¿Por qué son sensibles los dientes? Por que provienen de la coraza de un molusco de hace 500 millones de años, dice estudio

Actualmente los dientes son estructuras duras dentro de la boca compuestas de minerales como la hidroxiapatita, con la dureza necesaria para triturar alimentos. El esmalte dental, que constituye la capa externa, es el tejido más duro que posee el cuerpo humano, incluso más resistente que los huesos. No obstante, cada diente es extremadamente sensible: a través de ellos es posible comprender la firmeza de una alimento e incluso sentir cambios extremos en la temperatura (como cuando muerdes una paleta helada). ¿Por qué?
Los dentistas lo tienen claro. En términos estructurales, la sensibilidad de un diente depende de la dentina, un tejido que a través de túbulos transporta estímulos directamente a los nervios. Aunque esta explicación resulta clara a nivel funcional, la parte evolutiva y genética complica el panorama. La ciencia sigue investigando cuál es el origen de esta extraña característica de nuestros cuerpos.
Una pista sobre ese misterioso origen de los dientes en los organismos acaba de publicarse en la revista Nature. Es posible que las estructuras minerales dentro de la boca tengan sensibilidad porque la dentina actual evolucionó a partir del tejido del exoesqueleto de antiguos seres marinos, hace 460 millones de años, durante el período Ordovícico.
Investigadores de la Universidad de Chicago propusieron esta teoría tras analizar en profundidad el vestigio más antiguo de tejido dental, empleando un novedoso método de escaneo. Su estudio reveló que lo que antes se interpretaba como un canal de dentina, en la superficie de un vertebrado se asemeja más a una estructura sensorial (sensila) propia de un artrópodo agaspídido. En otras palabras, el rastro más antiguo de lo que se creía eran dientes no proviene de un pez con espina dorsal, sino de la coraza de un molusco prehistórico.
¿Escamas de pez o exoesqueleto de molusco?
Los animales no siempre contaron con dientes dentro de sus bocas. Antes de estos, poseían odontodos, estructuras minerales que surgían de la piel o escamas de animales. La teoría más aceptada hoy en día sostiene que los dientes evolucionaron como una modificación de esas escamas de los primeros seres acuáticos. De hecho, en la actualidad existen seres que presentan “dientes en la piel”, como los tiburones.
Una de las más grandes evidencias al respecto proviene de los estudios al tejido fósil del Anatolepis heintzi. A través de microscopía electrónica de barrido se observó que la piel del organismo tenía filas de odontodos con canales internos similares a los de la dentina. Aunque los estudios eran claros, despertaron una controversia científica porque se presumía que el Anatolepis heintzi era un vertebrado. La idea presentaba más problemas que soluciones, y no había más fósiles completos del animal que permitieran confirmar las aseveraciones.