Cada vez habrá más robots humanoides en las líneas de producción

Más allá de la evidencia, está claro que la colaboración entre Figure y BMW representa el primer experimento, al menos en Occidente, de robots humanoides autónomos empleados en un entorno de producción automovilística. Un anticipo concreto de cómo podría evolucionar el trabajo en una fábrica, con humanoides empleados en tareas sencillas y repetitivas.
El papel del gigante chino
Pero si en Occidente se habla de “primeros experimentos”, al otro lado del mundo el juego ya lleva tiempo en marcha. China no oculta su ambición: convertirse en líder mundial en el desarrollo de robots humanoides, con el objetivo de integrarlos profundamente en la economía de aquí a 2027. No se trata de tímidas pruebas en plantas piloto: en 2024, en la Conferencia Mundial de Robots de Pekín, desfilaron más de veinte modelos de robots humanoides, con movimientos cada vez más fluidos y capacidades de aprendizaje en tiempo real. La carrera nacional por la automatización se acelera sistemáticamente, con numerosos ejemplos. El fabricante de vehículos eléctricos NIO ha integrado el robot humanoide Walker S, de UBTech, en las actividades de control de calidad, así como en la aplicación de logotipos en los vehículos. También en la planta de FAW-Volkswagen se utilizan robots de UBTech en algunas líneas de producción.
La ecuación laboral que no cuadra
Goldman Sachs predice un mercado global de 38,000 millones de dólares para 2035, mientras que Citibank calcula que, en 2050, podríamos convivir con más de 600 millones de robots humanoides. Se estima que, para 2030, la automatización podría sustituir hasta el 15% de la mano de obra mundial. Pero las disparidades son enormes: el riesgo es significativamente mayor para quienes tienen un bajo nivel educativo y realizan tareas repetitivas.
Para algunos, la buena noticia es que se crearán nuevas funciones: el Foro Económico Mundial prevé 133 millones de nuevos empleos, frente a 75 millones destinados a ser automatizados. Pero hay un problema de fondo: los empleos que desaparecen son accesibles a millones de personas; los que se crean requieren competencias que esas mismas personas simplemente no tienen. Es como decirle a un auxiliar de almacén que, para mantener su puesto, debe convertirse mañana en analista de datos. Sobre el papel puede hacerse, aunque sigue siendo una broma pesada.
Artículo publicado originalmente en WIRED Italia. Adaptado por Alondra Flores.