24DigitalWeb

Publicidad y Comunicación

“La ola de frío es una consecuencia del cambio climático” | Especialistas y ambientalistas analizan el fenómeno de las bajísimas temperaturas



Este miércoles fue el día más frío de los últimos 34 años en la Ciudad de Buenos Aires –alcanzó los 1,9 bajo cero– y en El Palomar –localidad bonaerense de zona oeste– la mínima llegó a -7,4 grados, por lo que hizo más frío en la provincia de Buenos Aires que en Tierra del Fuego. El Servicio Meteorológico Nacional (SMN) confirmóque se dieron todas las condiciones para declarar oficialmente la ola de frio en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA).

Sin embargo, Cindy Fernández, vocera del SMN, comentó en comunicación con Página/12 que se declaró la ola porque se cumplieron ciertas temperaturas mínimas y máximas durante tres días consecutivos, “pero mirando los pronósticos del jueves en la ciudad de Buenos Aires, ya la temperatura máxima pronosticada no cumple con el criterio de ola de frío”.

De todas formas, varias localidades tienen una ola de frio cercana a los cinco días: Trelew, Puerto Madryn, Puerto Deseado, entre otras. “El frío empieza a aflojar a partir de ahora. De hecho ya se espera que las temperaturas empiecen a aumentar de a poquito y es probable que la ola de frío se corte“, añadió Fernández.

Para la meteoróloga es llamativo las temperatuas muy bajas en muchas localidades: “estamos hablando de temperaturas de 15 grados bajo cero o casi 19 grados bajo cero en algunos sectores de Patagonia. Cuando tenemos erupciones de aire muy frío, esos son valores que se alcanzan”, aclaró. En Chubut, las bajas temperaturas congelaron la Cascada de Opazo, de 30 metros. Este fenómeno natural no es la primera vez que se produce, pero sorprendió por el grado de petrificación y la poca presencia de agua líquida en movimiento. 

Cascada de Opazo, en Chubut, congelada.

También causó revuelo que la cascada Salto del Tigre, de casi 22 metros de altura –ubicada entre Córdoba y San Luis– se congelara. La zona en la que se ubica alcanzó los 6 grados bajo cero.

Aunque Fernández también recordó que el año pasado “tuvimos cuatro días consecutivos con temperaturas de 7 grados bajo cero en el Palomar” y antes y después de ese período hubo temperaturas muy bajas.

Diferentes meteorólogos coincidieron en una de las consecuencias del cambio climático es que la temperatua varíe entre extremos, tanto de mínimas cuanto de máximas. Aseguraron que en las últimas décadas la corriente circumpolar antártica –de vientos muy fuertes que rodean la Antártida– se está debilitando y el aire frío de la Antártida se escapa y se desplaza hacia otras latitudes. Por eso, existen estas erupciones de aire frío y se pueden alcanzar los extremos de bajas temperaturas.

Bruno Sitore, integrante de Jóvenes por el Clima, explicó: “cuando hablamos de cambio climático, pensamos en el calentamiento global, pero en realidad lo que sucede es que aumenta la variabilidad climática y los fenómenos climáticos extremos. No es sólo que aumenta la temperatura y en verano voy a tener más calor, sino que tiene que ver con una mayor ocurrencia, mayor intensidad y mayor frecuencia de fenómenos climáticos extremos como inundaciones y sequías”. Y tamién olas de calor y de frío más virulentas, más largas y que se presentan tanto temprana como tardíamente.

“Hay varios peligros: por un lado, el negacionismo climático y, por otro, el sentimiento de desesperanza que producen los efectos de la crisis. Cuando vemos Bahía Blanca o la provincia de Buenos Aires inundada, vemos todas las pérdidas y nos damos cuenta de que individualmente no podemos hacer nada. Eso genera un sentimiento de angustia, de apatía que es muy peligroso. Hoy incluso, mirando a los riesgos en términos de información, me preocupa más la apatía climática que el negacionismo abierto”, aclaró.

Sitore argumentó que mientras que el negacionismo se puede combatir y que eventualmente será imposible negar la crisis climática, la apatía es un problema “más grande porque es un reconocimiento de la crisis y una resignación a no actuar”. Los eventos climáticos extremos tienen un impacto directo en la cuestión económica de los países y de los individuos: “si tenemos menos plata tenemos menos presupuesto para poder adaptarnos a la crisis, el impacto psicológico y el impacto social de tener poblaciones cada vez más pauperizadas y países que, en vez de ganar plata, la pierden y no pueden invertirla en bienestar”, agregó.

Pero, el militante ambientalista resaltó las responsabilidades diferenciadas entre los países: no es lo mismo ser Argentina que ser Estados Unidos –el responsable de alrededor del 20% de las emisiones históricas de gases contaminantes– por su régimen de consumo y de producción. “Los modos de consumo y producción, sobre todo de los países del norte global, generan un sobregiro de la Tierra, que los recursos no den abasto y esto cada vez se vuelve más manifiesto y más profundo. Ese es el gran problema”, afirmó.

Este jueves, mañana,  Argentina alcanza ese día donde agota los recursos que puede regenerar en un año. “Intentamos consumir recursos infinitos y obtener un crecimiento infinito en un planeta que es finito. Eso por lógica misma es imposible”, sostuvo Sirote.

En ese sentido, Matías Arrigazzi,
especialista en biodiversidad de Greenpeace Argentina, indicó: “Proteger los bosques, conservar los glaciares y promover una transición energética justa son
pasos fundamentales si queremos construir un modelo de desarrollo que esté alineado con
los ciclos de la naturaleza y no en su contra
“. 

“Los efectos de esta crisis los vamos a vivir en los próximos 10, 20, 30, 50 años. Los efectos de las emisiones que estamos viendo hoy nos van a afectar de una forma muchísimo más precipitada que la que nos afecta hoy. Entonces, me parece importantísimo que los jóvenes estemos organizados y podamos participar en cuestiones de política climática, sobre todo en un contexto de derechas que incluso son negacionistas del cambio climático”, añadió Sirote.

Informe: Natalia Rótolo.



Pagina12

Copyright © All rights reserved. | Newsphere by AF themes.