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El jugado desafío que lanzó Luis Caputo a quienes apuestan por un DÓLAR alto



A esta altura, el desafío de Toto Caputo –”no te la pierdas, campeón”- hacia aquellos que cuestionan la sostenibilidad de la política cambiaria, está compitiendo por ingresar al ranking de las frases célebres de los ministros de economía, como “el que apuesta al dólar pierde” de Lorenzo Sigaut en 1981 o “les hablé con el corazón y me respondieron con el bolsillo”, de Juan Carlos Pugliese en 1989.

Todavía no está claro si Caputo saldrá bien parado o no tras su frase viral. A juzgar por las primeras reacciones, todo indica que no fue una buena estrategia: los ahorristas le tomaron la palabra e incrementaron su demanda por dólares.

De hecho, a los analistas les llamó la atención que el miércoles, en medio de una fuerte liquidación de exportación agrícola, el mercado de divisas haya operado con un volumen bajo. ¿Cuál es la explicación?: los ahorristas estaban comprando tantos billetes que los bancos, en vez de volcar los “sojadólares” al mercado, los retuvieron para recomponer su caja, explican los expertos.

Los que aceptaron el desafío de Caputo y compraron, vienen ganando sistemáticamente desde mediados de junio. En la última semana, quien haya adquirido dólares MEP, por ejemplo, ganó un 4%.

Mientras tanto, aumentó la demanda por cobertura en el mercado de futuros, lo que se reflejó en una suba de la tasa que se paga por ese “seguro de devaluación”. La posición a noviembre -la primera posterior a las elecciones legislativas- se ubica en $1.398.

El desafío se renueva

Pero Caputo está dispuesto a defender su postura de que “todo marcha acorde a lo planeado”, y lo quiere demostrar con una oferta a los grandes inversores: ahora el “no te la pierdas, campeón” se extiende a las licitaciones del Tesoro, con un regreso de títulos vinculados al tipo de cambio oficial -“dólar linked”, en la jerga financiera-.

Ha sido una estrategia repetida a lo largo del año: cada vez que se produjo un ruido político y se intensificaron los rumores sobre una suba del dólar, el ministro ofrecía estos títulos como una forma de demostrar su confianza en la estabilidad cambiaria.

Si, como ocurrió dos veces a comienzos de año, la licitación quedaba desierta por falta de interesados, el gobierno lo festejaba como una victoria de final de campeonato: le daba el argumento para decir que, en realidad, nadie temía una devaluación, y que todos los que hablaban de atraso cambiario estaban equivocados.

Era un argumento que solía recibir críticas, porque desde el mercado había analistas que respondían que la falta de interés por el “dólar linked” no necesariamente implicaba confianza en el gobierno, sino que había otras formas más efectivas de cubrirse: por ejemplo, comprando dólares directamente antes que un título ligado a un tipo de cambio intervenido por el gobierno.

Señal sobre el dólar post elecciones

Pero el argumento de Caputo también tenía cierta validación histórica. Por caso, en 2023, ante la certeza de que el esquema de Sergio Massa se modificaría tras las elecciones, los inversores demandaban cualquier activo que les diera cobertura cambiaria. En comparación con ese contexto, el programa de Caputo lucía estable.

No siempre salió bien la jugada, sin embargo. A fines de marzo, cuando ya era muy evidente la presión sobre el viejo sistema de “crawling peg” al 1% mensual, que no lograba contener la inflación y que era criticado por el Fondo Monetario Internacional, ahí sí apareció la demanda por los títulos “dólar linked”.

En aquella ocasión, el mercado tomó esa cobertura por un volumen de $1 billón, un 17% del financiamiento total obtenido. Fue una derrota política, porque quedó en evidencia que el mercado apostaba a una corrección cambiaria, que finalmente ocurrió: quienes tomaron ese título -que vencía en junio- compraron con un dólar en $1.073 y cobraron en $1.191. En otras palabras, acertaron en su pálpito de que no se mantendría la “tablita” que marcaba un tipo de cambio en $1.105 a fines de junio.

Ahora, Caputo repite la jugada. Uno de los bonos tiene vencimiento al 31 de octubre, y el otro al 16 de enero. El mensaje hacia el mercado es claro: no solo no se producirá una volatilidad durante la campaña electoral, sino que tampoco hay planes de abandonar el esquema de flotación entre bandas luego de que se realicen las votaciones legislativas.

¿Aprovecharán los “dólares baratos”?

¿Qué se supone que ocurrirá? A juzgar por lo ocurrido en las últimas semanas, podría haber demanda, ya que parte del mercado está buscando cobertura del riesgo. Y, además, este es un momento en el que las tasas en pesos están en un camino descendente.

Es decir, hay alicientes para el dólar linked, tanto por las dudas que genera el déficit de cuenta corriente como por el menor atractivo relativo que tienen los títulos de renta fija en pesos.

Pero, como siempre, todo depende de lo que cada inversor crea que va a ocurrir. Quienes crean que el gobierno mantendrá el esquema de bandas y que el Banco Central saldrá a vender las divisas del FMI en la eventualidad de que la cotización toque el techo, tendrán menos interés en el dólar linked.

La razón es sencilla: cuanto más sube el tipo de cambio, menos margen tiene para llegar al techo de la banda. Y, por lo tanto, ya no requiere una tasa tan alta para compensar el riesgo.

“Esto implica que, a tasas constantes, una suba del tipo de cambio dentro de la banda vuelve más atractiva la colocación en instrumentos en pesos”, fundamenta la consultora Outlier.

En otras palabras, aunque suene paradójico, el hecho de que el dólar haya subido en las últimas semanas puede hacer que haya quienes vean nuevamente el atractivo de apostar al “carry trade”, aun con tasas en tendencia a la baja.

Caputo siempre festeja

Sea cual sea la reacción del mercado, lo que sí está claro es lo que hará Caputo. Si se demuestra escaso interés en el nuevo bono dólar linked, entonces tendrá una victoria política y demostrará que no son tantos los que quieren “aprovechar el dólar barato”.

Pero, si finalmente primara el temor a la volatilidad, y le pidieran todos los bonos, Caputo también podrá argumentar que el resultado fue positivo: si se llega a enero 2026 sin un salto devaluatorio, entonces el Tesoro se habrá financiado a tasa negativa.

Por otra parte, la demanda de este bono implicaría una absorción de pesos, algo que el gobierno suele enfatizar como señal de compromiso con el plan antiinflacionario. Y compensaría el fracaso de la licitación del Bopreal, con el que se esperaba esterilizar $3,6 billones pero, hasta ahora, sólo se pudo absorber $1 billón.





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