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Deuda récord, estabilidad artificial y el costo de una Argentina fragmentada


No normalizar la apertura financiera es parte de un debate fundamental para poner en crisis un modelo que no tiene respuestas estructurales para las necesidades argentinas de mediano y largo plazo.

La deuda externa argentina ha alcanzado un nuevo récord: u$s269.933 millones en abril de 2025, un salto que no solo quiebra marcas históricas, sino que cambia la calidad y los riesgos del endeudamiento nacional. Tras la cancelación de letras intransferibles con el Banco Central, en mayo la deuda bajó a u$s254.841 millones, pero la reducción es solo contable: se reemplazó deuda intraestado por compromisos directos en moneda dura con el FMI, deteriorando aún más la soberanía monetaria y financiera del país.

Hoy, la exposición al FMI suma u$s72.487 millones a pagar en los próximos diez años, con vencimientos de capital, intereses y sobrecargos concentrados desde 2028. La nueva estructura obliga a la Argentina a negociar desde una posición de debilidad, justo cuando las multinacionales extractivas (hidrocarburos, minería, agro) presionan por reglas cada vez más laxas, como el RIGI, para maximizar sus retornos. Sectores que la Argentina debe integrar para generar ramificaciones internas y federalización productiva en el corto plazo.

Así, mientras los dólares que ingresan por la renta financiera o por estos sectores parecen “estabilizar” la macro, el resto de la economía —sobre todo la industria, las inversiones públicas y el empleo— se reduce y se fragmenta.

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Hoy, la exposición al FMI suma u$s72.487 millones a pagar en los próximos diez años.

El ajuste 2023-2025: estabilidad para pocos, recesión para muchos

El costo de la “macro fría” se mide en recesión y desindustrialización. Una comparación necesaria y que no todos hacen: entre el primer cuatrimestre de 2023 y el de 2025.

  • La industria cayó un 9,8%.
  • La construcción se desplomó un 26%.
  • El gasto de capital del Estado nacional (obra pública e inversiones estratégicas) se redujo más de un 80% respecto del gobierno anterior.

Este ajuste, presentado como necesario para ordenar las cuentas y habilitar nuevos flujos de dólares, en la práctica significa menos empleo, menos actividad y una mayor brecha social. Sí: la acumulación de reservas da cierta pax cambiaria, pero lo hace con un costo social y productivo inmenso. El superávit fiscal hoy es simplemente la consecuencia de paralizar la economía real. Y una promesa de un ajuste permanente, porque en cada ciclo ese ajuste se realiza sobre la economía ya ajustada.

La fragilidad detrás del espejismo

Al principio la estabilidad parece traer un alivio. Pero podría ser solo una ilusión nominal. La estrategia oficial, como en los peores momentos de los 80 y los 90, depende de la entrada de dólares por endeudamiento y exportaciones de recursos primarios. La deuda bruta nacional creció más de u$s35.463 millones desde diciembre de 2023.

La estabilidad que aportan el agro, los combustibles fósiles y la minería es relativa y sectorial. Son “pisos” de divisas que permiten sostener la cuenta corriente y el tipo de cambio, pero que no impulsan un desarrollo productivo integral, federal, tecnológica ni una mejora sostenible del empleo y los salarios. El riesgo es claro: si el resto de la economía se achica, la Argentina se condena a un modelo dual y frágil, dependiente de los vaivenes de los precios internacionales y de los shocks externos.

¿Hay alternativa?

Como señalaba Aldo Ferrer, ningún ciclo de endeudamiento desenfrenado puede ser base de desarrollo. Un modelo sostenible exige volver a promover la inversión productiva, la innovación avanzada, la federalización, la obra pública y una estrategia de generación de proveedores nacionales en todos los sectores. Sin eso, la Argentina solo logrará cambiar de acreedor y postergar los problemas, nunca resolverlos.

Hoy, la aparente estabilidad solo oculta una economía fragmentada y más vulnerable. La verdadera discusión no es si ajustamos un poco más o un poco menos, sino si apostamos a un modelo de desarrollo industrial con inclusión para todos y no solo para los que pueden esperar la próxima cosecha o la próxima fractura horizontal en Vaca Muerta.

Investigador del Instituto Argentina Grande (IAG)

IG @hernanpherrera





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