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Reino Unido: los laboristas se preparan para lo que venga con Trump | Al gobierno británico le preocupa la política arancelaria del nuevo presidente de EEUU.



Los británicos, que suelen ser la excepción en tantas cosas – manejar por la otra mano, volante a la izquierda, largo etcétera –, comparten el temor generalizado que provoca el dúo dinámico Donald Trump – Ellon Musk. El dúo detesta al Partido Laborista y le importa un bledo la supuesta relación especial histórica entre el Reino Unido y Estados Unidos, cultivada diplomáticamente hasta hace poco por demócratas y republicanos.

El primer ministro Sir Keir Starmer ha formado un minigabinete con la ministra de Hacienda Rachel Reeves, el canciller David Lammy y el secretario de negocios Jonathan Reynolds para “prepararse ante lo que venga”. Según la BBC “todo el mundo está nervioso porque no saben qué va a hacer” y porque son tantos los escenarios posibles que, según dijo una fuente en off, “podemos enloquecernos intentando adivinar su próximo anuncio o medida”.

El apaciguamiento es una táctica ante esta vorágine. En Davos la ministra de Hacienda Rachel Reeves se mostró comprensiva con el mandatario estadounidense, pero desmarcó al Reino Unido del déficit comercial que aqueja a Estados Unidos. “Entendemos que el presidente Trump esté preocupado por los países con los que tiene un fuerte y persistente déficit comercial. Pero no es lo que pasa con el Reino Unido”, dijo Reeves a la cadena estadounidense CNBC durante el Foro Económico Mundial.

El viernes pasado, uno de los operadores más experimentados del laborismo, Lord Peter Mandelson, exestrella del gobierno de Tony Blair, publicó en la fuente favorita de noticias del Trump, Fox News, una nota de opinión extremadamente elogiosa hacia el presidente. Sorpresa general. Hasta hace poco Mandelson había sido abiertamente crítico de Trump, pero en los círculos cercanos al gobierno tienen claro que esta repentina ofrenda de paz no calmará las ansias imperiales y de vasallaje del dúo dinámico.

Aranceles y tratado de libre comercio

Al gobierno británico le preocupa, como a buena parte del mundo, la política arancelaria de Trump. En estos momentos los aranceles bilaterales son prácticamente cero con algunas excepciones que ya despertaron la codicia de Trump en su primer mandato.

Escenario más temido de Starmer es que una mañana o medianoche Donald anuncie por X un incremento universal arancelario que abarque a las exportaciones británicas. Estados Unidos constituye un 17% de las exportaciones del Reino Unido y es el quinto destino a nivel mundial. El temor británico es que el anuncio sea una extorsión global que, en el caso del Reino Unido, sirva para obligarlo a concesiones que son políticamente imposibles: la apertura del estatal Servicio Nacional de Salud a las multinacionales norteamericanas del sector y la eliminación de restricciones a la importación de alimentos transgénicos.

En la City están igualmente preocupados. Según le comentó a la BBC una fuente del sector financiero, hay pánico por la adicción de Trump por las redes sociales. “Uno siempre está con el corazón en la boca, temiendo el próximo anuncio. Un acuerdo de 10 mil millones de dólares, por ejemplo, puede desaparecer de la mesa por un anuncio que haga a cualquier hora y sin previo aviso”

La presión para que los países de la OTAN aumenten a un 5% de su PBI la contribución que hacen a la Alianza, más del doble de lo que el Reino Unido pone ahora, y la política de Trump respecto a Ucrania son algunas de las sombras diplomática que angustian a 10 Downing Street. A nivel político lo que más desvela al gobierno laborista son las maniobras del alter ego de Trump y gran financista de su campaña, Ellon Musk, para forzar un cambio de gobierno en el Reino Unido.

La ultraderecha de los ultra británicos

Desde que asumió Starmer el 5 de julio, Musk calificó al primer ministro británico de “despreciable” y “cómplice” del asesinato de tres niñas mientras que desde X incitaba con fake news a disturbios en una decena de ciudades inglesas contra los inmigrantes, presuntos culpables de los crímenes. Así pasó el verano inglés.

Empezado el año escolar y político en septiembre, Musk promovió por X una elección anticipada como “única salvación” para el país. En diciembre acusó al primer ministro de desidia y complicidad en la práctica de “grooming” (captación de menores para abuso sexual) cuando era director de la Fiscalía Pública hace más de una década.

Con el impulso de la elección de Trump, Musk intervino directamente en la política interna británica y elogió a Nigel Farage, líder de Reform UK, artífice del Brexit y tercero en número de votos en las elecciones de julio pasado. Con la artillería pesada de X y su amor por la hipérbole, señaló que Farage era la “salvación del Reino Unido” al igual que los neonazis de Alternative for Germany lo eran en Alemania. (AfD)

En diciembre Musk se reunió con Farage y el tesorero del Reform Uk, Nick Candy, en Mar a Lago el complejo de Trump en Florida. Según la prensa británica, Musk se comprometió a donarle unos cien millones de dólares para sacar a Starmer del poder y catapultar al líder de Reform UK en 10 Downing Street, fuera en 2029, fecha de las próximas elecciones o antes si una crisis descomunal, fogoneada por X y los problemas económico-sociales británicos, adelantaban los comicios. El romance no duró. En un santiamén, Musk le quitó el título de “salvador” Farage para tildarlo de inútil.

Cisnes negros y los tres chiflados

Sucedió en enero, poco después de las románticas escenas en Mar a Lago. Como una divinidad caprichosa, Musk apoyó a uno de los personajes más impresentables de la política británica, el líder ultraderechista, Tommy Robinson, que está cumpliendo una condena de 18 meses por difamación, además de enfrentar un juicio por terrorismo y tener un frondoso prontuario de condenas por fraudes y disturbios públicos. Farage, que quiere cultivar un aire más moderado a la Giorgia Meloni o Marine Le Pen, se atrevió a decir que Robinson no era lo que necesitaba su partido.

Musk reaccionó como un rayo en X exigiendo el reemplazo de Farage. “No tiene lo que se necesita para ser líder del partido”, escribió Musk. No contento con este mensaje anunció días más tarde que financiaría al equipo legal de Tommy Robinson.

Encantado Robinson posteó desde la cárcel su agradecimiento mientras que el normalmente vitriólico y verbalmente patoteril Nigel Farage evitaba un enfrentamiento con el magnate sudafricano. “No quiero entrar en guerra con Musk. Soy un gran admirador de él. Pienso que es una figura heroica”, dijo en una entrevista radial poco antes de la inauguración presidencial.

La historia está hecha de cisnes negros, de eventos que nadie puede prever, según la famosa fórmula del financista, matemático y ensayista de origen libanés, Nassim Nicholas Taleb. La abuela parió o resucitó en medio de esta creciente presencia internacional de Musk al excerebro de la ultraderecha mundial y exasesor de Trump en la Casa Blanca, Steve Bannon.

En una entrevista con Corriere della Sera, Bannon calificó a Musk de “malvado con la madurez de un niño” que tiene como único norte su propio beneficio. “Lo eché de la casa Blanca durante 30 días seguidos en 2017 cuando buscaba subsidios a costa de los trabajadores de nuestro país. Frenarlo es para mí una cuestión personal”, dijo al vespertino italiano.

En oblicua referencia al financiamiento de campaña de Musk (250 millones de dólares), Trump dijo poco después que a él lo “eligieron los votantes”. Imposible saber si estas declaraciones cruzadas y casi superpuestas son el principio de una de las típicas peleas palaciegas que erosionan los primeros 100 días de gobierno. Mucho más probable de vaticinar es que tarde o temprano Trump y Musk se disputarán el papel de macho alpha.

   Con Trump, Musk y, para los argentinos, Javier Milei, más la resaca de magnates besamanos con demasiado dinero y el sombrero negro de Melania, la inauguración presidencial pareció una siniestra caricatura de los tres chiflados que luego se trasladó a Davos para seguir con su sarta de barbaridades. A las especulaciones del minigabinete de Starmer en el Reino Unido respecto a Trump, se le puede agregar una de este humilde escriba. En medio de tanto poder hay un agujero negro de omnipotencia, capricho, impunidad y odio con tantos conflictos internos como las divinidades olímpicas de la antigua Grecia que puede parir, en su descontrolada chifladura, el cisne de Taleb, la crisis que termine aportando una dosis de racionalidad a un mundo que ha perdido el rumbo.



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