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Spotify está en crisis | WIRED


La decisión de Daniel Ek, CEO de Spotify, no ha pasado desapercibida en el mundo de la música, creando un nuevo problema en las relaciones con el sector. Ek, con su empresa de inversión Prima Materia, ha financiado a Helsing, una empresa alemana especializada en la producción de drones de combate basados ​​en inteligencia artificial. Aunque la decisión no está directamente relacionada con las actividades de Spotify, ha generado controversia en la comunidad artística. Casos pequeños y aislados, pero muy visibles y debatidos en los medios.


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Reacciones de los artistas

En los últimos días, Deerhoof, una histórica banda indie, anunció que retiraría su música de la plataforma. “No queremos que nuestra música se utilice para matar gente o se relacione con tecnología de guerra de IA”, escribieron en una publicación. El post, aunque referido a un caso hasta ahora aislado y ajeno a la corriente dominante, ha dado la vuelta al mundo. En las redes sociales se discutió la publicación del artista italiano Auroro Borealo sobre una elección similar, quien afirmó encontrarse en una posición “éticamente insostenible” y lanzó un llamamiento a quienes hacen música en Italia para que hicieran lo mismo.

Hace unos días, el compositor Piero Pelù había criticado a Ek por los mismos motivos, pero explicó que no podía retirar su música de Spotify porque no posee los derechos de sus obras maestras. Hasta ahora, no ha habido otras posturas o decisiones similares por parte de grandes artistas.


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Tensiones entre Ek y el mundo de la música

La inversión de Ek no afecta a Spotify, no obstante, es la primera vez que el CEO hace un movimiento que repercute en las relaciones con el mundo de la música, del que depende la plataforma. En una entrevista de 2020 que pasará a los anales, el ejecutivo defendía que los artistas debían publicar música con más frecuencia para mantener la atención de los fans, y fue criticado por la industria musical porque el alegato se leyó como la promoción de una lógica de “cadena de montaje” que servía a la plataforma pero perjudicaba la creatividad ante unos pagos considerados insuficientes.

Y no es la primera vez que alguien retira música de Spotify: hace unos años Neil Young, el gigante del rock clásico, abandonó la plataforma por la presencia de Joe Rogan, que cobraba millones de dólares por la exclusividad de su podcast y defendía posturas anticientíficas sobre las vacunas durante el covid-19. Young regresó el año pasado: Spotify desempeña ahora un papel tan central en el sistema musical que es difícil, si no imposible, prescindir de él. También volvió en 2017 Taylor Swift, que tres años antes retiró todo su catálogo de las plataformas, reclamando la construcción de “una nueva economía musical que funcione para todos”.

La cuestión es complicada porque, como demuestra el caso Pelù, los artistas no controlan directamente su música, que se gestiona junto a discográficas y distribuidoras. La discográfica de Deerhoof, Joyful Noise, ha explicado que su papel es “servir a los artistas”, sea cual sea la decisión que tomen.


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El caso de la banda generada por IA

La retirada de música por parte de los artistas no es la única polémica actual de Spotify. La inteligencia artificial vuelve a estar implicada, pero esta vez en el terreno musical: se trata de Velvet Sundown, una banda con 600,000 oyentes mensuales que parece haber sido creada por IA. La biografía y las fotos del grupo son claramente artificiales: un guitarrista toca una guitarra sin cuerdas, con fallos típicos de las imágenes generadas por este tipo de herramientas.

Varias publicaciones especializadas han planteado el caso, afirmando que la música también ha sido producida con inteligencia artificial. Nadie ha visto nunca al grupo en directo ni ha logrado entrevistarlos en persona, salvo algunos tímidos y poco creíbles desmentidos publicados en redes sociales, en los que atacan a los “periodistas vagos”.



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