deteriorando. Con tasas muy positivas, las deudas no se licúan con la inflación, lo que obliga a una mayor selectividad por parte del sistema bancario.
El consumo, principal motor del rebote, empieza a mostrar fatiga. Aunque los salarios reales cayeron en marzo y abril, lo más preocupante es el estancamiento del ingreso disponible. Los hogares enfrentan mayores costos en salud, educación y servicios públicos, lo que reduce su margen de gasto discrecional.
Además, el turismo y la compra de bienes importados actúan como una válvula de escape que compite directamente con el consumo local. Esto limita el efecto multiplicador del gasto interno, al tiempo que refuerza el desequilibrio en la balanza de servicios.
Déficit de cuenta corriente y empleo precario: señales rojas del modelo
GMA Capital advirtió que el rebrote del déficit de cuenta corriente encendió una alerta importante. Durante el primer trimestre de 2025, Argentina registró un déficit de casi u$s 5.200 millones, equivalente al 0,8% del PBI. Este rojo duplicó la estimación anual del FMI, y fue financiado con ingreso de capitales y pérdida de reservas.
El superávit comercial cayó a u$s 2.100 millones, mientras que el déficit en servicios trepó a u$s 4.500 millones, el peor desde 2006. Casi el 75% de ese desequilibrio obedeció al turismo. A esto se sumó un déficit de ingresos primarios de u$s 3.300 millones por intereses de deuda, parcialmente compensado por una cuenta secundaria levemente positiva.
Por el lado del mercado laboral, los datos también preocupan. La tasa de empleo apenas se movió y el desempleo subió a 7,9%. Más grave aún es el deterioro de la calidad del trabajo: el empleo asalariado cayó al 32,3% de la población y el cuentapropismo informal avanzó al 18,7%.
Este panorama limita la capacidad del consumo privado para seguir impulsando la actividad. Sin una mejora clara en inversión o exportaciones, el motor doméstico pierde potencia, y con él, la sostenibilidad del crecimiento.
Tipo de cambio: estable pero presionado desde varios frentes
Pese a la calma en el dólar oficial, GMA Capital advirtió que el Banco Central incrementó sus ventas de futuros en mayo, alcanzando casi u$s 2.000 millones. Aunque en junio esa estrategia se moderó, el tipo de cambio real se encuentra por debajo del nivel de equilibrio proyectado, estimado en torno a $1.315 para mediados de 2026.
Esto implica una expectativa de apreciación cercana al 10%, que si bien no sugiere una crisis inminente, sí marca una presión latente. El tipo de cambio se mantiene en la zona media de la banda, pero su estabilidad depende de sostener el ingreso de divisas, ya sea por exportaciones o por deuda.
El Banco Central y el Tesoro han realizado esfuerzos para fortalecer las reservas. Operaciones como el Bote 2030 por u$s 1.500 millones y un REPO reciente por u$s 2.000 millones ayudaron a contener la situación. Aun así, los analistas insisten en que el verdadero termómetro es la capacidad del Tesoro para comprar dólares sin desarmar la estrategia fiscal.
En la última semana de junio, esa compra se logró por u$s 200 millones, una cifra alentadora, aunque insuficiente para revertir la dinámica estructural. La credibilidad del programa económico depende cada vez más de sostener este tipo de señales.