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Científicos del Conicet descubrieron una nueva especie de dinosaurio en Neuquén | Vivió hace 95 millones de años



Un grupo de investigadores del Conicet, junto a colegas de otras instituciones nacionales, halló los restos fósiles de un nuevo dinosaurio de la familia de los rebaquisáuridos, un grupo de dinosaurios saurópodos que habitó la región hace aproximadamente 95 millones de años. La nueva especie, encontrada en el departamento neuquino de Añelo, fue bautizada Astigmasaura genuflexa.

El nombre del género, Astigmasaura, (del latín a- + stigma, “sin signos”) hace referencia al lugar del hallazgo, El Orejano, una expresión popular que significa “animal sin signos de identificación, sin dueño”. El nombre de la especie genuflexa (del latín genus, “rodilla”, y flectere, “doblar”) alude a la posición en la que se halló el espécimen: arrodillada, con ambas patas traseras dobladas.

Características del fósil

El descubrimiento fue publicado en la revista Cretaceous Research. De acuerdo con los integrantes del equipo de investigación, Astigmasaura era un cuadrúpedo herbívoro de cuello y cola larga, medía unos 18 metros de largo, y pesaba más de 10 toneladas.

Las vértebras de la cola tenían prolongaciones óseas muy altas, tanto hacia arriba como hacia los costados.

Realización de trabajo de campo en el área del hallazgo. Foto: gentileza Flavio Bellardini.

También tenía arcos hemales (huesos por debajo de la cola que protegen el sistema nervioso y circulatorio) muy diversos: alargados y rectos, y en forma de bota y de estrella. Además, poseía patas esbeltas y dedos de los pies ensanchados desde adelante hacia atrás.

El becario posdoctoral del Conicet en el Instituto de Investigación en Paleobiología y Geología (IIPG, CONICET-UNRN), Flavio Bellardini, destacó que es la primera vez que se descubre la parte posterior del esqueleto de dinosaurios rebaquisáuridos, con ambos miembros traseros, la cadera y la mitad anterior de la cola perfectamente preservados, permitiendo así aclarar parte de la anatomía aún poco conocida.

Además, ponderó que Astigmasaura es una de las últimas especies de dinosaurios rebaquisáuridos antes de su extinción, ocasionada hace unos 90 millones de años atrás, por lo que es fundamental para reconstruir las fases finales de la historia evolutiva del grupo, por lo menos en Patagonia argentina.

Restos del fémur, parte de la cadera y vértebras de la cola de Astigmasaura genuflexa: Foto: gentileza Bellardini.

Gracias a las condiciones de preservación de los huesos de Astigmasaura se pudo reconstruir, por primera vez, la anatomía de las patas traseras y de los pies, así como parte de la musculatura de los rebaquisáuridos. De acuerdo con los paleontólogos que protagonizaron el hallazgo, esto servirá como base para futuros estudios, los cuales podrán determinar cómo se desplazaban, cuál era su postura, y qué tipo de huellas podían llegar a dejar. Además, los investigadores encontraron que algunas vértebras de la cola presentan patologías y una particular osificación de los tendones, que indicaría una edad avanzada del individuo al momento de su muerte.

Hallazgo y excavación

Todo comenzó con una denuncia realizada por petroleros del yacimiento GASNOC YPF de El Orejano sobre un hallazgo fortuito en 2017, recordó Flavio Bellardini. “Permitió descubrir el esqueleto casi completo y articulado de este dinosaurio procedente de los niveles inferiores de la Formación Huincul”.

“Estos niveles arenosos y arcillosos, donde se encontraron los huesos fosilizados, correspondían a un sector de un río de tipo meandroso, que presentaba una trayectoria sinuosa o curvada, en forma de serpiente, que indica que los restos, transportados por una corriente de baja energía, se encallaron en una de las tantas barras arenosas que se formaban a lo largo de su cauce. Con el tiempo, el cuello, espalda, miembros anteriores y el extremo de la cola fueron arrasados por la corriente y no se fosilizaron. Una rápida crecida tapó con sedimento lo que restaba, permitiendo la preservación de lo que hoy representa el material tipo de esta nueva especie de dinosaurio saurópodo rebaquisáurido”, agregó el paleontólogo.

Las tareas de excavación requirieron cinco campañas paleontológicas y más de 30 días de trabajo de campo. Durante ese tiempo, para romper la roca portadora se utilizaron mazas, puntas, martillos, cortafierros, martillos rotopercutores, martillos neumáticos y cortadoras de roca.

De izq. a der. Salvador Palomo, Mattia Baiano, Leonardo Filippi, Flavio Bellardini, José Carballido y Alberto Garrido. Foto: gentileza Bellardini.

Para trasladar adecuadamente los huesos, se armaron ocho bochones de yeso y arpillera, de los cuales, los más livianos fueron cargados en camionetas mediante un trípode y un malacate, mientras que, para los más pesados, algunos más de una tonelada, se necesitó la intervención de una máquina retroexcavadora y dos camiones.

Asimismo, el paleontólogo del Conicet indicó que “el último bochón de yeso” se recuperó en 2023 del sitio de hallazgo y luego trasladado al Museo Municipal “Argentino Urquiza” de Rincón de los Sauces. Desde allí empezaron las tareas de preparación y limpieza del material, las cuales requirieron meses de trabajo de laboratorio para liberar los frágiles huesos fosilizados de la dura roca portadora.

Finalmente, “se prepararon 20 vértebras caudales, 19 arcos hemales, ambos isquiones, pubis, parte de los iliones, 2 fémures, 2 tibias, 2 fíbulas, 2 astrágalos y ambos pies casi completos”, completó.

Una vez realizado el estudio anatómico de los huesos recuperados y su comparación con otras especies ya conocidas, el equipo de investigadores no solo encontró semejanzas con otros dinosaurios saurópodos rebaquisáuridos, sino también una serie de características morfológicas únicas que justificaron la formalización de la nueva especie.

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