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Impulsan una campaña para que un arroyo del Delta lleve el nombre de Haroldo Conti  | El recuerdo del escritor desaparecido por la dictadura



Como pocos escritores, Haroldo Conti transformó el territorio del Delta, su fluir y su vitalidad, sus historias, sus personajes en el centro de algunas de sus obras más importantes. “El río es memoria”, escribió alguna vez. Este 25 de mayo se cumplirán 100 años de su nacimiento y un grupo de vecinos de las islas impulsa una campaña para que un arroyo aún sin denominación, ubicado en la zona de San Fernando, lleve el nombre del autor de Sudeste.

Reunidos en aquello que podría señalarse como “Cofradía contiana”, un grupo de navegantes se reúne desde hace varios años para celebrar el cumpleaños de Haroldo, embarcados en la zona de los Bajos del Temor. Comparten el almuerzo y lecturas de su obra. Luego de uno de los últimos aniversarios, Quelo Tresk e Ignacio López Crook regresaban junto a Marcelo Conti -hijo del escritor- a bordo del barco La Bambina y pasaron por un arroyo que sale al Paraná de las Palmas, ubicado a la derecha de la entrada al Sueco, que aún no está denominado en la cartografía oficial. Quelo e Ignacio le comentaron a Marcelo que podría llevar el nombre de su padre. De inmediato, Marcelo dijo que estaba de acuerdo y que podría ser un gran homenaje. “Ahora se cumplen los 100 años de Haroldo y nos pareció que era el momento justo para arrancar con la campaña y hacer la señalización del lugar”, explica Tresk.

Conti conoció el Delta en su juventud, compró un terreno cercano al Arroyo Gambado a fines de la década de 1940 y lo convirtió en su lugar en el mundo. Allí ambientó su primera novela, Sudeste (1962), con la que ganó el premio Fabril. La vivienda ubicada en el Arroyo Gambado hoy es una Casa Museo, en la que se ofrecen visitas guiadas y talleres de construcción y reparación de memorias isleras.

Autor del libro Alrededor de Haroldo Conti y uno de los impulsores de la campaña, el novelista, navegante y docente Juan Bautista Duizeide trae a la memoria “Marcado”, uno de los primeros cuentos del escritor, para argumentar por qué ese arroyo debe llevar el nombre de Conti. En ese relato, la gente del río y de las islas recuerda al Polo, un viejo contrabandista enfrentado a muerte con la prefectura. Cuando ya se encuentra rodeado, decide llenar de explosivos su embarcación y hacerla chocar contra la de la patrullera. Los isleros que llevan la voz del relato celebran la integridad y heroicidad del navegante, aunque de modo sutil también critican la poca productividad de las rebeldías individuales. “Así terminó el Polo, que en paz descanse. Ni siquiera hay una boya verde que lo recuerde”, escribe Conti en el final del cuento. Hace referencia a las boyas verdes que se utilizan para advertir los peligros aislados a la navegación, como barcos naufragados. Duizeide dice: “Me parece que Haroldo se merece más que una boya verde. Si bien había bastante narrativa situada en el Río de la Plata nunca nadie como él le había dado ese carácter de personaje al río, al Delta, a las islas. Así que bien merece que se lo recuerde en su toponimia”. También agrega que tiene un sentido preciso la ubicación del arroyo que se busca denominar: “Por allí anduvo el Boga, por allí anduvo Haroldo y sería bueno que quede fijado en la cartografía”.

Periodista y vecina de las islas, Tamara Smerling afirma que las novelas y relatos de Conti “guardan como un tesoro a los habitantes del Delta, sus quehaceres y labores, la vida cotidiana entre los arroyos, las islas, las crecidas, los juncos, el viento y la tierra que arrasa cada marea”. La escritora dice que ese territorio que muta, crece y serpentea entre el Paraná y el Río de la Plata, tan grande como una sola provincia, “vela porque uno de sus arroyos lleve su nombre y permita a quien atraviese sus aguas preguntarse quién era Haroldo Conti. Será un acto de justicia, quizás para contradecirlo un poco, cuando decía: Que nadie recuerde tu nombre sino toda esa vieja y sencilla historia”.

Fabiana di Luca es artista plástica y desde hace varios años vive en el Tigre, a pocos metros por el camino de sirga de la casa que habitó el escritor nacido en Chacabuco. “Haroldo nos enseña un modo de estar en las islas, en el río. El Boga, ese personaje entrañable con el que Conti nos trae el mundo de los olvidados, los nadie de las islas, es agua, barco, junco, barro. Al igual que en Juanele Ortiz, ese modo panteísta de vincularse con el mundo nos interpela y nos hace preguntarnos hoy cómo habitar las islas, el mundo natural pero también social”, dice y, mientras, saltan a su memoria los personajes y ámbitos contianos: el Boga protagonista de Sudeste y los juncos, la Julia Lafranconi de La Juncal, las impresiones de la luz sobre la superficie del río, el modo en que el tiempo transcurre en el movimiento de los juncos o la luz dorada del sol en el otoño.

“Haroldo Conti no sólo nombra un territorio, le da voz, nos lo da a ver, también nos enseña a verlo y sentirlo, nos participa. El arroyo sin nombre que hemos elegido para que lleve su nombre es uno de los tantos en que se dividen las aguas de esa zona tan contiana que son los Bajos del Temor. En un gesto de memoria pero también de celebración de su vida y su obra y de justicia poética sobre las toponimias que también construyen memorias y exclusiones, poner a flamear una bandera con su nombre en la entrada de este arroyo”, concluye Di Luca.

Quienes quieran apoyar la campaña, pueden sumar su firma aquí.



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