El acuerdo temporal entre EE UU y China es una gran noticia para el precio de los teléfonos

Tras semanas de tensiones, China y Estados Unidos por fin llegaron a un consenso sobre aranceles en Ginebra. El acuerdo reduce los impuestos estadounidenses del 145% al 10% durante tres meses, replicando el esquema de suspensión temporal ya adoptado por Trump contra la Unión Europea. Por su parte, Pekín disminuirá los aranceles hacia EE UU del 125% al 10%. El presidente republicano reivindicó de inmediato el éxito del acuerdo y anunció una llamada telefónica con Xi Jinping para finales de semana. Pekín adoptó una actitud más prudente, evitando cantar victoria.
Más allá de los méritos, la noticia alivia a los mercados mundiales y al sector tecnológico, que han sido los más afectados por los acontecimientos de las últimas semanas. El pacto, válido durante noventa días, paraliza las subidas de precios de hasta el 30% en smartphones y computadoras, aunque deja sin resolver las cuestiones de fondo. Aún está por verse qué ocurrirá con la industria de los semiconductores, en la que Pekín gasta más de 430,000 millones de dólares en importaciones, mientras que Washington pretende recuperar la autonomía de fabricación.
El nuevo equilibrio tecnológico
Con la reducción de los aranceles, las perspectivas cambian radicalmente para varias categorías del sector tecnológico estadounidense. En primer lugar, los fabricantes de smartphones y computadoras pueden mantener estables los precios al consumo, evitando las subidas del 20% y 30% que los analistas y minoristas temían. Pero son sobre todo las empresas de semiconductores, como Qualcomm, Qorvo y Texas Instruments, las que más se benefician del acuerdo, ya que cerca de la mitad de sus ingresos proceden del mercado chino. Según datos de Statista, Qualcomm generó más de 22,000 millones de dólares en China y Hong Kong en el año fiscal 2023, de un total de unos 35,800 millones de dólares. Incluso Apple, con su compleja red de proveedores en China, ve salvaguardada su cadena de ensamblaje, continuando con la importación de componentes sin los costos adicionales que habrían erosionado los márgenes de beneficio.
Según un análisis de Goldman Sachs, el acuerdo temporal sobre aranceles evitará que la inflación estadounidense se duplique hasta el 4% a finales de año, manteniendo más estables los precios al consumo de los productos electrónicos y tecnológicos. En el frente manufacturero, las empresas tecnológicas estadounidenses evitarán pérdidas estimadas en 83,000 millones de dólares y más de 124,000 puestos de trabajo que habrían estado en riesgo con aranceles del 145%. Sin embargo, el horizonte temporal de solo 90 días impone cautela: varias empresas tecnológicas estadounidenses, aunque celebran el acuerdo, siguen diversificando sus cadenas de suministro, trasladando gradualmente parte de su producción a países como Vietnam, India y México. Un reciente análisis de CNN reveló que las importaciones a EE UU en la segunda mitad de 2025 seguirán cayendo un 20% interanual, debido a la incertidumbre sobre la evolución futura de las relaciones comerciales chino-estadounidenses.
¿Qué pasará con los semiconductores?
A pesar de la relajación de las tensiones comerciales, la competencia estratégica en el sector de los semiconductores sigue siendo feroz. Washington mantiene estrictas restricciones a la exportación de maquinaria avanzada para la fabricación de chips a China, implicando también en esta política a Japón y los Países Bajos, poseedores de tecnologías clave como las máquinas de litografía avanzada de la empresa holandesa ASML, herramientas esenciales sin las cuales es imposible producir la última generación de semiconductores. Concretamente, la estrategia estadounidense se desarrolla en dos frentes: por un lado, limitar el acceso de China a las tecnologías más avanzadas para frenar su progreso tecnológico; por otro, realizar fuertes inversiones a través de la Ley CHIPS, que concede 52,000 millones de dólares para reconstruir una sólida base de producción nacional tras décadas de deslocalización.
La respuesta china a estos retos se articula a través de un masivo plan de inversión nacional, que ya ha alcanzado los 150,000 millones de dólares, destinado a desarrollar tecnologías propias y reducir la dependencia de las importaciones. Al mismo tiempo, Pekín está adoptando un enfoque pragmático al eximir de aranceles a determinados semiconductores estadounidenses esenciales para sus empresas tecnológicas. Según las proyecciones de la consultora Maximize Market Research, se espera que el mercado chino de semiconductores crezca a un ritmo anual del 7.36% de 2024 a 2030, hasta alcanzar los 295,000 millones de dólares. Aunque esta interdependencia residual disminuye gradualmente, sigue actuando como elemento estabilizador en las relaciones sinoestadounidenses, creando espacio para acuerdos comerciales temporales.
Artículo originalmente publicado en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.