Hay tanta patria en el arte | Sobre los discursos y las actitudes en la entrega de los Premios Gradel

Se entregaron los premios Gardel en su edición número veintisiete. Recuerdo, como si fuera hoy, su primera ceremonia. Me habían sentado junto al genio de Gustavo Cerati y yo no lo podía creer. ¡Yo crecí escuchando su música y ahora lo tenía ahí tan cerca! Estaba tan impactada que solo lo saludé y no me atreví a decirle nada. Siento que esto pasó ayer y lo cierto es que ocurrió en 1999.
Los grandes ganadores de la noche fueron Paco Amoroso y Catriel, que se llevaron el premio mayor, el oro, luego de recibir otros seis premios por mejor ingeniería de grabación, álbum pop urbano, mejor colaboración (con Tini), mejor colaboración urbana (con Nathy Peluso), mejor diseño de portada y mejor videoclip.
Como todos los años, los festejos, las dedicatorias y las polémicas no se hicieron esperar. Lo llamativo de esta edición fue que, a diferencia del año pasado, no la pudimos ver en vivo. El evento salió grabado: una periodista hacía notas en la alfombra roja y las imágenes se transmitían en diferido. Hubo, incluso, un recorte muy sospechoso del paso por la alfombra de Paco Amoroso y Catriel, que al final de la charla dejaron un simpático saludo: “Aguante Gardel, aguante Maradona y viva Perón”, cerró Paco Amoroso. Esta declaración fue omitida extrañamente en la trasmisión diferida.
Otra de las ganadoras de la noche fue la inmensa Lali Espósito, que obtuvo tres estatuillas en torno a su tema Fanático: mejor canción pop, mejor video corto y mejor canción de año y, para coronar lo épico de su noche, con estos premios se convirtió en la cantante femenina más premiada a la par de la querida Mercedes Sosa. Para Lali el cielo es el límite: ya tiene 13 estatuillas en lo que va de su carrera y es muy joven aún. Nos regaló un dato de color, también, cuando optó durante la ceremonia por mostrarse tomando de una taza con la imagen de un payaso. Hay diferentes especulaciones acerca del destinatario de este gesto: para mí se puede adjudicar al descontento que tienen algunos intérpretes y artistas con CAPIF, la entidad que organiza los premios Gardel. Entre otras cosas, esto se debe a que su actual presidente, Diego Sapico, apoya el decreto que modifica el régimen de propiedad artística e intelectual. Este año se conoció la noticia de que el gobierno implementó cambios en la regulación sobre derechos de autor de la Argentina y estas medidas generaron mucha controversia. Diego Sapico apoyó públicamente esta iniciativa, mientras que muchísimos artistas se opusieron, argumentado que podía debilitar la protección de los derechos y afectar sus ingresos por regalías.
Las protestas fueron evidentes: el solista Dillon cantó de espalda al público, en una clara señal de protesta. Hubo grandes ausencias, como Trueno, que salió por video. Teresa Parodi ganó en la categoría mejor canción de folklore y pronunció un alegato que Lali y otros aplaudieron de pie: “Digo no al discurso de odio que reina en nuestro país hoy, digo no al vaciamiento cultural que pone en peligro instituciones maravillosas que son un orgullo nacional, hay tanta patria guardada en el arte, digo no a la descalificación permanente a las sociedades de gestión colectiva que cuidan y defienden y distribuyen los derechos intelectuales de los y las creadoras e intérpretes de la música”. Y cerró sus palabras dedicándole el premio a Cristina Fernández de Kirchner.
Para mí, el discurso de la noche se lo llevó La Joaqui, que ganó dos premios y cuando subió al escenario y comenzó a hablar, lo hizo a corazón abierto y nos dejó a varixs la piel de gallina: “Tienen razón: lo que hago no es música, lo que yo hago es un espacio de contención. Es la forma que encontramos para romantizar esa manera en la que nos hemos sentido presos por como crecimos yo y muchos de mis colegas. Entiendo que mi música es difícil de aceptar, casi imposible de querer y muy raramente es gustosa. Es oscura, sucia y rota, como el contexto en el que crecí. Hice de mi ruina una auténtica obra de arte y el RKT fue la manera que yo encontré para romantizar los momentos más oscuros de mi vida y volverlos una fiesta de barrio”.
Necesitaba recuperar las palabras de estas dos músicas tan diferentes en lo que hacen porque resumen la importancia de la cultura y la identidad para un país. Todxs los artistas que participaron de esta celebración nos embellecen la vida y nos la vuelven más llevadera. Hoy que se cuestiona la cultura y se pone en duda si los recursos son desperdiciados. Los Premios Gardel nos dejan un testimonio vivo de que la cultura se construye colectivamente. Me quedo nuevamente con lo que dijo Teresa Parodi para repetirlo como mantra: “Hay tanta patria en el arte”.