Cuando lo humano se vuelve eslogan: liderazgo en crisis

Hay palabras que se están vaciando de tanto usarlas: Humano, Conciencia, Empatía, Colaborativo, Conectado son algunas de ellas.
Las vemos en discursos, valores corporativos, publicaciones de LinkedIn, capacitaciones. Nos prometen culturas del cuidado. Equipos que se escuchan. Líderes con corazón. Pero lo que llega al consultorio muchas veces es otra cosa.
Gente agotada de tener que parecer empática cuando no tiene energía ni para sí. Líderes desbordados que deben ser “humanos” mientras se sostienen a puro automatismo y una agilidad inexistente que solo quema a las personas. Colaboraciones que disfrazan sobrecarga y un caos psico emocional que empeora cada semana…
No se trata de cancelar estos conceptos. Se trata de devolverles el cuerpo. Porque si no, lo humano se convierte en una palabra hueca. Y eso duele aún más.
¿Y si lo humano no fuera solo un valor, sino una práctica incómoda? Salir del disfraz que nos trajo hasta acá suele ser un desafío titánico. Pero en esta era de múltiples transformaciones y en la que no tenemos recetas, aceptar la incomodidad del cambio y aprender a transitar verdades que nos duelen, es lo que nos va a dejar en carrera o a eliminar del juego laboral.
Parar y buscar el sentido
Este es el momento de parar. De poner en valor lo que tanto nombramos. Estamos atravesando un tiempo de enorme dolor y cambio como para seguir matando en el discurso lo más valioso que tenemos. No dejes que tus líderes, o vos mismo si liderás, se conviertan en slogans de publicidades vacías.
El dolor laboral no viene solo de la exigencia visible, sino de la incoherencia discursiva. Viene del lugar donde te dicen “acá priorizamos lo emocional” pero te piden un PowerPoint con KPI de tu estado anímico. Viene de las organizaciones donde se predica el “cuidado“, pero no hay tiempo para un duelo. Del lugar donde se habla de “ser vos mismo”, pero si lo hacés…no encajás.
Las palabras valen. Pero cuando no tienen respaldo emocional, cultural y operativo, generan el efecto contrario: frustración, cinismo, fuga.
Y sí, hay un cansancio con las palabras. Con las frases de coaching que ya no emocionan. Con los posteos de propósito que no se traducen en prácticas. Con los valores pegados en la pared, pero ausentes en la agenda. En muchas organizaciones se volvió más riesgoso decir la verdad que repetir un eslogan. Y eso no solo enferma a las personas sino que desgasta la cultura organizacional.
Necesitamos volver al fondo. Ser humanos no es ser blandos. Es ser reales. Tener conversaciones que duelen. Reconocer lo que no sabemos. Nombrar lo que incomoda. Corregir lo que no funciona.
Empatía no es decir “te entiendo”. Es saber escuchar sin usar la frase como muleta. Es sostener silencio cuando hace falta. Es no dar recetas. Es animarse a estar presente, sin resolverlo todo. Colaborar no es “reunirnos mucho“. Es construir con el otro sin vaciarse. Es dejar de hacer para la foto y empezar a hacer desde el vínculo.
Hoy en día vemos líderes que están cansados. No de trabajar. Sino de sostener relatos vacíos. De parecer comprometidos con algo que no los habita. Y ahí está el punto de giro: cuando se animan a decir la verdad, algo cambia. Vuelve el sentido. Aparece el cuerpo. Se recupera la voz.
No repitamos lo que suena bien. Creamos lo que hace bien. El lenguaje que salva no es el que adorna. Es el que transforma.
Porque el futuro del trabajo no necesita más palabras lindas. Necesita más personas vivas trabajando con productividad sí, pero sana, no siendo humanos robóticos. Para eso ya vendrá el tiempo de los humanoides.. seamos originales.
Psicóloga del trabajo (@trabaja.mejor), creadora del Método Tarasiewicz® y autora de el libro “Cuando el trabajo duele”.