Presentaron un proyecto para una plaza junto a Santa Catalina | Organizaciones vecinales se oponen a las torres, los templos y los estacionamientos

La campaña para construir una plaza junto al Monasterio de Santa Catalina ya tiene su proyecto de ley en la Legislatura porteña. Lo presentaron las organizaciones que vienen reclamando que el lote lindero al histórico conjunto edilicio del microcentro, hoy ocupado por un estacionamiento privado, sea convertido en un espacio verde. Se trata de un predio de media manzana que suma décadas de disputas en las que se llegó a autorizar la construcción de una torre que las organizaciones lograron frenar en la Justicia y luego denunciaron la posible construcción de un templo mormón en el lugar.
Cuando el año pasado la Legislatura trató las modificaciones al Código Urbanístico (CUR), las organizaciones reclamaron que de una vez por todas el lote ubicado entre la Avenida Córdoba y las calles Reconquista y Viamonte fuera catalogado como Urbanización Parque (UP). No lo consiguieron. Por eso, lanzaron una nueva campaña denominada “Una plaza para el Microcentro” y eligieron la vía de presentar un proyecto propio para buscar concretar su objetivo. La iniciativa fue ingresada oficialmente a la Legislatura esta semana por la organización Basta de Demoler con el apoyo de la campaña y de “Cuidemos Catalinas“, colectivo que trabaja por la preservación y protección del barrio.
El proyecto tiene dos objetivos: sumar un espacio verde al Microcentro y, a su vez, preservar el entorno de la iglesia y el monasterio, conjunto edilicio declarado Monumento Histórico Nacional y perteneciente, además, al Área de Protección Histórica N°51 de la ciudad. En cuanto al primer punto, las organizaciones señalan que “de los cuatro espacios
verdes que conforman actualmente el eje Parque Lezama – Plaza San Martín, dos son
plazas secas –Plaza de Mayo y Plaza Dorrego–, con muy bajo porcentaje de terreno
absorbente y arbolado“. En este contexto, sostienen que “la creación de una plaza
adecuadamente forestada, en un predio céntrico como el de marras, aportará sin
duda un valioso pulmón verde a una zona cuya densidad poblacional en horas
laborales y durante la semana se cuenta entre las más altas de la ciudad”.
Por eso el proyecto deja estipulado que no se utilizará el concepto de “plaza seca” para la construcción de la plaza, sino que deberá tener “un mínimo del 80 por ciento de su superficie como espacio parquizado, verde y absorbente“, e incorporar “especies de arbolado de porte, proveedoras de sombra”. La cuestión se da de bruces con el último proyecto constructivo que avanzó en el lugar, que llegó incluso a tratarse en comisiones de la Legislatura bajo la figura de un convenio urbanístico: planteaba construir una torre de 18 pisos y cuatro subsuelos hacia Córdoba, y dejar sólo un pequeños espacio del predio para una plaza conformada en su mayor parte por sectores comerciales.
Ese proyecto ni siquiera llegó al recinto por el rechazo de la oposición y hasta de bloques aliados al oficialismo, como también había fracasado antes otro proyecto de torre en el lugar que las organizaciones lograron frenar en 2014 con un amparo judicial que incluyó un fallo del Tribunal Superior de Justicia (TSJ) porteño. En ese fallo, el TSJ señaló que una torre en el lugar podría implicar la “destrucción de la imagen del monumento con la consiguiente pérdida irreparable de los valores patrimoniales que sostienen a este importante testimonio de la historia, no sólo de la Ciudad sino del país en su totalidad”. En el medio, también se informó que el predio había sido vendido para la construcción de un templo mormón, proyecto que tampoco prosperó hasta el momento.
La plaza prevista por las organizaciones, por el contrario, tendría el foco puesto en proteger ese patrimonio y vincular el espacio con el monasterio considerando incluso “la conexión del patio de Santa Catalina, lo que restablecería la situación de la época colonial cuando fuera un único solar, ocupado por las distintas actividades de la vida conventual”. También se buscaría introducir una “compatibilidad” estética “de los solados, las veredas perimetrales y el mobiliario
urbano con el monasterio”.
En los fundamentos del proyecto, las organizaciones destacan que el conjunto arquitectónico es uno de los más antiguos de la ciudad y que, además, “su estilo se ha preservado sin modificaciones de importancia, salvo la fachada de la Iglesia, desde su construcción”. Los primeros planos de la obra datan de 1727, mientras que la construcción comenzó en 1738 por el arquitecto jesuita Giovanni Andrea Bianchi. La iglesia fue inaugurada en 1745 y el resto del conjunto en 1753.
A principios de la década del 2000, por su parte, se realizaron trabajos de restauración que incluyeron la excavación de algunos sectores para estudios arqueológicos coordinados por la Dirección General de Patrimonio
de la ciudad. Las organizaciones indican que esos estudios arrojaron que “todo el perímetro
original del convento, es decir toda la manzana, constituye un importante
yacimiento arqueológico que aún resta explorar en su totalidad”. Se cree que bajo la tierra no sólo hay restos arquitectónicos sino que incluso podría haber restos fósiles.
Al tratarse de un terreno privado, el proyecto presentado establece que el lote sea declarado de utilidad pública y sujeto a expropiación para pasar a ser del dominio público del Estado porteño dentro del APH N°51. Comparan el caso con el proceso llevado a cabo en el ámbito nacional con la confitería El Molino. Señalan que allí la expropiación “fue el recurso más idóneo, y el último, en todo caso, para poner a salvo de la destrucción una auténtica obra de arte, representativa de lo mejor de la arquitectura de una época, y abrir así camino a su entera recuperación y vuelta a la vida”.