Trucos, maldiciones y reflexiones: Este hombre te enseña cómo sobrevivir a la cárcel

Desde el imperio criptográfico de Sam Bankman-Fried, plagado de fraudes, hasta la falsa empresa biotecnológica de Elizabeth Holmes, pasando por los estafadores en internet que despojan a las abuelas de sus ahorros para la jubilación, los delitos financieros parecen tocar hasta el último rincón de la tecnología. Para el titán empresarial que un día puede acabar detenido y no puede contar con un indulto presidencial, nunca está de más conocer a un tipo que haya estado dentro y pueda darnos consejos de supervivencia.
WIRED habló con un antiguo “solucionador de problemas para la mafia” que estuvo encarcelado en prisiones estadounidenses durante una década y que encontró un nuevo papel en el exterior: se convirtió en consultor penitenciario. Ahora trabaja con delincuentes financieros. Reprende y maldice a sus clientes, pero todo forma parte del enfoque que utiliza para ayudarles a reducir y optimizar su estancia en prisión.
Esta historia estará contada en primera persona para facilitar la comprensión del lector.
La vida da mil vueltas
Una vez, cuando estaba en la cárcel y salíamos del comedor, me paré y miré por la ventana. Dije: “¿Lo ves?”. Y los otros presos dijeron: “¿Qué?”. Les respondí: “Está justo ahí”. Se pararon y miraron al cielo. Luego salieron más personas del comedor y miraron también, y antes de que me diera cuenta, también lo hacían los funcionarios de prisiones. Exclamé: “Vaya, qué fácil es controlar a la gente estúpida”.
Un psiquiatra de la prisión me comentó que yo trataba al sistema penitenciario como si fuera mi parque de atracciones personal. Me lo pasaba demasiado bien allí. Me ponía al teléfono, llamaba a casa o a quien fuera y decía: “Bueno, si el personal me odia ahora, me van a despreciar este fin de semana. Tengo planeado algo especial. No puedo decirlo. El personal está escuchando las llamadas telefónicas”. Al llegar el fin de semana, el personal extra de guardia se preguntaba: “Muy bien, ¿qué va a hacer el sujeto?”. Yo solo permanecía tumbado en mi puta litera leyendo un libro. No hacía una mierda. Pero había logrado manipular a esta gente.
También pasé mi tiempo ayudando a la gente. Ayudaba a las personas que habían sido condenadas en exceso por sus cargos a entrar en el Programa Residencial de Abuso de Drogas (RDAP, por sus siglas en inglés), o en un centro de reinserción llamado “Ley de la Segunda Oportunidad”. Revisaba su documentación legal y les decía: “¿Sabes qué? Presentémoslo ante el tribunal”, y de repente alguien volvía a ser condenado. Eso me convirtió en un héroe popular. Pensé: “Podría convertir esto en un negocio”.
Cuando salí de la cárcel, no había nadie haciendo esto. Mis principales clientes eran personas acusadas de fraude financiero. Algunos clientes de drogas, pero era gente que estafaba a la gente. Delincuentes de “cuello blanco”. Es gente que está asustada, enojada y confundida. Si se ponen en contacto conmigo antes de entrar, puedo prepararlos.
“Entre la gente de fuera y la de dentro, puedo tener unos 50 clientes, quizá 100, a la vez”
A veces mis servicios son gratuitos, a veces cuestan 3,500, 5,000, 10,000 dólares. Incluso tuve un tipo que me pagó 50,000 dólares. Depende de la persona, de sus circunstancias, de lo que pueda permitirse. Tengo otras cuatro personas que trabajan conmigo, dos mujeres y dos hombres.
Cuando mis clientes vienen a mí, les digo: “Cállate la boca y escucha lo que tengo que decirte. Estás metido en un buen lío. Voy a sacarte la cabeza del trasero, porque probablemente tu abogado te ha jodido y te ha hecho promesas falsas que no puede cumplir. Primero echemos un vistazo a tus cargos, tu acusación federal. ¿De qué se te acusa? ¿Drogas? ¿Es algún tipo de fraude electrónico?”. Finalmente, desglosamos su caso.