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Con los impuestos no alcanza y Milei depende de más motosierra para sostener el superávit



En su campaña por difundir noticias económicas positivas, el Gobierno y sus voceros informales se encargaron de destacar la mejora en la recaudación impositiva de junio, a la que mostraron como un síntoma de la recuperación de la actividad económica.

Pero nunca faltan quienes buscan los datos entrelíneas para poner en cuestión el optimismo oficial. La recaudación aumentó, en términos reales, un 2,4% interanual, que por cierto implica una mejora respecto de mayo -cuando la recaudación se había desplomado un 14%, por un efecto estadístico, ante la actualización extraordinaria del impuesto a las Ganancias hace un año-

Pero, si se lo compara con los resultados de marzo y abril, que habían rondado una mejora interanual de 7%, se trata de un resultado modesto. Y que la tendencia será a una mayor presión para sostener el superávit fiscal, sobre todo por el agotamiento de algunos rubros de recaudación y, en simultáneo, los reclamos por mayor gasto público desde varios frentes -desde el gasto jubilatorio hasta la presión de los gobernadores provinciales por mayores transferencias para obra pública-.

Es así que, con la campaña electoral por delante, aun cuando la caja de ARCA esté mostrando una mejora respecto del año pasado, eso no liberará al gobierno de afilar la “motosierra”.

Señales de mejora en el consumo

Desde el gobierno argumentan el mérito de haber conseguido una variación positiva a pesar de la eliminación del impuesto PAIS, que en algunos momentos del año pasado llegó a aportar un 7% del total.

Pero también es cierto que en junio hubo un aporte extraordinario que difícilmente se repita en los próximos meses: el pico exportador del agro, que alcanzó la cifra récord de u$s3.700 millones. En consecuencia, no es de extrañar que el rubro de retenciones a la exportación haya aportado en junio un 7,5% de la recaudación, cuando el año pasado no alcanzaba un 3%.

El problema es que se trata de un fenómeno que tendrá su contracara: como lo que estimuló la venta agrícola fue el final del alivio impositivo temporario, es de esperar que de ahora en adelante se vea la contracara, con un bajo nivel de ventas. De hecho, al inicio de julio -ya con la soja tributando otra vez al 33%- prácticamente no se anotaron declaraciones de venta para soja y derivados, informó la consultora Romano Group.

Una mejora con dudas a futuro

Aun con este futuro de incertidumbre, hay un dato que generó entusiasmo: la mejora de 10% en la recaudación del IVA cobrado por la DGI -el impuesto por excelencia vinculado a la actividad industrial y comercial-. En el Gobierno no hubo dudas respecto de cómo interpretar este dato: está en línea con la aceleración del consumo y de la actividad económica en general.

Sin embargo, cuando se considera la importancia del IVA en relación al total de la recaudación, la mejora es mínima respecto de hace un año -23% contra 21%-. Lo cual relativiza el dato positivo, dado que la base de la comparación era uno de los momentos de mayor retracción de la actividad.

De la misma manera, hay un dato positivo en la recaudación de la seguridad social, que aumenta un 12% interanual. Pero resulta difícil asociar ese dato a una mejora en la ocupación, luego de las últimas estadísticas que reflejaron un 7,9% de desempleo, con el agravante de una mayor tendencia a la informalidad.

Además, hubo otros impuestos cuya recaudación retrocedió, como Créditos y Débitos -popularmente conocido como impuesto al Cheque- que bajó un 13%. Y desaceleró la recaudación de combustibles, a pesar del ajuste en los precios y de la actualización progresiva en el monto del tributo.

¿Se sostiene el superávit?

¿Qué pasará en adelante? La consultora LCG prevé que la mejora en la actividad se contrapondrá a bajas de impuestos en comercio exterior, que supondrán menores ingresos. Su proyección es que al año finalizará con una mejora real de la recaudación del 1,8% interanual.

Por su parte, Gabriel Caamaño, de consultora Outlier, advierte que “la desaceleración real de la recaudación llegó para quedarse”.

Y este tipo de comentarios ponen sobre el tapete la vieja discusión sobre qué tan sostenible será el superávit fiscal primario -el pilar del programa económico de Javier Milei-. Sobre todo, porque en los primeros meses del año hubo aumentos reales en el gasto, que quedaron disimulados por altos incrementos de la recaudación de ARCA.

Por eso, lo que se está percibiendo en el mercado es que, para cumplir su promesa de un superávit fiscal de 1,6% del PBI, no alcanzará con una buena recaudación sino que habrá que profundizar la “motosierra”.

Y por eso está en marcha un plan para que todos los ministerios y organismos dependientes de la administración central recorten sus gastos en un promedio de 10%.

Y, también por ese motivo, se aceleró la suba de servicios públicos y precios regulados como combustibles, que están teniendo otro empujón en julio. Incluye a rubros socialmente sensibles como el agual, el gas, la electricidad y el transporte público.

Dónde apuntará la motosierra

A pesar de que ya lleva 18 meses consecutivos con superávit, el Gobierno nunca ha logrado disipar la sospecha de que su equilibrio de las cuentas es apenas pasajero y que no logrará sostenerlo en el mediano plazo.

Al comienzo, ese argumento estaba basado en que la reversión del déficit no era más que una licuación inflacionaria de las jubilaciones. El rubro previsional es, por lejos, el de mayor peso en el presupuesto -casi un 40% del gasto primario- y durante los primeros meses de la gestión Milei fue el que tuvo el recorte más drástico. El peor momento fue febrero de 2024, cuando la caída del gasto jubilatorio fue de un impactante 38% real interanual.

La situación llegó al extremo inédito de que el propio Fondo Monetario Internacional se asustó, y pidió explícitamente que el equilibrio fiscal se realizara de una forma socialmente sostenible. En aquel momento, el argumento de Luis Toto Caputo era que la culpa era de la fórmula indexatoria heredada del gobierno anterior, y que la situación se corregiría cuando se aplicara la nueva, que ataría las jubilaciones a la inflación.

Y, efectivamente, con el cambio de fórmula y el freno en los precios, las jubilaciones empezaron a recuperarse, al punto de que ahora son uno de los rubros que más empujan al alza del gasto. En mayo, la masa jubilatoria creció un 16% en términos reales en comparación con el año pasado.

Además, la Asignación Universal por Hijo -el otro rubro fuerte en el gasto social- siempre se mantuvo por encima de la inflación. El último mes, su crecimiento real fue de 40%.

Ante esa situación, el gobierno cambió el foco del recorte, que se basa sobre todo en los subsidios a los servicios públicos -caen al 53,8% anual real- y las obras públicas -caen al 33,9% anual real-.





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