cuál es el producto energético estrella de Argentina

Argentina produce más del doble del Gas Licuado de Petróleo (GLP) que consume, y esa sobreoferta, generada en buena parte por el desarrollo de Vaca Muerta, no solo asegura el abastecimiento interno, sino que permite un creciente saldo exportable.
La magnitud del excedente es clara: mientras el consumo interno ronda el millón y medio de toneladas anuales, el país exporta aproximadamente otras 1,5 millones de toneladas, principalmente a países limítrofes como Chile y Brasil, una tendencia que podría intensificarse en los próximos años.
En ese escenario, la desregulación del sector abre nuevas oportunidades, pero también impone desafíos técnicos y comerciales.
A nivel local, el GLP abastece al 45% de la población, especialmente en zonas sin acceso a la red de gas natural. Su formato más común es la garrafa de 10 kilos, aunque también se usa en cilindros de 45 kilos y en tanques a granel para industrias y comercios, principalmente.
Qué es el Gas Licuado de Petróleo
El consumo de GLP no crece porque no hay nuevas conexiones masivas ni cambios en la matriz de consumo, pero desde el sector prevén una “nueva ola de crecimiento” dentro del país, con aplicaciones más allá del uso domiciliario.
El Gas Licuado de Petróleo (GLP) es una mezcla de hidrocarburos, principalmente propano y butano, que se obtiene como subproducto en el procesamiento del gas natural y en la refinación del petróleo. Es un combustible versátil, de alto poder calorífico y fácil de transportar y almacenar, ya que se comprime en forma líquida en cilindros o tanques. En el contexto energético, el GLP se utiliza tanto en el sector residencial (cocina, calefacción, agua caliente) como en el industrial, agropecuario y en transporte.
Se trata de un gas a temperatura y presión ambiente, pero se convierte en líquido cuando se lo somete a presión moderada o se lo enfría. Es decir, se almacena y transporta en estado líquido dentro de cilindros o tanques presurizados, pero al liberarse a presión atmosférica, vuelve a su forma gaseosa. Por eso se lo llama “licuado”: no es un líquido natural, sino un gas comprimido hasta volverse líquido, lo que permite reducir su volumen unas 250 veces, facilitando su distribución y uso.
Exportaciones récord y Vaca Muerta como motor
“Con toda la producción adicional que va a generar Vaca Muerta, sobre todo de gas natural, que trae líquidos asociados como butano y propano, los saldos exportables van a crecer. Se estima que los pozos no convencionales tienen entre un 20 y un 30% de líquidos, casi el doble que los convencionales”, indicó a iProfesional el presidente de la Cámara de Empresas Argentinas de Gas Licuado (CEGLA), Pedro Cascales.
Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (Indec), las exportaciones de butano licuado subieron un 80% interanual en el primer bimestre de 2025 y alcanzaron los US$84 millones. Las de propano crecieron un 64,6%, totalizando US$79 millones. En todo 2024, las ventas externas de butano sumaron US$303 millones (un 31% más que el año anterior) y las de propano llegaron a US$279 millones (con una mejora del 10%).
Los principales destinos de esas exportaciones son los países limítrofes, en especial Chile y Brasil, aunque también se proyecta expansión hacia Paraguay, Perú y Colombia, donde la normativa permite un uso más versátil del producto.
“Argentina va a seguir creciendo en exportaciones este año. Los excedentes están y la demanda regional existe. Hay margen para duplicar el volumen exportado en dos o tres años”, aseguró Cascales.
Un combustible competitivo en un contexto volátil
El panorama global, sin embargo, impone desafíos. La guerra comercial entre las dos principales potencias mundiales y la caída del precio de los commodities generan incertidumbre en los mercados. En el caso del GLP, el principal factor que incide en los precios es China, ya que es un gran demandante para su industria petroquímica.
“Esa demanda empujó los precios internacionales hacia arriba en los últimos años. Pero ahora, con la guerra comercial, es probable que China demande menos y eso haga caer los precios”, explicó la autoridad de CEGLA en diálogo con iProfesional.
No obstante, incluso con precios más bajos, el negocio sigue siendo rentable. “El GLP es un subproducto del gas natural y el petróleo: si el pozo da, se produce igual, más allá del precio. El factor decisivo seguirá siendo la rentabilidad del gas y del crudo“, precisó Cascales.
A diferencia del gas natural, el GLP no depende de gasoductos para su transporte: puede almacenarse, embotellarse y despacharse en camiones o buques, lo que le da una enorme flexibilidad logística.
La desregulación en el sector
El crecimiento de las exportaciones estuvo acompañado por el desarrollo de Vaca Muerta y, en el último año, por un proceso de desregulación. En 2024, a partir de Ley de Bases, el Gobierno nacional inició un cambio profundo, eliminando precios máximos en la cadena de producción y comercialización del GLP. Este año se avanzó aún más, liberando las condiciones de compra entre fraccionadores y proveedores.
“Funcionó la competencia. No solo entre más de 28 fraccionadores, sino también entre cientos de distribuidores en todo el país”, detalló el titular de la Cámara.
No obstante, pese a la liberalización, el precio de la garrafa creció por debajo de la inflación: de unos $7.000 en febrero de 2024 a entre $10.500 y $14.000 más de un año después, según la región.
De cara al futuro, el sector espera que el gobierno avance aún más. “Entendemos que el precio de referencia y el de paridad de exportación van a terminar siendo eliminados. Esos valores quedarán completamente librados al mercado“, vaticinó Cascales.
También podría haber cambios en normativas técnicas, como el sistema de canje de envases. Hoy hay más de 21 millones de unidades en circulación, cuya reparación e inspección cada diez años demanda más de 30 millones de dólares anuales en inversiones privadas.
Un mercado interno que espera su oportunidad
Dentro de las aplicaciones que van más allá del uso domiciliario para ampliar mercado, uno de los segmentos con mayor potencial es el uso vehicular, que aún está poco desarrollado pese a estar permitido en todo el territorio.
“El GLP vehicular permite casi cuatro veces más autonomía que el GNC y tiene un costo de conversión más bajo. También ofrece un 30% de ahorro frente a la nafta“, afirmó el empresario, quien destacó su potencial en zonas del interior donde el gas natural no llega.
También se proyecta un mayor uso en motores estacionarios —como los de riego o generación eléctrica— y en aplicaciones náuticas. A nivel regional, países como Paraguay, Chile, Perú o Colombia están avanzando en estas líneas.
Más allá del rendimiento económico, el GLP ofrece ventajas ambientales que lo posicionan como una alternativa energética clave para el futuro inmediato.
“Es fácilmente transportable y su combustión es muy completa, lo que reduce enormemente las emisiones contaminantes. Es mucho más limpio que otros combustibles líquidos y se parece mucho al gas natural en ese sentido”, concluyó Cascales.
En un escenario energético complejo, donde las inversiones se miden con lupa y la sustentabilidad gana terreno, el GLP aparece como una solución concreta, federal y rentable. Un verdadero subproducto estrella.