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Científicos y operadores turísticos suman esfuerzos para evitar que México se convierta en tumba de luciérnagas


Hace cinco años, con la pandemia de covid-19, diversos parques nacionales de México cerraron sus actividades turísticas temporalmente por instrucciones de las autoridades sanitarias. En los santuarios de luciérnagas del estado de Tlaxcala, al centro del país, pensaron que esto ayudaría a que la población de insectos se recuperara tras años de oleadas de visitantes, pero no fue así. En 2021, cuando reanudaron actividades, la población de luciérnagas había disminuido. ¿Qué sucedió?

“Pensamos que el impacto en la disminución de las luciérnagas era por el turismo masivo, pero no fue así, tiene que ver más con el cambio climático y con la naturaleza del insecto que habita en ambientes húmedos”, explicó para WIRED en español, Miguel Huerta, director de operaciones del Santuario de las Luciérnagas MX, en Nanacamilpa, Tlaxcala, el santuario más grande en extensión y que concentra al 80% de los visitantes en el estado.

La misma sorpresa se llevó la doctora en Ciencias en Biodiversidad y Conservación Ecología, Sandra García de Jesús, profesora e investigadora en la Facultad de Agrobiología de la Universidad Autónoma de Tlaxcala (UATx), quien desde 2020 realiza un monitoreo de avistamiento de luciérnagas en los santuarios del estado. Cuatro años después, pudo constatar que las poblaciones de luciérnagas están en declive.


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Entre 2006 y 2015 se documentó una reducción aproximada del 25% en el número de especies de abejas a nivel mundial, en comparación con los registros de la década de los noventa.


“Sí, este declive entra dentro de uno más grande que es el de los insectos a nivel mundial. Es un patrón de disminución y dentro de este grupo de animales, hay ciertos grupos taxonómicos que son mucho más vulnerables, como son los coleópteros (escarabajos), los lepidópteros (mariposas), los dípteros (moscas y mosquitos) y los himenópteros (abejas, avispas y hormigas, entre otros), en ese orden y, del primer grupo, los más vulnerables son justamente las luciérnagas”, explicó en entrevista.

De acuerdo con la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés), por tres años consecutivos, durante el periodo 2020-2023, se registró el fenómeno de La Niña, con efectos como sequías prolongadas, lluvias escasas, aumento en la temperatura, mayor evaporación y, consecuentemente, menor disponibilidad de agua y pérdida de humedad en los suelos.

“Desde el 2022, la temporada de calor nos ha afectado mucho, pero el año pasado llovió un poco más, entonces esperamos ver más luciérnagas, porque a mayor humedad en los suelos del bosque, la larva crece en mejores condiciones”, comentó Huerta.

Sin embargo, la humedad no es el único requisito para el óptimo crecimiento y desarrollo de las luciérnagas; también requieren cobertura vegetal y oscuridad, ya que dependen de la bioluminiscencia para encontrar pareja y reproducirse.

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Luciérnaga.James Jordan Photography/Getty Images



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