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Cómo los tramposos del póquer usan cámaras ocultas para detectar las cartas repartidas


Matt Berkey empezaba a sospechar.

Berkey, un profesional del póquer de 42 años conocido por su presencia en algunas de las partidas de cash con mayores apuestas de Las Vegas, estuvo jugando en la sala de póquer de un conocido casino durante el verano. Uno de los jugadores de la partida, que no era especialmente familiar para Berkey ni para otros habituales de la mesa, pero que se creía que era un aficionado por su estilo de juego, mostraba un comportamiento extraño.

En primer lugar, llevaba auriculares, algo que suele estar prohibido en este tipo de partidas semiprivadas, en las que muchos jugadores son amigos.

“Nadie lleva auriculares durante nuestras partidas”, resalta Berkey, “pero el jugador en cuestión los llevaba puestos, así que eso ya es algo raro”.

El estilo de juego hizo saltar algunas alarmas

Texas Hold’em, el juego que se estaba jugando, cuenta con dos cartas individuales repartidas a cada jugador, más cinco cartas comunitarias repartidas por etapas en el centro de la mesa. Los jugadores combinan sus propias cartas con las comunitarias para formar la mejor mano posible de póquer de cinco cartas. Hay cuatro rondas de apuestas: una antes de que se reparta ninguna carta comunitaria, otra después de que se repartan las tres primeras cartas comunitarias a la vez, la parte del juego conocida como “flop”, otra después de la cuarta carta comunitaria (“turn“), y una más después de la quinta y última carta comunitaria, el “river”.

Berkey se dio cuenta de que, a pesar de presentarse como un aficionado que era claramente el jugador menos hábil de la mesa, el jugador sospechoso nunca parecía perder en el river. Cuando estaba en una mano que llegaba a ese punto, siempre se retiraba o mostraba la mano ganadora, una de las primeras señales de alarma que los jugadores de póquer experimentados han llegado a reconocer en situaciones de sospecha de trampas. Según se cree, los tramposos que conocen las cartas de sus oponentes prefieren esperar a que se repartan todas las cartas comunes antes de hacer grandes apuestas, lo que les permite hacerlo con una información perfecta sobre quién tiene la mejor mano, que a menudo no es segura hasta esa última carta.

“Jugar todos los river a la perfección en una muestra de ocho horas es una anomalía que no es estadísticamente posible, especialmente en un jugador recreativo”, explica Berkey, “y cuando empiezas a ver cosas que no cuadran, como que el jugador menos hábil del juego nunca muestra una mano perdedora, empiezas a sospechar”.

El jugador también tenía su teléfono y su funda de auriculares colocados a su alrededor, con la funda sobre el fieltro y el teléfono en la barandilla que recorre el borde de la mesa. Aunque el uso ocasional del teléfono en las mesas de póquer es normal, ese tipo de disposición es inusual e incluso es algo que muchos casinos han evitado durante años. Berkey empezó a preguntarse si este juego estaba siendo víctima de un nuevo sistema de trampas del que se venía hablando en los círculos de apuestas altas desde hacía meses: cámaras ocultas colocadas a la altura del fieltro, que captan las caras frontales de las cartas cuando se reparten y transmiten esa información a un cómplice, que a su vez la retransmite al jugador de la mesa a través de un auricular.

Más sospechas

Berkey también observó que el jugador siempre parecía sentarse en los asientos situados directamente a la izquierda del crupier del casino, incluso durante varios días y sesiones de juego. Esto aumentó las sospechas, ya que el método de trampa que se rumoreaba requería que el jugador estuviera en esos asientos para maximizar la visibilidad de la cámara.

Berkey coenta que alertó discretamente a otros clientes habituales de sus sospechas, y la partida acabó por romperse, pero no antes de que el jugador obtuviera enormes beneficios: “No solo por su nivel de habilidad, sino por las apuestas a las que jugaba”, señala Berkey: “Ganaba cientos de miles de dólares jugando una partida con una entrada de 10,000 dólares”.



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