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El ‘indulto’ a TikTok es el mejor regalo que Trump pudo haberle dado a China


Cuanto más pienso en Tiktok, Trump y el bloqueo levantado en menos de 24 horas en Estados Unidos, más me parece este asunto tan surrealista como peligroso. Surrealista, porque el timing con el que Bytedance bloqueó primero su app y luego la restableció, tras el indulto del 47º presidente de EE UU, desenmascara el juego no tan sutil con el que Donald Trump quiere aparecer como el que protege la libertad de expresión en las redes sociales (y su economía) frente al tajo del saliente Joe Biden. Y peligroso, porque demuestra la escasez de la política para buscar consensos fáciles a pesar de encontrar soluciones serias y estables a los complejos retos de nuestro mundo. Porque Tiktok no es solamente baile o promoción de libros. Es un asunto que mantiene unidas la regulación de plataformas, las relaciones internacionales, la libertad de expresión, la privacidad y la seguridad de los datos.

Trump encendió la mecha… para apagarla

Para que quede claro, fue Trump, en la fase final de su mandato, quien anunció la prohibición de Tiktok, por considerarlo un peligro para la seguridad de EE UU. Fue el Partido Republicano el que votó de forma más compacta que los demócratas (197 sí frente a 155) el proyecto de ley para bloquearlo traído por la administración Biden. Fue un Tribunal Supremo conservador el que sostuvo que, en el caso de Tiktok, pesaban más los intereses de seguridad nacional que la libertad de expresión consagrada en la Primera Enmienda (para una explicación más completa, véase Oreste Pollicino, profesor de Derecho Constitucional, en Progreso en SkyTg24). Fue Trump, en definitiva, quien encendió la mecha que provocó el apagón de la aplicación el 19 de enero de 2025.

Ahora en Tiktok es el propio Trump quien ha dado marcha atrás. Sin más. Sin responder a la pregunta que, tarde o temprano, le hará algún periodista: ¿es o no es Tiktok una amenaza para la seguridad nacional, como él predicaba? ¿Qué ha cambiado en apenas unas horas, aparte de la reverencia del CEO Shou Zi Chew y la aireada idea de vender el 50% de las acciones de la filial estadounidense a un socio amigo?

Más datos que antes para China

En el multiverso de la locura en el que vivimos, la guerra contra Tiktok para arrebatar los datos de los estadounidenses al espionaje de Pekín, como predica la Casa Blanca, ha conseguido el milagro de entregar a China muchos más datos que antes y, además, almacenados, en algunos casos, en servidores nacionales, ya que el éxodo de la red social de Bytedance se ha convertido en una suscripción masiva a Lemon8 (también propiedad de la empresa china) o a Rednote, alias Xiaohongshu, que ni siquiera tiene sucursales en Estados Unidos. Y, por tanto, está sometida al control y la censura chinos.

En definitiva, la política estadounidense ha sabido explicar tan bien las razones de la prohibición y los supuestos peligros para la acumulación de datos por parte de lo que considera “un adversario estratégico”, que los ciudadanos han buscado alternativas que ofrecen aún menos protecciones. Acompañando la huida con el desganado hashtag #Tiktokrefugees (refugiados de TikTok), que dice mucho de lo mucho que han llegado a entender quién es hoy un refugiado. Pero que así sea. Ahora el parche es peor que el agujero: al borrar el ‘problema’ Tiktok con un perdón reconocido a pocas horas de la toma de posesión que, de otro modo, no habría tenido resonancia en las redes sociales, Trump despotencia su retórica sobre la seguridad nacional, demuestra que no le importa la protección de datos y se expone a una posición de debilidad.

Un líder débil

En primer lugar frente a China, que ha sabido sopesar los desplantes del magnate. Dado que la supuesta venta del 50% de la filial estadounidense de Bytedance deberá contar con el imprimatur del partido, Washington tendrá que desafilar sus armas si quiere obtener los resultados deseados. De lo contrario, no ha hecho más que procrastinar el problema, sobre el que pesa no solamente un juicio político, sino también económico (el Oráculo del presidente trumpiano Larry Ellison ha calculado que un bloqueo a Tiktok le perjudicaría financieramente, ya que es un cliente importante). Y al mismo tiempo, si en el futuro Trump quiere mostrarse fuerte frente a Pekín, tendrá que subir el listón de las amenazas, con los consiguientes riesgos para el equilibrio mundial y para todos nosotros.

Y luego a la Unión Europea, que tiene que demostrar a sus ciudadanos que ha escrito páginas de normas para que funcionen. Y que, al parecer, asusta de algún modo a las empresas estadounidenses. No se explicaría de otro modo por qué Elon Musk está trabajando como un loco, a través de X, para socavar la credibilidad de la Comisión y erosionar la firmeza de la alianza entre los Estados, golpeando en el corazón de un accionista mayoritario como Alemania a través de su apoyo manifiesto al partido Alternative für Deutschland. Mark Zuckerberg se gastó en un lloriqueo público para ser protegido por Trump de posibles multas. En definitiva, en esta comedia del absurdo, el rigor de las normas europeas y la paquidérmica burocracia bruselense, demasiado lenta para cambiar de opinión a la velocidad del magnate de Mar-a-lago, podrían acabar jugando a favor de los políticos de la UE en las mesas de negociación. Si, al menos ellos, creyeran realmente en ello.

Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.



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