Caso Thiago: el policía está acusado ahora de “homicidio con dolo eventual” | El agente declaró por segunda vez tras el cambio de carátula

La imputación al policía Facundo Aguilar Fajardo, que por disparar contra presuntos ladrones terminó matando a Thiago Correa, un nene de 7 años, pasó del “exceso en legítima defensa” a “homicidio con dolo eventual”, una figura penal que implica que el agente federal debió haberse imaginado las consecuencias de su acto: disparar sin criterio once tiros para repeler el supuesto intento de asalto por parte de tres jóvenes cuya arma no estaba en condiciones de disparar.
Este lunes, el mismo día en que Thiago era inhumaddo, el policía federal al que salió defender la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, fue indagado de nuevo, esta vez bajo la acusación de este nuevo delito que prevé una pena de prisión de entre 8 y 25 años. Aguilar Fajardo tiene 21 años y se recibió de policía a fin del año pasado.
Bullrich viene sosteniendo una fuerte presión pública hacia el fiscal que investiga el caso, Diego Rulli. El mismo día en que moría Thiago, el viernes pasado, pidió que el asesinato del niño sea endilgado a los acusados por el intento de asalto. Este lunes volvió a la carga, el cuestionar la imputación por el “dolo eventual”. “Nosotros tenemos una filosofía clara. El que sale a robar en banda, decididos a matar, son los verdaderos responsables del homicidio de Thiago. El policía no salió a delinquir, salió a defenderse”, dijo.
“Estoy indignada con el fiscal. ¿Dónde vive? Habla de dolo eventual como si el policía hubiera querido matar a Thiago. Había cuatro delincuentes, era de noche, y actuó en defensa propia”, señaló Bullrich.
La “filosofía” de la ministra, sin embargo, no encuentra asidero en el Código Penal. El fiscal consideró, después de las pruebas recolectadas, que el policía debió haberse figurado que su accionar podía derivar en la muerte de terceros, que pudo prever el resultado de lo que hacía y a pesar de ello continuó disparando. Es decir, que corrió el riesgo de matar, sabiendo que lo estaba haciendo. Los once tiros en la escena de los hechos fueron disparados todos por Aguilar Fajardo: no hubo tiroteo. Incluso el policía siguió disparando pese a que los jóvenes huían. En la evaluación jurídica eso implica que el peligro había cesado. Uno de ellos también murió: el fiscal sí configuró en este caso ese asesinato como “exceso en legítima defensa”.
Los peritajes y las imágenes de las cámaras de seguridad muestran los disparos cuando los presuntos ladrones estaban en fuga y de espaldas.
En la indagatoria, el joven agente se mostró conmovido: “Prefería que me maten antes de que Thiago hubiese muerto”, dijo. Insistió en su inocencia, dijo que actuó en defensa propia y pidió una reconstrucción detallada de los hechos “para demostrar que en ese horario no hay personas pasando por esas calles, la baja iluminación que hay y que se haga lo más rápido posible, para poder demostrar mi inocencia”. “En ningún momento se me pasó por la cabeza que a 200 metros iba a estar un nene”, sostuvo. Argumentó que era de noche y que había obstáculos múltiples que le impedía tener una visión del entorno.
“Si no hubiese sido por estos cuatro delincuentes, que querían matar a mi madre y a mí, no hubiese actuado y hoy Thiago estaría vivo”, sostuvo en la misma línea de defensa que ejerce Bullrich.
El hecho ocurrió el miércoles a la noche en el cruce de Crovara y Madrid, en Ciudad Evita, partido de La Matanza. Thiago y su papá esperaban el colectivo para volver del club a su casa. En ese momento se escucharon los disparos. Uno de ellos impactó en la cabeza del niño, que estaba a 180 metros del lugar del asalto. Thiago murió el viernes.
El policía ahora está acusado por homicidio agravado por el uso de arma de fuego, cometido con exceso en la legítima defensa, en grado de tentativa (en tres oportunidades) y con dolo eventual, en concurso ideal entre sí.
Los familiares de Thiago lo despidieron este lunes. El auto que trasladaba el cuerpo del pequeño junto con otros vehículos que lo acompañaban pasó por el Colegio Santa Rosa, adonde asistía el niño, mientras que luego pasó por el Club Unidos de La Tablada, donde jugaba al fútbol y, finalmente, el recorrido concluyó en el cementerio Parque.
“La muerte de mi hijo es un dolor que no me lo puede sacar nadie. No tengo palabras”, dijo Fabián, el papá de Thiago. “Estamos todos mal, esto es inexplicable”, se emocionó.
Respecto de lo ocurrido, insistió en su relato: “Lo bajo a Thiago y se escuchan los tiros. Fue ahí nomás. No entiendo nada”. “No es justo que un nene termine así. No puede ser que alguien dispare así, donde hay gente”, evaluó sobre el accionar del policía.
“Nadie está preparado para enterrar a un hijo. Es al revés. Es la vida al revés”, lamentó.