Científicas del Conicet emplean extracto de maní para combatir el dengue | Un método novedoso, potencialmente más económico y sostenible

Si hace unas décadas alguien hubiera dicho que la piel de maní podría servir como llave para combatir al dengue, habría sonado descabellado. En el presente, un equipo científico del Conicet prueba en ensayos de laboratorio que un extracto del alimento sirve para inhibir al virus y, en el futuro, podría ser útil para la puesta a punto de novedosos tratamientos, y también como forma de prevención de la enfermedad. A pesar del desfinanciamiento promovido desde el comienzo del gobierno de Javier Milei, la ciencia argentina continúa dando pasos para dar respuesta a las necesidades de la sociedad.
La temporada pasada tuvo el brote de dengue más intenso de la historia: los casos superaron los 580 mil y hubo 419 fallecidos. Ante este escenario, para 2025, las autoridades sanitarias de las diferentes jurisdicciones se prepararon de antemano. Adquirieron vacunas –la Qdenga, de origen japonés–, realizaron campañas de descacharreo y algunas, como la provincia de Buenos Aires, avanzaron en la producción pública de repelentes. Sin embargo, aún no hay medicamentos antivirales disponibles. Bajo esta premisa, científicos y científicas del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Salud (Inicsa) y del Instituto de Biotecnología Ambiental y Salud (Inbias), ambos del Conicet, exploraron la eficacia de un extracto proveniente de la piel roja del maní y publicaron sus resultados en la revista académica Plants.
Este grupo de científicos no se concentró en la planta del maní por puro azar. Por el contrario, sus propiedades antimicrobianas y antiinflamatorias ya eran bien conocidas entre los miembros de la comunidad científica. Sin embargo, lo que no se había comprobado hasta la fecha era cómo un extracto muy particular podría ser de ayuda para controlar, en el futuro, uno de los problemas de salud pública más relevantes del país. El tegumento, precisamente, es un subproducto de la industria que se obtiene luego del proceso de blanqueado, al eliminar la piel que lo recubre; y hoy concentra las atenciones.
Carola Sabini, investigadora del Conicet en el Inicsa y líder del estudio, lo explica así: “El maní es una planta muy importante en Córdoba y también para la región, porque es una especie vegetal de gran relevancia económica. Lo investigamos porque tiene propiedades que ya habían sido descubiertas anteriormente –es antimicrobiana y antioxidante– que nos hacían pensar que podría llegar a inactivar al dengue”. Y continúa: “El producto, en el futuro, tiene como base un desecho industrial. La piel roja de maní constituye un desperdicio porque en general se venden pelados. Entonces, nuestra investigación tiene una doble finalidad: busca combatir la enfermedad del dengue y por otro lado revalorizar un desecho de la industria manicera”.
Para prevención y tratamiento
Los investigadores observaron que este residuo podría ser aprovechado de la mejor manera, a partir de sus componentes antioxidantes y antivirales. Lo probaron en laboratorio y observaron una eficacia del 100 por ciento al momento de inactivar al virus, sobre todo, el serotipo 2. Los ensayos mostraron que la inhibición del extracto de maní funciona cuando el virus se une a la célula para poder entrar en ella y también una vez que ya ingresó. Desde aquí, gracias a su amplia actividad antiviral, el maní podría servir como barrera de prevención y también de tratamiento, una vez que el individuo ya se ha enfermado.
Sabini amplía: “Obtuvimos muy buenos resultados y hemos visto que actúa de manera profiláctica, es decir, que puede prevenir. Además, cuando enfrentamos el extracto al virus, ya en el cultivo infectado, también lo inhibió. Y, por último, pudimos demostrar que tenía actividad virucida, eso quiere decir que cuando uno pone el extracto con el virus solo y después ese virus lo usa para infectar células, también tiene actividad antiviral. Entonces nos hace pensar que la aplicación puede ir por varios lados”.
El dengue, que se transmite a partir de la picadura del mosquito Aedes Aegypti, provoca cuadros de complejo malestar y fiebres muy altas. Si un individuo que en el pasado ya contrajo un serotipo de virus (son cuatro en total), luego es infectado con uno distinto, aumenta el riesgo de tener la enfermedad grave y eventualmente morir. Habrá que ver si entre febrero y abril una nueva epidemia comienza a emerger en el país. Más allá de tener un 2025 tranquilo en término de casos, el virus, al menos en la región de las Américas, llegó para quedarse. Por este motivo es tan importante disponer de opciones terapéuticas.
Económica y sostenible
De avanzar en nuevos ensayos, las formulaciones con base en extracto de piel de maní podrían ser más económicas y sostenibles. Los próximos pasos serán continuar los ensayos en ratones y luego en humanos. El camino es largo, pero Sabini se muestra optimista. “Lo que tienen los productos naturales es que muchos ya se consumen. La gente come maní. Aunque, claro, no son pruebas de laboratorio las que se efectúan cada vez que alguien se alimenta, sirve de apoyo el hecho de que sea un producto de circulación”, destaca.
Este avance para combatir al dengue se suma al realizado por el equipo liderado por Andrea Gamarnik. Desde el Instituto Leloir, en octubre de 2024, la prestigiosa viróloga presentó Detect-Ar, el primer test de diagnóstico desarrollado por el Conicet, que permite reportar si una persona está cursando o no la afección. A pesar del ajuste y de la fuga de cerebros que el gobierno promueve a partir del desfinanciamiento y la falta de incentivos, las científicas de Argentina se las arreglan para que sus resultados puedan llegar a la sociedad.