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La ciencia argentina, a un paso de un noqueo irremontable | El gobierno pone contra las cuerdas a los organismos científicos



El decreto del viernes que modificó la composición del directorio de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i), tiene el objetivo de recortar aún más la autonomía de un organismo que, de cualquier manera, ya estaba desmantelado. Creado para gestionar los fondos que garantizan los proyectos de científicos y científicas, desde diciembre de 2023 sus capacidades se encuentran prácticamente paralizadas. Con la reducción del directorio (de 10 miembros solo serán 2), además, se asegura una mayor arbitrariedad en la orientación de los pocos fondos que se dispongan, por ejemplo, hacia investigaciones que el gobierno considere “estratégicas”, es decir, redituables. Una norma similar, anticipan investigadores a este diario, podría modificar el directorio del Conicet, el organismo rector de ciencia y técnica en el país. Así es cómo, sin financiamiento, muchas líneas de trabajo podrían sufrir el golpe final.

En el DNU que modifica la estructura de la Agencia, también se modifica la misión. En ello se concentra Valeria Levi, investigadora del Conicet y vicedecana de la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, y detalla: “Se pasa de promover, fomentar y financiar el desarrollo científico, tecnológico y de innovación a solo enfocarse a la transferencia al sector productivo. Esto tiene dos problemas fundamentales. Por un lado, se piensa en proyectos a muy corto plazo, desconociendo que los desarrollos tecnológicos, que podrían cambiar o mejorar la matriz productiva del país, requieren mayores plazos. Por otra parte, se dejan afuera a temas prioritarios de gran relevancia social que nos preocupan enormemente, pero a los que no se les puede medir un ‘retorno económico inmediato’”. 

Por caso, investigaciones sobre el impacto que la Inteligencia Artificial tiene en los procesos educativos no se tendrían en cuenta bajo este criterio en el que el criterio rector es la transferencia. Lo mismo con el cambio climático, el ambiente y los estudios de género, solo por citar algunos tema.

En sentido similar, Rodrigo Quiroga, bioinformático del Conicet, apunta: “Esta intervención de la Agencia es claramente ideológica. Ningún sistema científico del mundo se dedica exclusivamente a la transferencia tecnológica, porque a largo plazo colapsa. Para que sea productivo y sustentable, ese sistema necesita parecerse a un ecosistema, es decir, ser diverso, multidisciplinario y creativo. Esto es todo lo contrario. El decreto de Milei implica que el 95 por ciento del Conicet se queda sin financiamiento científico del Estado argentino. Nos empujan a irnos del sistema o del país, o nos condenan a la mediocridad si elegimos quedarnos”.

Para tener una verdadera dimensión del asunto, un buen ejemplo lo constituyen los investigadores e investigadoras que se desempeñan en disciplinas experimentales. Basta con imaginarse lo que podría suceder con laboratorios de biología molecular, de física o de química, que dependen de insumos y equipamientos muy caros, a los que ya no podrán acceder. Los laboratorios de ciencia básica, probablemente, sean los primeros que sufren el desmantelamiento, y consecuente con ello, los primeros que cerrarán sus puertas si la política oficial no cambia.

La discusión de fondo

A los investigadores del Conicet nos acusan, por ejemplo, de no generar suficientes patentes, cuando en verdad ese no es el objetivo principal del organismo. Es una excusa simplemente; se puede comprobar cuando intervienen instituciones como el INTA o el INTI, que sí generan patentes y tienen un fuerte vínculo con el sector productivo”, comenta Quiroga.

Según muestra el investigador, entre fines de 2023 y junio de 2025 el presupuesto para financiamiento de proyectos científicos de la Agencia I+D+i cayó un 96 por ciento.Discutir qué va a financiar el gobierno es medio una fantochada, porque nadie tiene financiamiento. Más que la modificación del directorio de la Agencia, lo que en el presente urge es el ajuste presupuestario. Soy muy pesimista con respecto a lo que se viene”.

En la Universidad Nacional de Córdoba, cuenta Quiroga, realizaron una encuesta. Los resultados fueron contundentes: uno de cada tres investigadores está por renunciar a su cargo docente en el corto plazo para poder, en ese tiempo, realizar otra actividad y llegar a fin de mes. Asimismo, más del 60 por ciento los encuestados, incluso, considera dejar el trabajo en el sistema científico y universitario si consigue otro mejor.

Discutir qué va a financiar no tiene mucho sentido en este caso. En realidad, el gobierno no financiará nada, como hizo en el último año y medio. Plantean falsas dicotomías entre invertir en lo que sirve y dejar de hacerlo en lo que no sirve, pero en realidad ocultan la penosa realidad que describe lo que sucede en los laboratorios desde diciembre de 2023.

Las más golpeadas

De todas, las más golpeadas por los gobiernos neoliberales probablemente sean las ciencias sociales. De manera similar a lo que sucedía durante el macrismo, la ultraderecha carga todas las tintas sobre estas ciencias que considera “inútiles”, en la medida en que no poseen “impacto directo” en la población. De aquí que se seleccionen algunas investigaciones para ser menospreciadas en público, y se establezcan practicas persecutorias sin demasiado fundamento.

Así como en 2016 se vilipendiaba a la investigadora que estudiaba ficciones infantiles y juveniles, y se resumía que el pueblo invertía dinero en “investigaciones sobre el Rey León”; en 2025 las redes libertarias también apuntan a otras referencias. Solo generan mensajes efectistas, que intentan confundir sobre la verdadera relevancia de investigar percepciones, sentidos e imaginarios colectivos. En el fondo, quizás sean las ciencias sociales las que mejor encarnen la resistencia al fenómeno libertario y brinden herramientas para comprender cómo es que un presidente posee el favor popular, incluso yendo contra el pueblo.

Mario Pecheny, director del Conicet por el área de Ciencias Sociales y Humanidades, aporta una comparación. “La semana pasada pude ver un fragmento de un programa en el que se referían ofensivamente al diputado nacional por Santa Fe, Esteban Paulón, porque es gay. Esos minutos condensaban prejuicio, violencia, tergiversación, desde una posición petulante que denota las fijaciones de quienes ofendían”. Y continúa: “Un poco es lo que sucede con el posicionamiento de los voceros oficialistas respecto a las ciencias sociales y las humanidades: por ignorancia, mala fe, o porque quieren hacerse los paladines de una batalla cultural, atacan individuos, proyectos y temáticas para reírse como pibe que hace bullying en la escuela. Desde el prejuicio, con violencia, tergiversando, con petulancia e ignorancia, y con similares fijaciones”.

Luego remata: “Dicen que quieren priorizar algunas líneas, pero, además de que hasta ahora no se ha priorizado en los hechos nada, lo que vemos es que están dando una batalla contra temas que no entienden, sobre los que poseen prejuicios, o porque se vinculan con derechos que les molestan. La ciencia no existe por fuera de un ecosistema intelectual de pluralismo y pensamiento. Tampoco la democracia”.

En definitiva, si el gobierno tuviera un proyecto de país basado en el conocimiento sería incluso deseable pensar en cuál ciencia es mejor para agregar valor al modelo productivo. Sin embargo, el único proyecto que tiene este gobierno es dinamitar capacidades instaladas y asfixiar todas y cada una de las instituciones que provocan orgullo. Desde el Conicet, pasando por el Garrahan y las universidades públicas. 



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