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El drama de los dueños de caramelos Lipo y galletitas Tía Maruca



Las complicaciones financieras y comerciales siguen haciendo mella en el segmento de las alimenticias. A los problemas que atraviesan compañías de peso como SanCor, La Lácteo, ARSA, e inclusive Nestlé, en los últimos días se sumaron las dificultades que afectan el funcionamiento de Lipo, la tradicional marca de caramelos, y Dilexis, la controlante de la reconocida marca de galletitas Tía Maruca. En ambos casos, el síntoma más evidente de los inconvenientes derivados de las menores ventas y el costo laboral en alza está en la imposibilidad de ambas compañías de cumplir al 100% con el pago de los salarios. En el caso de Lipo, recientemente los 100 empleados de su planta en Lanús, en la provincia de Buenos Aires, implementaron un cese de tareas exigiendo se abonen los sueldos.

La situación en Lipo acumula prácticamente un semestre de idas y vueltas entre la cúpula de la compañía, una Pyme familiar comandada por Matías y Mariela Lipovetzky y con un nivel de producción del orden de los 2 millones de caramelos diarios y 100 variedades diferentes.

A un lado de la familia Lipovestzky se ubica un grupo inversor que, trascendió, tiene en Osvaldo Iglesias, exgerente de Metropolitano SA, a su principal cara visible. Los incumplimientos salariales elevaron el conflicto entre la plana mayor de la empresa y el Sindicato de la Alimentación (STIA).

“El conflicto dio inicio el día 7 de mayo, que tendría que haber sido el cuarto día hábil del mes. Nosotros somos mensualizados, tendríamos que haber cobrado la totalidad de los haberes del mes de abril, lo cual la empresa no cumplió con lo que serían los plazos. Así que hemos percibido casi un 50 por ciento del total de los salarios“, declararon al respecto empleados alineados con esa organización.

La decisión del STIA es mantener las medidas de fuerza a partir de la continuidad de un paro de actividades por tiempo indeterminado.

Tía Maruca, con dificultades para cubrir la totalidad de los salarios

Por el lado de Tía Maruca, las complicaciones tienen como base la operatividad de la planta que Dilexis, dueña de la marca de galletitas, posee en el departamento de Albardón, en la provincia de San Juan.

En ese distrito, la empresa mantiene activos a cerca de 300 empleados y la fábrica en cuestión abastece a todo el país con los productos de esa etiqueta. Dilexis es propietaria, además, de un centro de distribución ubicado en Luján, en la provincia de Buenos Aires.

La situación de Dilexis también refiere a las dificultades para cubrir los salarios de sus trabajadores y en las últimas horas Pablo Tamburo, CEO de la compañía, reconoció ante medios sanjuaninos que la firma en cuestión también es presa del duro contexto comercial que afrontan las alimenticias en la Argentina.

“Nos hemos atrasado, sí, pero hablamos de unos pocos días, no de meses. Y siempre lo comunicamos a los trabajadores. No debemos nada. Las horas extras se pagan, aunque en realidad no hay horas extra porque se trabaja en tres turnos y no los fines de semana”, dijo.

“Dilexis es una pyme, no estamos ajenos a la recesión, a la baja de márgenes, ni a los problemas financieros que vive cualquier industria hoy en Argentina. Pero estamos dando batalla, y nos está yendo bien dentro de ese contexto”, agregó.

Tamburo también negó las versiones que afirman que Dilexis podría desprenderse de sus instalaciones en Albardón. “No estamos pensando en vender, ni en irnos. Nos tienen que sacar muertos de ahí. Esta planta está viva y creciendo. Tenemos desafíos, no problemas. Y si algún inversor quiere apostar a esto, bienvenido. Porque lo que necesitamos ahora es capital para seguir creciendo“, concluyó.

Alimenticias en crisis: las lácteas, entre las más complicadas

Las alimenticias atraviesan una instancia de crisis cada vez más profunda y, dentro de ese grupo, varias de las principales lácteas de la Argentina se ubican entre las empresas más complicadas en términos comerciales y financieros.

SanCor transita este momento de mayo con la incertidumbre de no saber qué ocurrirá con su concurso de acreedores, mientras que La Serenísima sigue expectante ante el tire y afloje que vienen promoviendo Arcor, Danone y la familia Mastellone.

Por su parte, La Lácteo y ARSA experimentan un drama económico sin solución inmediata. Esta semana, a esos nombres se sumó el de Verónica, que cayó en un freno productivo a partir de medidas sindicales derivadas de la falta del pago completo de los salarios y la retención de aportes sociales.

La empresa dejó de producir hace poco más de una semana como consecuencia de una medida de protesta promovida por el gremio ATILRA que redundó en la parálisis de las actividades en las plantas que la firma posee en Totoras, Lehmann y Suardi, todas en Santa Fe.

Este mes, Verónica cubrió apenas el 30% de los salarios de sus 700 empleados. Fuentes cercanas a la firma señalan, también, que la cúpula de la compañía acumula dos años de efectuar retenciones a los montos que corresponden a las obras sociales y los aportes previsionales.



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