La acidificación de los océanos es mucho peor de lo que se pensaba, una “bomba de tiempo” para los ecosistemas marinos

Un estudio publicado este mes advierte que la acidificación de los océanos ha cruzado el séptimo de los nueve límites planetarios, los umbrales ambientales que sirven de referencia para asegurar la estabilidad del planeta.
La acidificación de los océanos es el proceso por el cual el agua del mar se vuelve más ácida debido a la absorción de dióxido de carbono (CO2) proveniente de la atmósfera. En otras palabras, al disolverse en el agua, el CO2 forma ácido carbónico (H2CO3); esto disminuye el pH del agua del mar, haciéndola más ácida. Cuando aumentan las emisiones de gases de efecto invernadero, aumenta la acidificación del mar.
Este fenómeno deriva en daños catastróficos de muchos tipos, pero los primeros afectados son aquellos organismos (corales, moluscos o algunos plancton) que dependen del carbonato de calcio (aragonita) para formar conchas y esqueletos. Estos, a la vez, suelen ser el primer eslabón de la cadena alimenticia en los ecosistemas marinos. Sin estos organismos, simplemente no hay vida.
Zonas de mayor riesgo
El estudio publicado en la revista Global Change Biology analizó datos combinados de observaciones históricas, núcleos de hielo y modelos oceanográficos. La investigación apuntó que, desde el año 2020, el estado medio global de saturación de aragonita se encuentra dentro del rango de incertidumbre del límite establecido originalmente en un 20% menos respecto al periodo preindustrial.
¿Qué significa esto? La saturación de aragonita es la medida que emplean los científicos para medir la capacidad del agua del mar para sostener la vida marina que forma estructuras protectoras de carbonato de calcio. Entre menos aragonita, los organismos calcificadores generan caparazones más débiles, se desarrollan más lento, su reproducción se ve reducida y las tasas de supervivencia disminuyen. El 60% del océano subsuperficial (hasta 200 m de profundidad) ha superado ese umbral del -20%, comparado con más del 40% de las aguas de la superficie.
Según Helen Findlay, directora del Laboratorio Marino de Plymouth (PML), en Reino Unido, el impacto es más severo en las aguas superficiales de las regiones polares, “mientras tanto, en aguas más profundas, los cambios más grandes están ocurriendo en áreas justo afuera de los polos y en las regiones de afloramiento a lo largo de la costa oeste de América del Norte y cerca del ecuador”.
“La mayor parte de la vida oceánica no se limita a la superficie; las aguas subterráneas albergan muchos más tipos de plantas y animales”, indicó la también autora principal del estudio en un comunicado. “Dado que estas aguas más profundas están cambiando tanto, los impactos de la acidificación de los océanos podrían ser mucho peores de lo que pensábamos”.
“Esto tiene enormes implicaciones para importantes ecosistemas submarinos, como los arrecifes de coral tropicales e incluso de aguas profundas, que proporcionan hábitats esenciales y refugio para numerosas especies, además de los impactos que se sienten en criaturas que viven en el fondo marino, como cangrejos, estrellas de mar y otros mariscos como mejillones y ostras”, añadió.