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El Papa y su relación con el colectivo lgtbiq+ | Entre el rechazo y la tolerancia hacia las diversidades sexuales



Sobre las relaciones entre Francisco –un Papa peronista– y las identidades LGTBIQ+, se suele decir lo mismo que del peronismo y sus políticas hacia las disidencias sexuales: oscilaron entre la homofobia y la homofilia (entre el rechazo y la tolerancia).

En agosto de 1943, la policía prohibió las actuaciones de Miguel de Molina en el Teatro Avenida de Buenos Aires y el cantante español fue obligado a irse de Argentina, despojado de sus bienes y encarcelado en la cárcel de Devoto hasta concretar su exilio forzado. Los cargos fueron la “ambigüedad sexual del artista en sus representaciones y “la voluptuosidad y el exhibicionismo del amor que no osaba decir su nombre”. Tras la asunción del peronismo, de Molina le escribió a Eva Perón y ella se ocupó de facilitar los trámites de reingreso a la Argentina del deportado artista. Miguel de Molina y Evita Perón se conocieron en el palacio Unzué en 1947. A pedido de Evita, de Molina participó de los festejos oficiales del Día del trabajador y el 12 de diciembre cantó para el matrimonio Perón: un animado Perón le había pedido canciones de su repertorio tales como La otraSegún Pablo Gasparini, los testimonios son contradictorios: las razzias contra los gays durante la primera época peronista fueron de la mano del auge de saunas gays.

Una cierta mirada: los dichos

Como arzobispo de Buenos Aires, Jorge Bergoglio fue uno de los principales opositores a la ley de Matrimonio Igualitario sancionada en Argentina en julio de 2010, al punto de pedir apoyo a la “guerra de Dios” contra la legislación. Sin embargo, en su primera conferencia de prensa como Papa el 30 de julio de 2013, cuando se le preguntó sobre un sacerdote presuntamente gay, respondió: “si una persona es homosexual y busca a Dios, ¿quién soy yo para juzgarlo?” En las antípodas, el 28 de agosto de 2018, el Vaticano eliminó de la transcripción oficial de una conferencia de prensa, una desafortunada frase de Francisco que decía que los niños homosexuales podrían recurrir a la “psiquiatría”.

El 2 de noviembre de 2020, el Vaticano especifica el apoyo del Papa a las protecciones legales para las parejas del mismo sexo. A su vez, el 24 de enero de 2023, en una entrevista Francisco declaró que “ser homosexual no es un delito”. En enero de 2022, en una audiencia televisada pidió a los padres que apoyen a sus hijos gays. El 28 de enero de 2023 dijo que, si bien la actividad homosexual no es un delito, es un pecado ante los ojos de la Iglesia, al igual que “todo acto sexual fuera del matrimonio”.

El 21 de octubre de 2023 Francisco aprobó un documento que habilitaba a las personas transgénero a recibir el bautismo y oficiar como padrinos y madrinas. En dicha ocasión defendió públicamente que “Dios ama a todos sus hijos tal como son”. Y, en lo que constituye el mayor avance llevado a cabo durante su papado, el 19 de diciembre de 2023, mediante una declaración que lleva el título “Fiducia supplicans” (Pidiendo Confianza), la Iglesia Católica habilitó la posibilidad de bendecir a parejas compuestas por personas del mismo sexo, en tanto y el cuánto “no se asemejen al matrimonio”. Antes, en 2020, Francisco había respaldado las uniones civiles al considerar que los homosexuales tienen derecho a estar en una familia”.

Sin embargo, el 25 de marzo de 2024, el Papa aprobó un documento doctrinal declarando que la cirugía de reasignación de género es una violación grave de la dignidad humana y una práctica que rechaza el plan de Dios para la vida. Según informes del Vaticano, el 20 de mayo de 2024, en comentarios hechos a puerta cerrada ante obispos italianos, Francisco había dicho que “ya existe un aire de mariconería” para reafirmar la prohibición de la Iglesia contra los sacerdotes gays. Días después, se disculpó por el comentario ofensivo.

Finalmente en su autobiografía “Esperanza”, escribió que las personas LGTBI son “¡todas hijas de Dios! Pueden recibir el bautismo en las mismas condiciones que los demás, pueden ser aceptados como padrino o madrina, así como ser testigos de una boda. Ninguna ley del derecho canónico lo prohíbe”. Y al referirse a los países que persiguen a los gays, Francisco reitera que “la homosexualidad no es un crimen, es un hecho humano, por que la Iglesia y los cristianos no pueden permanecer indolentes antes esa criminal injusticia ni ser pusilánimes”.

La otra mirada: los hechos

El recorrido a vuelo de pájaro de los dichos expresados y los documentos aprobados por el Sumo Pontífice, parecen convalidar la hipótesis del oscilar entre la homofobia y la homofilia. Sin dudas, su papado no supuso ningún avance en relación con la doctrina que había heredado respecto a las personas LGBTIQ+: la Iglesia Católica sigue rechazando el matrimonio entre personas del mismo sexo y sigue condenando cualquier relación sexual entre parejas homosexuales calificándolas como “intrínsecamente desordenadas”.

Sin embargo, tal como expresa la máxima de Juan Perón: “Mejor que decir, es hacer”. Más allá de las idas y vueltas de las declaraciones del Papa Francisco –si bien inaceptables, pueden ser comprendidas en el contexto del líder de una de las mayores instituciones conservadoras– lo importante de Francisco en relación con las identidades y la cultura LGTBIQ, son sus acciones.

Así, en enero de 2015 -después de que lo invitara personalmente por teléfono en sendas ocasiones- el Papa Francisco recibió al activista transexual Diego Neira Lejárraga a quien le dijo: “Cuando alguien te rechace, piensa que el problema está en su cabeza, no en tu corazón”.

El 21 de mayo de 2018 el Papa le dijo a un hombre gay: “Dios te hizo así y te ama”. Ante la pregunta de un joven no binarie en el documental Amén. Francisco respondió : “La Iglesia no puede cerrarle la puerta a nadie”. Y testimonios de primera mano dan cuenta que Francisco recibió cariñosamente o tuvo gestos de compasión para con gays, lesbianas, trans, travestis y hasta dio consejos y bendijo anillos de matrimonios diversos. En forma personal, tuvo un trato y una mirada amorosa sin antecedentes en su cargo hacia un sector al cual la Iglesia secularmente ignoró, rechazó, persiguió, maltrató o discriminó.

Miguel de Molina nunca olvidó el favor de Evita y llegó a repartir junto a ella juguetes a hijos de obreros y sindicalistas. Evita y Miguel de Molina se vieron por última vez en la oficina de la Fundación Eva Perón en septiembre de 1951. En esa ocasión, ya enferma de cáncer y presintiendo la fatalidad, Evita le habría dicho: “Miguel, no se olvide de lo que le dije una vez. Si yo no estoy, y usted sufre alguna injusticia, siempre habrá un peronista que lo ayude”.

Lo propio puede decirse de Francisco: muchos de los católicos homosexuales sentían que estando él al frente de la Iglesia Católica, había alguien que podía ayudarlos y ampararlos. Esa mirada compasiva, amorosa y cristiana en el sentido más amplio, quizás sea el mayor legado del Papa Francisco para con las identidades LGTBIQ+.



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