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Terapia genética CRISPR es utilizada por primera vez para tratar a un bebé con una rara enfermedad metabólica


Especialistas del Hospital Infantil de Filadelfia y del centro médico académico Penn Medicine, de la Universidad de Pensilvania, trataron exitosamente con una terapia CRISPR a un bebé diagnosticado con un raro trastorno metabólico. Se trata de la primera vez que se utiliza una terapia de edición genética personalizada para abordar una enfermedad de esta naturaleza.

El paciente, identificado por las iniciales KJ, nació con una afección poco común conocida como deficiencia grave de carbamoil-fosfato sintetasa (CPS1), la cual interrumpe el ciclo de la urea. Este proceso vital elimina el exceso de amoníaco generado al metabolizar proteínas. En condiciones normales, el cuerpo convierte el amoníaco en urea para expulsarlo mediante la orina. Sin embargo, KJ carecía de una enzima hepática esencial para llevar a cabo esa conversión.

Debido a esta deficiencia, el menor pasó sus primeros meses de vida hospitalizado, sometido a sesiones frecuentes de diálisis y una dieta sumamente restringida, con el fin de evitar la acumulación de amoníaco en la sangre. Esta sustancia, en concentraciones elevadas, puede provocar crisis con daño neurológico irreversible y la muerte en aproximadamente la mitad de los casos pediátricos.


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El sistema de edición genética CRISPR-Cas9 utiliza una molécula de ARN especialmente diseñada para guiar una enzima hacia una secuencia determinada del ADN y eliminar una pequeña sección.


Ante la gravedad del cuadro clínico, los médicos decidieron desarrollar una terapia genética personalizada en solo seis meses. Lluís Montoliu, investigador del Centro Nacional de Biotecnología, explicó al Science Media Centre España (SMC) que los científicos identificaron dos mutaciones en el ADN del niño (una heredada del padre y otra de la madre) como las responsables del padecimiento. Una de ellas fue seleccionada para ser corregida mediante la técnica CRISPR, que consiste en introducir una molécula de ARN diseñada para guiar una enzima hacia una secuencia específica del genoma. Allí, la enzima corta las hebras de ADN, lo que permite eliminar o reemplazar un segmento preciso. En el caso de KJ, se insertó el componente necesario para restaurar la función del ciclo de la urea.

La viabilidad de la estrategia fue validada inicialmente en cultivos de células hepáticas y posteriormente en modelos murinos. Tras verificar su eficacia, los especialistas obtuvieron la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para aplicar el tratamiento bajo uso compasivo.

Aún falta investigación alrededor de las terapias CRISPR

La terapia fue administrada en dos ocasiones, cuando el bebé tenía 7 y 8 meses de edad, utilizando nanopartículas lipídicas, similares a las empleadas en las vacunas de ARNm contra el covid-19. Después de siete semanas de seguimiento, los médicos determinaron que, a pesar de la aparición de diversas infecciones virales durante ese periodo, el tratamiento logró reducir los niveles de amoníaco en la sangre. Esta mejoría permitió aumentar la ingesta de proteínas en la dieta del infante y prescindir de algunos medicamentos, sin que se presentaran efectos adversos.

“Años de avances en edición genética y de colaboración entre científicos y clínicos hicieron posible este momento. Aunque KJ es solo un paciente, esperamos que sea el primero de muchos en beneficiarse de una metodología adaptable a las necesidades individuales”, afirmó Rebecca Ahrens-Nicklas, directora del Programa Frontier de Terapia Génica para Trastornos Metabólicos Heredados en el Hospital Infantil de Filadelfia y una de las responsables del tratamiento.

No obstante, expertos advierten que el ensayo presenta ciertas limitaciones, como el corto periodo de observación posterior a la intervención y la falta de datos concluyentes sobre su seguridad a largo plazo.

Montoliu señala que la información disponible tras la aplicación del tratamiento es limitada, ya que realizar una biopsia hepática en un bebé es desaconsejable. “Tampoco se conoce con certeza si hubo modificaciones no deseadas en otras regiones del genoma o si se produjo, aunque sea poco probable, una edición en las gónadas del niño, lo que podría implicar la transmisión del ADN modificado a su descendencia”. El investigador subraya que serán necesarios estudios a mediano y largo plazo, tanto en KJ como en otros pacientes tratados, para obtener conclusiones más sólidas.

Pese a estas reservas, los especialistas coinciden en que el caso, publicado en en la revista The New England Journal of Medicine, representa un avance significativo en el uso terapéutico de la edición genética, incluso en etapas tan tempranas de la vida. “Las terapias individualizadas, diseñadas para un solo paciente, ya no son una utopía. Evidentemente, el procedimiento es altamente complejo y requerirá mucho esfuerzo para escalarlo y adaptarlo a otros contextos. En todo caso, este trabajo ofrece una valiosa perspectiva hacia el futuro”, concluyó Marc Güell, coordinador del grupo de Biología Sintética Traslacional, en declaraciones a SMC España.



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