El cigarrillo no es el único culpable | Nuevo estudio comprueba el vínculo entre cáncer de pulmón y contaminación atmosférica

Aunque el cigarrillo es la causa principal del cáncer de pulmón, se estima que un cuarto de las personas que desarrollan este tumor ni siquiera dieron una sola pitada en su vida. Frente a este diagnóstico, un equipo de científicos de Estadso Unidos, Reino Unido, Canadá, China y Turquía realizó una nueva investigación y la publicó en la prestigiosa revista Nature. Básicamente, el estudio concluye que una de las causas principales que explican este fenómeno es la contaminación atmosférica y el daño que provoca en el ADN. El problema, por el momento, no tiene salida: según la Organización Mundial de la Salud, el 99 por ciento del planeta respira un aire por debajo de los límites de calidad recomendados.
El trabajo, difundido esta semana, analizó 871 tumores y mutaciones genéticas de personas no fumadoras de cuatro continentes. A pesar de las diferencias, hallaron un denominador común: el material genético indica rastros –conocidos como “firmas mutacionales”– de que esos individuos respiraron aire contaminado en el pasado. Se trata de modificaciones a nivel genómico muy similares a las que están presentes en individuos con tabaquismo, y cuya presencia se multiplicaba cuanto más contaminado era el entorno.
Esto es: a mayor exposición a la contaminación, más modificaciones que estimulan el crecimiento del cáncer de pulmón. En esos casos, también observaron un envejecimiento prematuro a nivel celular. Lo que sucede se entiende sencillo: las partículas de la atmósfera, con un diámetro de 10 micrones (un micrón equivale a una milésima parte de un milímetro), penetran en el organismo y se alojan en los pulmones. Hay algunas más pequeñas, del orden de los 2.5 micrones, que atraviesan la barrera pulmonar y se establecen en el torrente sanguíneo. Ahí, claramente, comienza el problema y todo empeora.
El ADN no miente
Cuando los científicos que protagonizaron este estudio identificaron las mutaciones, cruzaron la información con datos satelitales y de superficie que estimaban qué territorios tenían una atmósfera más contaminada. Así, descubrieron, por ejemplo, que el cáncer de pulmón en personas no fumadoras es más prevalente en mujeres que habitan el continente asiático. Del mismo modo, reportaron que el ácido aristolóquico (que habitualmente se emplea en hierbas medicinales chinas) estaba presente en muestras aportadas por taiwaneses que nunca habían fumado. En investigaciones pasadas, el ácido había sido vinculado con cánceres de vejiga y gastrointestinales, que daban cuenta de su ingestión por parte de los pacientes.
Si bien existen estudios epidemiológicos previos que sugerían la conexión entre contaminación y cáncer de pulmón, esta contribución brinda nuevas pistas que describen lo que sucede a nivel genómico. Eso es lo que mostró la investigación, que se focalizó en casi 900 muestras de tumores de pulmón aportadas por ciudadanos de 28 regiones de América del Norte, Asia, Europa y África.
Aunque realizar el análisis de casi 900 muestras es significativo, los científicos buscarán robustecer la evidencia a partir de la evaluación genómica de casos aportados desde Latinoamérica, Medio Oriente y otras partes del continente africano que no han sido incluido hasta ahora. Del mismo modo, abrirán nuevas líneas de trabajo para examinar las conexiones que puedan existir entre cáncer de pulmón y cigarrillos electrónicos, o bien, de esta afección y cigarrillos de marihuana.
Fumar es lo peor
En diálogo con Página 12, Daniel Alonso, investigador del Conicet y referente del Centro de Oncología Molecular y Traslacional (COMTra) de la Universidad Nacional de Quilmes, señala: “Es un tema conocido, tenido en consideración desde hace décadas, que este trabajo estudia en profundidad y aporta evidencias concretas en lo referente al impacto en mutaciones y otras alteraciones celulares, que con el tiempo conducen a cáncer”. Y luego advierte: “De todas formas, y más allá de que la contaminación atmosférica puede potenciar el daño causado por el cigarrillo, debe seguir quedando en claro que entre 80 y 90 por ciento del cáncer de pulmón ocurre en fumadores o exfumadores”.
Un informe reciente presentado por la Organización Mundial de la Salud asegura que las políticas de control del tabaco que fueron instrumentadas por las diferentes naciones a nivel global protegen al 75 por ciento de la población mundial. Hay 155 países que implementaron al menos una medida para poder combatir el humo. Si bien el consumo de cigarrillos bajó en los últimos años, se calcula que siete millones de personas fallecen anualmente por esta causa.
En el siglo XX y XXI, la ciencia fue decisiva al aportar evidencias contundentes que demostraban fehacientemente el vínculo entre el cigarrillo y el cáncer de pulmón. Ello hizo que, con el tiempo, los gobiernos pudieran hacer prevalecer un enfoque de salud pública y se impusieran nuevas políticas de control y legislaciones tendientes a regular esta conducta individual con fuerte arraigo cultural. A las tabacaleras ya no les fue tan sencillo publicitar sus productos asociados con ser joven y canchero. Del mismo modo, se reguló la práctica en escenarios cerrados, y el humo comenzó a disiparse.
En el presente, se calcula que cada año mueren 4 millones de personas a causa de la contaminación atmosférica. Del mismo modo que ocurrió con el tabaco, quizás sea momento de que la política tome verdadera conciencia de que habitar ambientes contaminados también enferma. Y mata.